jueves, 18 de marzo de 2010

ANTE EL DÍA DEL SEMINARIO EN EL AÑO SACERDOTAL.- Juan Cejudo, miembro de MOCEOP y de Comunidades Cristianas Populares


Un año más, se celebra el 19 de Marzo el día del Seminario. Debería ser una buena ocasión para reflexionar sobre la falta de vocaciones. Más, con motivo de este año sacerdotal que estamos celebrando

El arzobispo de Sevilla Juan José Asenjo ha reconocido que: "para nadie es un secreto que en estos momentos la Iglesia en Occidente y también en España está viviendo un largo 'invierno vocacional”.

Pero nadie se pregunta por qué. Siempre se tiende a buscar las causas fuera de la misma Iglesia: la Sociedad actual, los Gobiernos, las familias etc…

El Papa ha dicho recientemente: que existe una mentalidad "hostil a la fe, que incluso intentan impedir el ejercicio del ministerio" e indicó que es necesario volver al confesionario.
No parece que recurrir al confesionario ( que hoy ya nadie utiliza) o al Santo Cura de Ars que se pasaba muchas horas confesando, sea la solución a los problemas.

Yo me pregunto: en tiempos de Jesús ¿ no existía un ambiente paganizado por la influencia de la cultura romana en la Palestina ocupada?
¿Fue eso obstáculo para que el mensaje de Jesús se expandiera por todas partes y llegara incluso a la capital del paganismo, Roma?

Entonces los apóstoles eran verdaderos testigos del mensaje de Jesús, lo trasmitían con autenticidad, con coherencia y pagaban con su propia vida el hecho de ser cristianos, seguidores de Jesús.

Hoy, el sacerdocio está en crisis muy profunda. La edad media del clero ronda en España los 67 años y en no pocos lugares, los 75.

Los sacerdotes aparecen muchas veces como personas dedicadas a la atención al culto y a los sacramentos “sociales” (bodas, primeras comuniones, misas de difuntos, bautizos…).
La iglesias están medio vacías y con personas muy mayores, mujeres en su mayoría, sin presencia de jóvenes y de hombres. Ese modelo no puede ilusionar a la gente joven.

Además, el lenguaje que utilizan obispos y sacerdotes para hablar de normas morales, sexualidad, homosexualidad, relaciones prematrimoniales, el uso del condón, divorcios etc…es un lenguaje que causa rechazo e indignación en los jóvenes y la Iglesia en general aparece como una institución desfasada, poco evolucionada y muy alejada de la cultura y las aspiraciones del hombre de hoy.

Sí se valora la atención a los necesitados y de modo muy especial el compromiso de los misioneros en tantos países empobrecidos.

Lamentablemente, aunque sabemos que son casos muy concretos, los escándalos de pederastia en países como EEUU, Irlanda, Alemania, Holanda, Austria, Suiza, España etc…que trascienden mucho a la opinión pública, no ayudan nada a la buena imagen de los sacerdotes , como ha reconocido recientemente el Cardenal arzobispo de Viena que ha dicho: "¡Basta de escándalos! ¿Cómo hacemos nosotros para ser considerados sospechosos de infracciones que no hemos cometido? Porque siempre es toda la iglesia la que es señalada". Y ha admitido que el celibato es una de las causas de los problemas de pederastia y por eso debe haber un “cambio de visión” sobre el mismo. Y teólogos como Hans Küng y Drewerman han dicho recientemente que debe abolirse de una vez el celibato obligatorio.

Por eso creo, con toda sinceridad, que el modelo que hoy se ofrece de sacerdote está finiquitado y obsoleto. La Iglesia debiera hacer autocrítica y nunca lo hace.

El problema de la falta de vocaciones y de sacerdotes es especialmente grave en numerosos países de Latinoamérica donde han tenido que cerrar muchísimas parroquias.
Son muy numerosas las comunidades cristianas que se ven faltas de la celebración de la Eucaristía. La Jerarquía prefiere mantener leyes sin sentido ( celibato obligatorio) antes de que las Comunidades cristianas puedan beneficiarse de la riqueza de participar plenamente del sacramento de la Eucaristía. Son cada vez más frecuentes la sustitución de las eucaristías por celebraciones de la Palabra presididas por algún seglar por la falta material de sacerdotes.

La Iglesia se sigue enrocando en posiciones propias de otras épocas.

Se cierra a la posibilidad de que la mujer pueda ser sacerdote, de que las personas casadas puedan serlo, que haya un sentido democrático en la toma de decisiones eclesiales y se tenga de verdad en cuenta los puntos de vista de los laicos.

Por eso lo que está en juego es el modelo de sacerdote que se pretende seguir manteniendo, más de cara a cubrir las necesidades de la estructura eclesiástica, que de querer ofrecer, de verdad, soluciones urgentes a un problema que ya no admite más demora: el replanteamiento a fondo de los ministerios en la Iglesia donde debiera ser toda la comunidad cristiana quien asumiera todo el protagonismo, sin clericalismos ni imposiciones autoritarias….

Pero no parece que los máximos responsables de la Iglesia estén dispuestos a eso.

Habría que esperar que un nuevo Papa, más joven, quizá del Tercer Mundo, diera, como hizo el Papa Bueno Juan XXIII, un gran cambio en las estructuras anquilosadas de esta nuestra vieja y desfasada Iglesia.

11 de Marzo de 2010

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