miércoles, 27 de junio de 2007

SOBRE LA GUERRA DECLARADA POR LOS OBISPOS A LA ASIGNATURA "EDUCACIÓN PARA LA CIUDADANÍA Y LOS DERECHOS HUMANOS". Juan Cejudo


Como creyente, me siento verdaderamente escandalizado por las declaraciones “belicistas” de nuestros obispos en contra de la nueva Asignatura “Educación por la Ciudadanía y los Derechos Humanos”, hasta el punto de que amenazan de enfrentarse a ella “con todos los medios legítimos posibles”.

Parece evidente que estas palabras aluden, aunque expresamente no lo digan, a la objeción de conciencia, que ya algunos obispos del sector más ultraconservador, venían anunciando. Curiosamente, coinciden una vez más, con los planteamientos del principal partido de la oposición que ya ha dicho que, de llegar a gobernar,suprimiría dicha ley.
No puedo entender que los obispos, aún pretendan aferrarse a posiciones más propias del nacional-catolicismo que a las de un Estado Democrático de Derecho, donde las leyes no las imponen los obispos, sino el Gobierno. Un Gobierno que, simplemente, tiene que gobernar para todos los ciudadanos, no sólo para los católicos.


Y que lo que pretende, a la vista de una pérdida cada vez más acusada, de valores democráticos y de respeto a los Derechos Humanos, es intentar educar en esos valores humanos que se están perdiendo como son : la falta de responsabilidad social, de respeto a los que piensan diferente a nosotros, a los que son de culturas, etnias o religiones distintas, la falta de sensibilidad por los problemas de los más marginados de la Sociedad, la falta de respeto en las relaciones sociales, escolares , familiares etc…


Pérdidas de valores que está ocasionando el aumento de problemas como la violencia de género, acoso escolar, laboral, posturas racistas, xenófobas, violencia en general etc…
¿Cómo pueden los obispos oponerse a que se eduque en estos valores democráticos? Es una obligación del Estado hacerlo para todos los ciudadanos. Más, cuando, como ellos saben, es la Unión Europea la que recomienda vivamente a los estados miembros, que se eduque en estos valores, como ya se está haciendo en unos 15 países de la Unión Europea.


Está claro que esto no le hace la competencia a la enseñanza de las diversas religiones, que podrán impartirse incluso en los propios centros escolares según contempla la Ley. La enseñanza de la religión la recibirán los que la deseen. No va contra ella, no interfiere para nada. Se le respeta totalmente.


Da toda la impresión de que nuestros obispos ven en esta nueva asignatura una “competencia” a la clase de Religión, cuando son cosas distintas. La Religión la recibirían los que la deseen y la “Educación para la Ciudadanía y los Derechos Humanos” la recibirían todos los ciudadanos, sean o no creyentes.


Parecen que quieren decir que quien sólo puede educar en valores morales es la Iglesia Católica, con los propios criterios morales suyos. Y que por tanto es la Iglesia la única que puede impartir la moral en los centros educativos.
¿No pueden entender la autonomía de un Estado Laico y que el Gobierno debe gobernar para todos sin excepción?


Tampoco aceptan nuestros obispos condicionamientos del Estado para el cese de los profesores de Religión. Aparándose en un Concordato cuasi pre-democrático, pretenden que el Estado pague a los profesores de Religión, pero que ellos puedan expulsarlos “ a su criterio”, sin garantías democráticas, sin rendir cuentas a nadie. Como si estuviéramos todavía en el anterior régimen.


Yo creo que ya va siendo hora de que se le de “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” y que, en esta separación de poderes ( el del Estado y el de la Iglesia), nuestros obispos sepan situarse con dignidad y decoro, adaptándose a los nuevos tiempos y no reclamando siempre, una y otra vez, el dichoso Concordato, que está claro es un marco de referencia caduco y obsoleto para los tiempos que corren, pero que a los obispos les sirve para mantener unas prerrogativas y unos privilegios decimonónicos, hoy impresentables ante nuestra Sociedad.
Por eso, yo, como creyente, quisiera pedir a mis obispos que, ya que debe haber algún tipo de relación jurídica entre el Estado Español y la Iglesia Católica, tengan la dignidad de reclamar un nuevo texto que se adapte al Estado Democrático actual y donde se garanticen plenamente los Derechos Humanos de todos los ciudadanos.


Que no se pueda más cesar a unos profesores de religión por los motivos tan arbitrarios como los que ahora se están expulsando, justamente porque los ampara el actual Concordato predemocrático, que es motivo de todas las discordias y que no sirve para los tiempos actuales en pleno siglo XXI.


Quisiera también pedir a los obispos más sensatos que, por favor, dejen oir su voz. Todo parece que lo llevan un grupo muy reducido de obispos , donde abundan los de signo muy conservador, y todos los demás callan. Nos parece que va siendo hora de decirles a todos que digan también lo que piensan. Porque suponemos tendrán libertad para poder hacerlo. Y sería bueno quedara de manifiesto la diversidad de opinión entre los obispos. No es malo eso.


Y si mis obispos no reclaman el fin del Concordato, entonces, como ciudadano, le pido a mis gobernantes, que denuncien el actual y se firme un nuevo Documento que responda a la actual situación democrática de España.


Por eso, como muchos, también pido con toda urgencia y con fuerza: ¡¡Revisión del Concordato, ya!!


La verdad es que muchos añoramos aquellos primeros siglos del Cristianismo donde aquellas primeras comunidades cristianas se organizaban con autonomía ellas mismas, sin “negociaciones” con el poder romano para buscar prebendas o privilegios, sino que estaban sólo preocupadas por el anuncio del Evangelio de Jesús con sencillez, con austeridad de medios y con la libertad que da la fuerza del Espíritu para ser fieles a lo que Jesús vivió y enseñó.


26 de Junio de 2.007

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