miércoles, 1 de julio de 2009

MI EXPERIENCIA CON UN OBISPO EXCEPCIONAL: ANTONIO AÑOVEROS. Juan Cejudo


En el centenario de su nacimiento

Ahora que se cumple el centenario del nacimiento del obispo Añoveros, quiero aportar mi granito de arena, contando lo que fue mi experiencia vital con él, desde el año 1.954 que llega a Cádiz como obispo coadjutor hasta que se marcha en 1.971. Precisamente, es en 1.954 cuando entro en el Seminario. Él fue en Junio de 1.967 quien me ordenó sacerdote y con quien viví algunas facetas importantes de mi vida.

Mis primeros recuerdos de Añoveros fue en la Casa de Ejercicios de Cádiz en la calle Carmen. Allí los seminaristas solíamos reunirnos en Verano y nos distraíamos como podíamos. Era el año 1.954 o 1.955.

Una tarde estábamos jugando al pin-pon. Nosotros habíamos organizado un pequeño campeonato entre nosotros a ver quién quedaba campeón. Él nos preguntó cuál era el premio. Le dijimos que ninguno. Que era por gusto. Él nos dijo: "pues al que gane, yo le regalo de premio un Misal". Gané yo y me llevé aquel misal de premio que tanta ilusión me hizo porque me lo había regalado el Obispo.
Yo creo que era la primera vez que veía a un obispo tan de cerca, pues sólo veíamos al obispo titular D. Tomás Gutiérrez en la Catedral, en las grandes solemnidades litúrgicas y muy de lejos…

En el año 1.963 un grupo de teólogos le hicimos llegar un informe sobre la situación de los estudios en el Teologado de Cádiz, que era muy deficiente, y aquel informe nuestro fue decisivo para que él decidiera cerrar al año siguiente en Cádiz el Teologado y pasarlo a la Universidad de Salamanca.

Fue en Mayo de 1.966 cuando empecé a tener más contacto con él. Aquel año un grupo de seminaristas le planteamos por escrito que queríamos tener la experiencia de trabajar en las fábricas como uno más. Añoveros accedió a nuestras peticiones, habló con la dirección de la Empresa y un grupo numeroso estuvimos un mes de Agosto entero trabajando en la Fábrica de S. Carlos. Al terminar le mandamos un informe escrito con la revisión que hicimos colectivamente de aquel tiempo en la fábrica.

Recuerdo también que por esta época Añoveros habló con nosotros los teólogos y nos comentó que era su intención lanzar en la Diócesis la experiencia de los curas obreros que el Concilio había aprobado muy recientemente. Un grupo de nosotros nos ofrecimos a ello. Llevábamos ya algún tiempo en esa onda.

Recuerdo que cuando me ofrezco, él sonriendo me dice: “Bueno, tú eres aún muy joven”, como descartándome. Pero creo que en el fondo estaba muy satisfecho de ver mi actitud favorable para iniciar aquella experiencia.
De hecho, contó conmigo, sin ningún tipo de problema.

Cuando termino mis estudios de Teología en Septiembre de 1.966 le planteo a Añoveros que quiero estar un año haciendo el diaconado. Me destina a L.Línea a una parroquia muy pobre, llena de chabolas y calles de arena, con un buen cura, el Padre Diego. Estoy tres meses.

A los tres meses me destina a una zona rural con otro buen compañero cura: Paco Ferrando. Este tiempo de estancia en el campo me va a servir sobre todo para observar muy de cerca los problemas de la gente del campo en aquellos años: chozas de paja, caminos pésimos, servicios nulos, aislamiento, poco trabajo etc…

Al terminar redacto un informe y se lo mando al Obispo. Añoveros recoge lo principal de aquel informe y lanza una carta pastoral sobre el campo andaluz que daría muchísimo que hablar en la prensa nacional donde fue noticia de portada varias semanas.

Una de las veces que fui a verlo ( yo tuve varias entrevistas personales con él en un clima siempre de mucha confianza y cordialidad) me comentó que había estado allí en su despacho la policía para que le dijera quien le había pasado información sobre los problemas del campo andaluz. Me dijo : " la policía estaba convencida que había sido una célula comunista la que me había pasado los datos".

Añoveros, riéndose ( porque sabía que había sido yo), me dijo con mucha fuerza, como siempre hablaba: “A mí me tienen que cortar la lengua antes de decir una sola palabra de quién me ha pasado la información”.. Era un hombre genial. Recuerdo que siempre salía muy satisfecho de su despacho después de hablar con él.

Después de ordenarme, Añoveros me preguntó por mis deseos de dónde ir destinado.

Sé que mi tío tenía mucho interés en que fuera con él de coadjutor a San Roque. Los últimos años del Seminario yo había dejado de dirigirme espiritualmente con el Director Espiritual ( que era muy tradicional) y empecé a hablar con el P. Troya. Como a él lo destinaron el año 1.966 a Tarifa y el puesto de coadjutor quedaba libre, le propuse a Añoveros ir destinado con Troya a Tarifa. Y allí me destinó. Se lo agradecí mucho porque con Troya me entendía muy bien, aunque a mí el ambiente de la Parroquia me asfixiaba.

Estando en Tarifa de coadjutor le propuse empezar a trabajar manualmente unas horas al menos. Estoy seguro que Troya le pediría permiso a Añoveros. Accedió y empecé a trabajar en un taller de motos en el pueblo por las mañanas.

En aquel tiempo Añoveros había visto mis inquietudes sociales y me propuso ir a estudiar Ciencias Sociales a Roma. Le escribo una carta amplia, larga y detallada haciéndole ver que eso sería un error. Que yo necesitaba empezar a trabajar como cura obrero. Le mando un informe con propuestas concretas sobre el sitio donde vivir, con quién, tipo de trabajo etc.. Al mismo tiempo que le comunico que desde el momento que empiece a trabajar, renuncio a la paga del Estado y quiero vivir sólo de mi trabajo.

Él me contesta por escrito diciendo que va a hacer pública la experiencia de los curas obreros en la Diócesis. Le contesto para decirle que entiendo que no habría que hacer publicidad de los curas obreros para que no nos vieran como bichos raros, sino de modo más callado. Pero él aquí no hace caso y lo publica en la prensa. Estoy convencido que este anuncio puso en alerta a empresarios y a la Policía y propició de algún modo que algunos de los que empezamos a trabajar tuviéramos los problemas que tuvimos a la hora de encontrar trabajo y para ser despedidos con facilidad.

Llego a Cádiz desde Tarifa en Septiembre de 1.969. Empiezo a trabajar en una contrata dentro de Astilleros como calderero-tubero. Un grupo de los que habíamos hecho un curso en la PPO logramos entrar en la Empresa de Astilleros Españoles y dejamos la contrata . A mí me echan a los 18 días ( eran 15 días el periodo de prueba). Se forma un buen revuelo porque ya todo el mundo sabe que “han echado al cura”.

Le escribo un informe a Añoveros y hablo personalmente con él para explicarle los hechos. Añoveros me apoya totalmente. Me pide que le escriba al Director de Astilleros pidiéndole una explicación. Le dije que no me contestaría, como así fue. Añoveros pretendía que le dijeran claramente que me habían despedido por ser cura. Pero él no entendía que por ese motivo me pudieran haber echado. Pero la empresa opta por el silencio como respuesta.

El Obispo me dice que comente con los compañeros los hechos y le pase un informe con las conclusiones. Hacemos una reflexión con un grupo de compañeros y al final vemos que no podemos hacer nada. Sólo sentir la impotencia igual que cuando despiden a muchos trabajadores sin motivo.

Añoveros está de obispo en Cádiz hasta Diciembre de 1.971. Ya por estas fechas la policía andaba detrás de los curas obreros. Había en Cádiz y en toda la Bahía un movimiento muy amplio de tipo reivindicativo en el campo social, también en el eclesial que a la policía traía de cabeza. Astilleros amanecía un dìa sí y otro también regado de octavillas llamando a la huelga, al paro… La policía de Cádiz estaba obsesionada con que los responsables de todo ese movimiento eran los curas obreros.

Recuerdo en una de mis últimas entrevistas en el despacho de Añoveros que me dijo con voz muy firme y convencido, como siempre hablaba: “A mí la policía me detiene a uno sólo de mis sacerdotes y me planto sentado delante de la Comisaría y hasta que no lo suelten no me levanto de allí”. Y estoy convencido que lo hubiera hecho. Como buen navarro, era tozudo y con gran carácter, como demostraria más tarde en Bilbao cuando se enfrentó a Franco que le puso un avión en el aeropuerto de Sondica, listo para expulsarlo del País. Pero él decía que el único al que el obedecía era al Papa y que si se atrevía a expulsarlo, excomulgaría al Jefe del Estado. Y por eso no se atrevieron con él.

Era un obispo de una valentía excepcional. Un gran profeta. De una fuerza evangélica inmensa, de una bondad enorme con todos, especialmente con los más humildes: con el portero del Seminario, con la gente sencilla del pueblo que lo saludaba y lo quería. Él se paraba por la calle con la gente humilde, siempre sonriendo.

Cuando empezó a tener los primeros problemas en Bilbao, un grupo de curas, seminaristas y seglares le escribimos desde Cádiz una carta en apoyo y solidaridad.

A mí personalmente me dejó una huella muy profunda. Yo a Añoveros lo llevo en mi corazón. No sólo porque fue el obispo que me ordenó, sino porque mi experiencia con él fue muy positiva y supo apoyarme en todo momento, a pesar de que mi relación con él, aunque cordial y afectiva, era también por mi parte, un tanto incordiante por mis inquietudes juveniles y mis exigencias de cambios en muchas cosas. Pero él supo estar ahí, apoyar, dar respuesta y lo que es más importante: dar calor humano, cercanía, afecto, cordialidad, alegría…

Poco se ha escrito del impulso que Añoveros dio al Movimiento de curas obreros en la Diócesis de Cádiz y Ceuta, cuando fuimos uno de los colectivos más numerosos de todas las diócesis de España y de los primeros en empezar.

Aquí pongo una breve reseña:

Comenzó aproximadamente sobre el año 1.969 cuando los sacerdotes de la Parroquia Ntra. Sra. Del Valle de Ceuta Antonio León y Francisco Gómez Cianca, párroco y coadjutor, empezaron a trabajar en una Fábrica de harinas en el Puerto de Ceuta.

Unos cuantos meses más tarde, en Cádiz, comenzamos a trabajar Alfonso Castro y Juan Cejudo. Nosotros empezamos viviendo la experiencia como parados. Alfonso había llegado a Cádiz, procedente de Salamanca, donde había estado de superior del Teologado de Cádiz. Yo, Juan Cejudo, venía de estar dos años como coadjutor en la Parroquia de San Mateo de Tarifa.

Pronto este núcleo de 4 curas obreros ( dos en Ceuta y dos en Cádiz ) fue creciendo con la incorporación de nuevos curas ( la mayoría jóvenes) que se incorporaban a este tipo de experiencia, con la autorización y visto bueno siempre de nuestro buen Obispo Añoveros.

En efecto : Gabriel Delgado, Pepe Vitini, Pedro Nolasco, Javier Fajardo, José Araujo, párroco de la Pastora( que trabajó en la carga y descarga en la lonja de frutas y verduras y repartiendo prensa) Rafael Pozo en Chiclana ( trabajando en el Butano) y luego un grupo de 4 curas vascos que estaban en L.Línea: José Ramón Pérez Perea, Carlos y otro compañero que no recuerdo su nombre, así como algunos otros que llegaban también de otras diócesis, como José Luís Muñoz y Horacio Lara , iban aumentando el grupo. También alguno empezó a trabajar como administrativo, como José Arana, o de profesor como el vasco José Antonio Ochoa . En la pesca trabajaron Andrés Avelino de Algeciras y Javier el vasco. Creo recordar que también había trabajando algún capuchino y un franciscano de Cádiz.

Es posible que en mi memoria algunos más me falten por señalar. Recuerdo que en una reunión que tuvimos los curas obreros con el Obispo D. Antonio Dorado, llegué a contar hasta 21.

Llegamos a ser un grupo muy numeroso y combativo que teníamos nuestras reuniones periódicas. También recuerdo que cuando llegó Dorado tuvimos varias reuniones con él, algunas muy tensas ( incluso nuestro colectivo le presionó con fuerza para que no destinara fuera de Algeciras a un compañero como él pretendía. Y conseguimos frenar aquel traslado)

También decir que fue a la salida de Añoveros a Bilbao con Dorado ya en Cádiz como Obispo, cuando se producen las primeras detenciones de los curas obreros y otros sacerdotes.

Con Añoveros no se hubieran atrevido.

Para mí Añoveros ha sido como el Helder Cámara español: valiente, profético, social, abierto, de gestos evangélicos muy serios. Que supo enfrentarse a los problemas verdaderos del Pueblo para denunciarlos con claridad.

Pero no es objetivo de este artículo hacer una historia en profundidad sobre la vida completa de Añoveros que otros , mucho mejor y más documentadamente, ya han hecho.

Sólo he pretendido aportar lo que fue mi experiencia personal con este gran obispo que fue Antonio Añoveros.

Ojalá hoy hubiera algunos obispos así de valientes y de proféticos y tan cercanos a los problemas del Pueblo!

Juan Cejudo Caldelas.-


Cádiz , 27 de Junio de 2.009

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