Mucho se ha escrito sobre el rechazo de la mayoría del clero guipuzcoano (77%) al nombramiento del nuevo Obispo de S. Sebastián Monseñor Munilla quien viene a sustituir a Monseñor Uriarte.
Se ha simplificado mucho en no pocos medios este asunto diciendo que es que el clero de Guipúzcoa quiere un obispo de corte nacionalista y no un obispo españolista.
La realidad no es esa. La realidad es que no se ha tenido para nada en cuenta las sugerencias del clero, quien pedía un obispo con un un perfil determinado para dar continuidad a la línea mantenida por Monseñor Uriarte: construcción de una Iglesia abierta, tolerante, participativa y plural, en línea con el Concilio Vaticano II. Pero desde el Vaticano, recogiendo las propuestas de Monseñor Rouco, Benedicto XVI se decide por un obispo de corte muy tradicionalista y conservador en línea opuesta al anterior pastor.
Hay que decir que esta política de cambio total de estilo en el nombramiento de obispos no es nuevo ahora. Ya en Latinoamérica, a los obispos más abiertos, partidarios de la Teología de la Liberación, cuando había que sustituirlos por enfermedad o dimisión, se iban cambiando por obispos de corte totalmente contrarios, de signo muy conservador.
Debemos decir que, aunque la normativa actual de la Iglesia deja el nombramiento de obispos en manos del Papa, este estilo tan absolutista para nada tiene que ver con lo que fue la práctica de la Iglesia en los primeros 1.000 años de su Historia, donde sí que había una participación mucho más democrática del clero y del pueblo.
Así el Papa S. León Magno: “El que debe ser puesto a la cabeza de todos, debe ser elegido por todos” (Epist. X, 6).
El papa Celestino I (Epist. IV, 5), en un texto famoso que quedó recogido, en el s. XI, por el Decreto de Graciano (c. 13, D. LXI): “No se imponga un obispo a quienes lo rechazan. Se requiere el consentimiento y el deseo del pueblo y de los sacerdotes”.
Clemente, tercer obispo de Roma: “ Los apóstoles impusieron la norma de que varones aprobados les sucedieran en el ministerio con el consentimiento de toda la Comunidad”
San Cipriano, obispo de Cartago, Carta 57.3.2 : “No se imponga al pueblo un obispo no deseado” .
San Hipólito, obispo de Roma : “Que se ordene como obispo a aquel que, siendo irreprochable, haya sido elegido por todo el pueblo” .
Por eso, el fondo de la cuestión es éste: ¿una iglesia de corte tradicionalista y conservadora o una Iglesia abierta, participativa, en línea con las directrices del Vaticano II?
A Roma poco le ha importado optar por la primera opción, aunque se haya puesto a la gran mayoría del clero en contra y sembrado la división en la iglesia vasca. Rouco, y Benedicto XVI saben muy bien lo que quieren e imponen sus criterios.
Ya lo hemos visto con el perdón del Papa a los excomulgados lefebvrianos, el auge de los movimientos católicos tradicionales: kikos, legionarios de Cristo, Comunión y Liberación, Opus Dei etc…y ahora la acogida al colectivo más conservador de la Iglesia anglicana.
Todo esto, mientras el Papa sigue queriendo enterrar la Teología de la Liberación en Latinoamérica y sigue sancionando a teólogos progresistas e ignorando a los colectivos de talante más abierto en la Iglesia.
Esto mismo es lo que está en juego en Guipúzcoa con el nombramiento, de modo autoritario, del nuevo Obispo de S. Sebastián Monseñor Munilla.
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Se ha simplificado mucho en no pocos medios este asunto diciendo que es que el clero de Guipúzcoa quiere un obispo de corte nacionalista y no un obispo españolista.
La realidad no es esa. La realidad es que no se ha tenido para nada en cuenta las sugerencias del clero, quien pedía un obispo con un un perfil determinado para dar continuidad a la línea mantenida por Monseñor Uriarte: construcción de una Iglesia abierta, tolerante, participativa y plural, en línea con el Concilio Vaticano II. Pero desde el Vaticano, recogiendo las propuestas de Monseñor Rouco, Benedicto XVI se decide por un obispo de corte muy tradicionalista y conservador en línea opuesta al anterior pastor.
Hay que decir que esta política de cambio total de estilo en el nombramiento de obispos no es nuevo ahora. Ya en Latinoamérica, a los obispos más abiertos, partidarios de la Teología de la Liberación, cuando había que sustituirlos por enfermedad o dimisión, se iban cambiando por obispos de corte totalmente contrarios, de signo muy conservador.
Debemos decir que, aunque la normativa actual de la Iglesia deja el nombramiento de obispos en manos del Papa, este estilo tan absolutista para nada tiene que ver con lo que fue la práctica de la Iglesia en los primeros 1.000 años de su Historia, donde sí que había una participación mucho más democrática del clero y del pueblo.
Así el Papa S. León Magno: “El que debe ser puesto a la cabeza de todos, debe ser elegido por todos” (Epist. X, 6).
El papa Celestino I (Epist. IV, 5), en un texto famoso que quedó recogido, en el s. XI, por el Decreto de Graciano (c. 13, D. LXI): “No se imponga un obispo a quienes lo rechazan. Se requiere el consentimiento y el deseo del pueblo y de los sacerdotes”.
Clemente, tercer obispo de Roma: “ Los apóstoles impusieron la norma de que varones aprobados les sucedieran en el ministerio con el consentimiento de toda la Comunidad”
San Cipriano, obispo de Cartago, Carta 57.3.2 : “No se imponga al pueblo un obispo no deseado” .
San Hipólito, obispo de Roma : “Que se ordene como obispo a aquel que, siendo irreprochable, haya sido elegido por todo el pueblo” .
Por eso, el fondo de la cuestión es éste: ¿una iglesia de corte tradicionalista y conservadora o una Iglesia abierta, participativa, en línea con las directrices del Vaticano II?
A Roma poco le ha importado optar por la primera opción, aunque se haya puesto a la gran mayoría del clero en contra y sembrado la división en la iglesia vasca. Rouco, y Benedicto XVI saben muy bien lo que quieren e imponen sus criterios.
Ya lo hemos visto con el perdón del Papa a los excomulgados lefebvrianos, el auge de los movimientos católicos tradicionales: kikos, legionarios de Cristo, Comunión y Liberación, Opus Dei etc…y ahora la acogida al colectivo más conservador de la Iglesia anglicana.
Todo esto, mientras el Papa sigue queriendo enterrar la Teología de la Liberación en Latinoamérica y sigue sancionando a teólogos progresistas e ignorando a los colectivos de talante más abierto en la Iglesia.
Esto mismo es lo que está en juego en Guipúzcoa con el nombramiento, de modo autoritario, del nuevo Obispo de S. Sebastián Monseñor Munilla.
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Bibliografía: *“Curas vascos: ¿escándalo o ejemplaridad?”, José MªCastillo, teólogo
*“Ningún obispo impuesto”. Foro de curas de
Madrid
Juan Cejudo Caldelas
Miembro de MOCEOP y de Comunidades Cristianas Populares
*“Ningún obispo impuesto”. Foro de curas de
Madrid
Juan Cejudo Caldelas
Miembro de MOCEOP y de Comunidades Cristianas Populares
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