lunes, 27 de agosto de 2007

EL AUTORITARISMO EN LA IGLESIA. Nota de prensa de Moceop



En Albuñol (Granada) se ha vuelto a dar otro caso de autoritarismo eclesiástico, protagonizado por el ya famoso Arzobispo de Granada. A golpe de báculo y contra la opinión de todo el pueblo, destituye al cura Gabriel Castillo que había sido muy bien aceptado por sus feligreses, especialmente, a raíz del gesto evangélico de abrir las puertas de su propia casa para acoger a un nutrido grupo de inmigrantes senegaleses que estaban sin vivienda.
No es nada normal que los feligreses hoy hagan concentraciones, acciones de protesta en la misma iglesia, recogida de firmas masivas ( más de 2.000) , soliciten una entrevista al Defensor del Pueblo andaluz trasladándose hasta Sevilla para apoyar a un cura que el arzobispo ha decidido enviar a otra parroquia. No es nada normal que los feligreses apoyen tanto a un cura. No.


Pero ¿cómo reacciona el polémico arzobispo? Contesta con un “no os recibo” y decide dejar al pueblo sin cura, sin misas, sin bodas y sin bautizos porque toda su respuesta pastoral ha sido la de levantar el báculo episcopal para dejar muy claro quién manda en la Iglesia.


Pero este caso no es el único. Ya hemos visto estos meses pasados cual ha sido la postura de Rouco, Cardenal de Madrid con los curas de Entrevías. A pesar de las más de 30.000 firmas ya entregadas en el arzobispado a favor de los curas y de la continuidad de la Parroquia, él ha decidido “manu militari” cerrar la Parroquia de los marginados.


A pesar de la inmensa oleada de apoyo y de solidaridad con la Parroquia llegada desde todas las partes del Mundo. Él ha decidido que hay que dejar claro quién es la autoridad en la Iglesia. Y en la entrevista mantenida por los responsables de la Parroquia con él, no ha dialogado. Ha impuesto sus puntos de vista. El obispo contra todos, da igual. El baculazo.


¿Y qué ha pasado con el documento aprobado en el CELAM por los obispos latinoamericanos donde se hacía un claro reconocimiento a favor de las comunidades eclesiales de base y la opción por los pobres? Pues que el Presidente saliente del CELAM, Monseñor Errázuriz, ha decidido él solito, cambiar frases muy importantes del documento antes de entregárselo al Papa. De modo que ahora, en el documento entregado a Benedicto XVI, queda completamente tergiversada la opinión de la Asamblea de los obispos latinoamericanos.


¿Quién es él para cambiarlo? Es normal que él, como Presidente, pueda quitar una coma o poner un punto en una redacción del documento. Lo que no debe hacer nunca, por muy Presidente que sea, es cambiar el significado y el contenido de lo que fue aprobado por la Asamblea plenaria en su última y definitiva 4ª redacción simplemente porque a él no le guste.
Otro claro ejemplo de autoritarismo en la Iglesia.


Ya sabemos que la normativa actual de la Iglesia considera al obispo como alguien que puede actuar con plenos poderes, sin tener en cuenta para nada la opinión de la comunidad cristiana. ¿Pero esta normativa es buena pastoralmente? ¿Siempre ha sido así en la historia de la Iglesia?
Hay que dejar claro que esto no ha sido así en los primeros siglos del cristianismo, como muy bien nos ha recordado José María Castillo en su artículo “El cura de Albuñol y sus fieles”


“En los primeros tiempos del cristianismo, la Iglesia no funcionaba así. Cuando Judas se suicidó, Pedro reunió a la comunidad para nombrar un sustituto y fue la comunidad quien decidió el procedimiento para designar a Matías (Hech 1, 15-26). Cuando en la comunidad de Jerusalén hubo problemas, se reunieron todos y entre todos eligieron a siete colaboradores para atender a los de origen griego (Hech 6, 1-6). Algo después, Pablo y Bernabé designaban en las comunidades, por votación a mano alzada (tal es el sentido del verbo griego jeirotonéo), a los presbíteros (Hech 14, 23; también 2 Cor 8, 19; Didaché 15, 1; Ignacio de Antioquía, Pol. 7, 2).


Esta práctica se mantuvo en los siglos siguientes. A mediados del s. III, Cipriano, obispo de Cartago, escribía a los presbíteros de su diócesis: “Desde el principio de mi episcopado determiné no tomar ninguna resolución por mi cuenta sin vuestro consejo y el consentimiento de mi pueblo” (Epist. 14, 4). Es más, esta misma práctica se observaba para el nombramiento de obispos y papas. San León Magno (s. V) lo dijo con precisión: “El que debe ser puesto a la cabeza de todos, debe ser elegido por todos” (Epist. X, 6). De forma más tajante, el papa Celestino I estableció la norma (Epist. IV, 5) que en el s. XI vuelve a recoger el Decreto de Graciano: “No se imponga ningún obispo a quienes no lo aceptan; se debe requerir el consentimiento del clero y del pueblo” (c. 13, D. LXI).em>


Más aún, cuando en la persecución de Decio (ao 250), los obispos de León, Astorga y Mérida no dieron el debido ejemplo de fe, las comunidades de esas diócesis se reunieron y los destituyeron. La situación llegó a ser tan grave que san Cipriano convocó un concilio en Cartago. Los 37 obispos allí reunidos redactaron un documento que conocemos por la carta 67 de Cipriano. En este documento se dicen tres cosas: 1) el pueblo tiene poder, por derecho divino, para elegir a sus obispos; 2) el pueblo tiene también poder para quitar a los ministros de la Iglesia cuando son indignos; 3) ni el recurso al obispo de Roma debe cambiar la decisión comunitaria cuando tal recurso no se basa en la verdad (Epist. 67, 3, 4 y 5).”em>


(Los subrayados son nuestros. José Mª Castillo, artículo citado)


Creo que en los tiempos que vivimos, con unos sistemas democráticos bien arraigados, bueno sería que la Iglesia fuera abandonando estas formas de autoritarismo, tan desfasadas, tan trasnochadas y fuera volviendo a formas de gobierno mucho más democráticas y consensuadas con las comunidades de creyentes como ocurría en los primeros siglos del cristianismo.
Porque de persistir este estilo tan poco evangélico, lo único que están consiguiendo nuestros obispos, es el rechazo y la desbandada, cada vez mayor, de un número nada despreciable de creyentes de las iglesias.


Desde aquí nuestro apoyo al Cura de Albuñol y los vecinos de ese pueblo por su solidaridad ejemplar. Nuestro apoyo a los curas de Entrevías y a cuanta gente les está apoyando.Denunciamos la forma de proceder de los arzobispos de Granada y Madrid y del Cardenal Errázuriz con el documento de Aparecida y por tantos gestos de autoritarismo eclesiástico como todavía quedan.


Una sana autocrítica en la jerarquía de la Iglesia se va haciendo muy necesaria.


EQUIPO DE PRENSA DE MOCEOP

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