domingo, 15 de febrero de 2009

BENEDICTO XVI Y LOS LEFEVBRIANOS. Juan Cejudo

Mientras se estaba celebrando el 50 aniversario del anuncio del Concilio Vaticano II por Juan XXIII en Enero de 1.959, el Papa actual anunciaba la vuelta a la Iglesia de los 4 obispos ordenados por Monseñor Marcel Lefevbre en 1.988 y excomulgados automáticamente por Juan Pablo II por no admitir la Doctrina del Vaticano II.

No pudo escoger un momento tan inoportuno. Debería haber celebrado esa fecha tan significativa para la Iglesia con anuncio de medidas abiertas en línea conciliar. Pero es que además me llama la atención que este Papa, de modo tan poco diplomático, tan descarado, se decante a favor de las fuerzas más reaccionarias del catolicismo. Incluso, llegando a revocar la excomunión de estos obispos tridentinos o restaurando la misa en latín y de espaldas al pueblo como en tiempos de Trento.

Ha sido mayúsculo el escándalo formado, porque además, uno de ellos, abiertamente ha negado la existencia del holocausto nazi y eso ha obligado a la diplomacia vaticana a mover sus hilos a toda prisa para que el descrédito no fuera a mayores. Han sido numerosísimas las apostasías que esta medida ha provocado en Austria y Alemania. Y ha supuesto la intervención personal de la canciller alemana Ángela Merkel exigiendo rectificación al Papa. Así como la sublevación de 60 téologos católicos alemanes contra la decisión de Benedicto XVI.

También el Rabinato judío llegó a congelar las relaciones con la Iglesia Católica y el anunciado viaje del Papa a Israel ha estado en serio peligro de ser suspendido, aunque posteriormente las relaciones hayan podido restablecerse por las expresas declaraciones del Papa decantándose en contra del Holocausto nazi.

Hay que subrayar que el perdón a los 4 obispos, incluído al negacionista Williamson, ocurre dos días después de que se difunda en la prensa alemana la entrevista que él mismo dio en Noviembre pasado a los medios suecos negando el Holocausto nazi y la existencia de las cámaras de gas. Gravísimo fallo de la diplomacia vaticana.

Para colmo, El Papa ha nombrado hace poco al sacerdote ultraconservador Gerhard Maria Wagner como obispo auxiliar de Linz lo que le está mereciendo innumerables críticas porque una vez más se decanta siempre por los sectores más reaccionarios mientras que mantiene marginados a los teólogos de la Liberación y sigue condenando y sancionando a los teólogos más abiertos y reformadores.

Hay que decir que el sector lefevrista es muy minoritario en comparación con los sectores más abiertos del catolicismo mundial hoy marginados.

Ha sido tal el descrédito conseguido con estas medidas que teólogos de gran relieve han afirmado que este Papa podría llegar a provocar un Cisma en la Iglesia (Leonardo Boff) y otro ha llegado a pedir ( ¡por vez primera!) su dimisión. (Hans Küng)

Sería de desear que el Papa reconociera que está llevando a cabo lo que algún autor ha definido como “El ocaso del papado” y que diera por tanto un giro profundo a sus intervenciones.

Debe comprender que la Iglesia es un Movimiento muy amplio y muy plural y que él debe ser el Pastor Universal y no sólo del sector más reaccionario de la Iglesia.

Debe acercarse a los sectores más abiertos de la Iglesia, anular las sanciones y condenas a los más de 600 teólogos, expedientados durante su mandato, antes como Ratzinger y ahora como Benedicto, reconocer la Teología de la Liberación abiertamente y al Movimiento de las Comunidades Eclesiales de Base y escuchar todos los Movimientos de Iglesia abierta que piden cambios muy profundos en temas de Moral, Liturgia, Ecumenismo etc….

Sobre todo se deben de adoptar cambios significativos por parte de la jerarquía para que ellos mismos puedan estar cerca de los problemas reales de aquellos que más sufren y padecen las gravísimas consecuencias de un sistema neoliberal ya agotado que debe ser denunciado sin rodeos y que exige la denuncia profética de los responsables de esta debacle de consecuencias nefastas, sobre todo para los más pobres.

Se hace urgente también el cambio de gestos y signos más evangélicos por parte del mismo papado y de los obispos para no aparecer como grandes potentados de este Mundo, sino como lo que debieran ser: hermanos entre hermanos que viven con sencillez, sin caer en la tentación del poder, del prestigio, del dinero. Sería fundamental la renuncia de la Iglesia a lo que es el Estado Vaticano ( del que ahora se cumplen 80 años) con todo lo que ello comporta: considerar al Papa como un Jefe de Estado, nuncios, diplomáticos, guardia real, banderas etc…

Por eso nunca será la solución el acercarse a sectores ultra conservadores mientras se marginan a los Movimientos más abiertos de la Iglesia que son los que podrían ayudar a que la Iglesia adoptara los cambios profundos que necesita para acercarse al Mundo de hoy y al Evangelio

Un Papa para todos sin excepción y no un Papa que nos vuelva llevar a la Edad Media.

Juan Cejudo Caldelas
miembro de MOCEOP y de Comunidades Cristianas Populares


14 de Febrero de 2.009

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