miércoles, 4 de febrero de 2009

LOS CURAS DEL MAÑANA. Juan Cejudo (Cádiz) y Gabriel Sánchez (Montevideo)

Estimados compañeros y amigos: Gabriel Sánchez, diácono casado en Montevideo (Uruguay) y el que os escribe, hemos elaborado esta reflexión interesante sobre el problema de Los curas de mañana, a raiz del libro que sobre el mismo tema ha escrito el obispo alemán, pero residente en África del Sur, Federico Lobinger.

Espero os interese. Saludos cordiales : Juan


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Las comunidades de los discípulos de Jesús de Nazareth que se reunen en las casas de la gente (Cfr. 1 Co 16, 19). Juan Cejudo (Cádiz) y Gabriel Sánchez (Montevideo)


“LOS CURAS DEL MAÑANA”: Una propuesta para comunidades sin Eucaristía del obispo Federico Lobinger.


Dom Federico Lobinger, obispo nacido en Alemania, pero que ejerce su ministerio desde 1.986 en Aliwal Norte , África del Sur, de 78 años, ha escrito un interesante libro que plantea cómo debieran ser los curas del mañana.
Intenta dar respuesta a un problema acuciante para la Iglesia de hoy, y mucho más de mañana, por la falta de curas que puedan atender las necesidades de millones de fieles en tantos países del mundo.


El documento, prologado por el obispo Demetrio Valentini y con una muy amplia introducción a la edición brasileña del presbítero Antonio José de Almeida, ha sido facilitado por Proconcil donde se puede leer íntegramente en la siguiente dirección:



“Existe una convicción de fe profunda de que el liderazgo de la comunidad no solo debe ser apoyado y confirmado por la comunidad sino que, además, la comunidad misma, en el fondo, es la autoridad que fundamenta y legitima este liderazgo”. ( ‘Kerk & Ambt’) Consejo de los Dominicos holandeses en 2007)

Como el documento de Lobinger consta de 104 folios y sería muy extenso un comentario detallado de todo el documento, sólo vamos a subrayar las principales ideas- fuerza que él aporta y que nos parecen bastante convincentes.


Es evidente que muchísimas parroquias en el Mundo han desaparecido o se han tenido que cerrar por la falta de curas. En ocasiones dos, tres sacerdotes tienen que atender a grupos numerosos de antiguas parroquias. La Eucaristía para muchos fieles es algo a lo que pueden acceder sólo durante 4 ó 5 veces al año.


Lobinger ha visitado personalmente varias de estas parroquias en varias partes del Mundo. Son de diferentes tipos. De modo genérico, para no señalarlas, las describe así:


1.- Parroquia asiática rural con 69 comunidades desparramadas
2.-En una parroquia urbana de Asia con 86 comunidades
3.-En una parroquia urbana de Brasil, compuesta por 14 comunidades
4.-En una parroquia rural africana con elección de líderes de la liturgia
5.-En una parroquia rural de África, con catequistas de aldeas
6.-En Europa: quince parroquias rurales, con dos curas
7.-En Europa o en América del Norte: un solo cura para cinco parroquias pequeñas
8.-En Europa o en América del Norte: tres comunidades con un solo sacerdote
9.-En Europa o en América del Norte: una sola parroquia grande, urbana


Lobinger apuesta por la ordenación de curas casados, pertenecientes a las mismas comunidades cristianas de esos lugares apartados. Él les llama “curas comunitarios” que coexistirían con los curas diocesanos actuales. Podrían estar casados, estarían vinculados a las mismas comunidades, trabajarían en equipo y se repartirían las tareas entre ellos.


¿Qué decir de esta propuesta?


Para muchos de nosotros, que desde hace años nos movemos en las comunidades cristianas de base, podemos decir que esta propuesta nos parece muy interesante para que los responsables de la Iglesia se la vayan planteando con urgencia para llevarla a la práctica de un modo más institucional.


Pero muchas comunidades ya lo vienen practicando en no pocas partes del Mundo de modo aún más abierto desde hace años y sin esperar la aprobación del Vaticano. Aunque nos parece que la cuestión no debiera ser “Cómo deben ser los curas de Mañana” sino: “Cómo debe ser la Iglesia de mañana”.


Y pensamos que debe ser una iglesia no clerical, donde los curas no tengan protagonismo ninguno. Es la Comunidad la que debe tomar el protagonismo, como muy bien indica el Consejo de los dominicos holandeses de 2.007. Es la Comunidad la que organiza y reparte los distintos servicios a realizar entre todos.


Muchas comunidades cristianas hoy celebran la Eucaristía sin ningún protagonismo de los curas. Tenemos conciencia de que es la Comunidad cristiana toda ella la que debe celebrar la Eucaristía.
Cualquiera de la Comunidad, sea hombre o mujer, soltero o casado, puede asumir la presidencia o coordinación de la Eucaristía donde todos participan en igualdad y donde cada uno de los miembros aporta a los demás lo mejor de ellos mismos.


Hoy las estructuras actuales de tipo parroquial se nos han quedado pequeñas.
Muchas personas nos sentimos hoy muy lejos de una Iglesia que aparece muy jerarquizada, unida a los centros del poder, preocupada en exceso de lo que opine Roma, muy lejos de los problemas reales del Pueblo y excesivamente centrada en los problemas del dinero, del sexo, de la ortodoxia moral y dogmática.


Una Iglesia que con frecuencia vemos identificada con las fuerzas conservadoras y que siente cómo se alejan de ellas los jóvenes, los trabajadores, las clases populares…y con presencia casi exclusiva de gente muy mayor en las iglesias, casi todas, mujeres. Con una liturgia aburrida y sosa.


Llevamos muchos años buscando espacios alternativos donde todos podamos expresarnos, participar, convivir humanamente como amigos, no como extraños, y buscar respuesta a nuestras inquietudes de vivir un Evangelio vivo, dando prioridad a la Palabra y a los gestos de Jesús con aplicaciones para nuestra vida concreta y sus implicaciones en la vida social o cívica. Vivimos unas celebraciones festivas, alegres, creativas…


Nuestros lugares de encuentro no son los templos, son nuestras casas acogedoras y abiertas para toda la Comunidad, el campo abierto donde podamos sentirnos todos de un modo más familiar o salones amplios para uso civil que utilizamos para nuestras celebraciones religiosas.
Sin lugar a dudas la Iglesia del futuro será comunitaria, carismática (en el mejor sentido del concepto- iglesia abierta al Espíritu) y será misionera porque hablará el lenguaje del pueblo; llorará con sus tristezas y gozará con sus alegrías y será parte de sus luchas.


El presbítero casado, que vive de su trabajo…es la imagen de una Iglesia capaz de trasmitir a la gente de hoy, en su lenguaje, la Buena Nueva de Jesús Resucitado y del Reino ya presente aunque no en plenitud. Sobretodo, porque como conceptualizaba Pablo Freire en su educación liberadora, al querer liberar, somos liberados; al tratar de trasmitirlo, descubrirá junto a todos los hombres su presencia obrante, en medio de nuestra historia más cotidiana.-


A nivel institucional la Iglesia debería dejar libertad de acción a cada obispo para que cada uno de ellos permitiera este tipo de comunidades con las características que apunta el obispo Lobinger: curas que podrían estar casados, fueran hombres o mujeres, vinculados a las comunidades y que los acepten como uno más entre todos.


Sería positivo que estas comunidades supieran que su obispo las apoya y mantener algún tipo de relación con él. Y podrían ir coexistiendo formas plurales de vivir los ministerios en la Iglesia. Presbíteros casados y laicos ,elegidos por la comunidad, deben ir abriendo las experiencias ministeriales…destacando el protagonismo de la Asamblea comunitaria, como lugar de discernimiento de aquello que impulsa el Espíritu y destacando la coordinación de las comunidades en red, como lugar de la presencia multicultural de la experiencia eclesial…
La falta de presbíteros es un signo del Espíritu.


Es necesario volver a dar protagonismo a las comunidades cristianas donde El Espíritu suscita ministerios llenos de riquezas y novedad. Necesitamos ampliar este proceso que algunas comunidades ya hace años han comenzado en muchas partes del Mundo. Un proceso que deberá aprender a respetar el paso de los más lentos y sin embargo no atar la capacidad creativa de los más avanzados.


Estas nuevas experiencias enriquecerían sin duda la vida de las comunidades en la Iglesia. Y son especialmente necesarias en países del Tercer Mundo, en numerosas comunidades cristianas de base de Europa, que ya lo vienen haciendo hace muchos años, y en otros muchos sitios del Mundo donde ya se viven experiencias comunitarias nuevas e intensas, incluso ecuménicas, sin presencia de presbíteros que no pueden atender a tantas comunidades tan dispersas y lejanas, como bien señala Lobinger en su libro y donde la comunidad es la que tiene todo el protagonismo. Estas comunidades que se extienden por muchas regiones del Tercer Mundo, Europa, EE.UU etc.. ya vienen participando de la Eucaristía con una rica diversidad comunitaria…


La Iglesia del III milenio deberá ser una Iglesia que sepa sufrir, luchar, reír y llorar con los pueblos en los que están insertas…porque como dice el Vaticano II :


“Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez los gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón” (Constitución pastoral sobre la Iglesia en el Mundo actual)


Deben por tanto ser comunidades cristianas muy comprometidas con los problemas concretos de su Pueblo, participando de sus luchas, de sus reivindicaciones , apoyando las movilizaciones populares en la calle y todas las causas justas de los sectores más desfavorecidos de la Sociedad.


2 de Febrero de 2.009

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