sábado, 17 de julio de 2010

He terminado de leer el libro de José María Castillo: "La humanización de Dios". Juan Cejudo

Ya dije en uno de mis comentarios en este blog que este libro de Castillo tiene para mí un significado muy emotivo y especial. No es un libro cualquiera.

Es un libro que me regalaron mi hija y mi yerno cuando estaba a punto de salir del Hospital después de haber pasado un “mal trago” y estar hospitalizado durante mes y medio. Me lo dedicaron en la última página del libro donde pusieron: ”utilizamos esta página para que algún día el autor te firme la primera…”.

Luego, tuve la gran suerte de que Castillo estuvo en Cádiz presentando este mismo libro en Mayo, fui a escucharle y pude darle un gran abrazo y me dedicó el libro en la primera página como quería mi hija.

Debo decir que la dedicatoria es preciosa. Yo tengo una relación muy fluida con José María Castillo a través de Internet, además que hemos coincidido en muchísimas ocasiones en diversos encuentros. Por eso digo que este libro es muy, muy especial para mí.

Pero a lo que iba sobre la lectura del libro.

Hay que tener presente que este libro lo escribe José María en una Editorial no “católica” (Trotta) y, si no estoy equivocado, creo que es el primer libro que publica fuera ya de la Compañía de Jesús, de la que salió en Mayo de 2007. Quiere esto decir que estas circunstancias le facilita muchísimo su libertad para expresarse con toda claridad, sin estar pendiente de la posible “censura eclesiástica” que le impida obtener el “nihil obstat” pertinente.

Por mi parte he querido leerlo sin prisas. Subrayando todo lo importante ( que es mucho) y saboreándolo como un magnífico libro que es. No hay que decir que José María es un teólogo muy documentado y con una preparación fuera de toda duda.

Pero para mí lo verdaderamente importante es el fondo de las cuestiones que a lo largo del libro va planteando. Sería imposible para mí hacer ni siquiera un resumen de cada capítulo del libro. Eso se escapa de la dimensión de un artículo para este blog.

Sí decir algunas cosas muy fundamentales que él machaconamente va diciendo a través de sus páginas: que a Dios no le hemos visto y que quien nos habla de Dios es Jesús. Llegando a profundizar bien en Jesús, su mensaje, sus gestos, su forma de vida, sus palabras y el testimonio de su vida, podremos entender a ese Dios lejano e inaccesible.

Jesús se preocupa por la felicidad de la gente. Jesús busca sobre todo que la gente sea feliz. Quiere aliviar sufrimientos, suprimir penas y desgracias, dar vida plena a quienes la tenían amenazada o limitada

Choca con los poderes religiosos y políticos que lo tachan de embustero, escandaloso, subversivo, un peligro y una amenaza para el sistema, hasta el extremo que le costó la vida.
Debería haber un cambio radical de la Teología, pensada en función de Dios. Lo importante es el hombre: su vida, su dignidad, el disfrute de todo lo bello bueno y gozoso que los humanos podemos vivir en comunión, en relación los unos con los otros. El sábado debe estar para el hombre, no el hombre para el sábado.

Jesús en rompedor, no es sacerdote, es un laico. No quiere fundar una Iglesia, sino el Movimiento de los que creen en Él para extender el Reino de Dios. Un Reino dirigido especialmente a los más pobres y a los que más sufren.

No puedo alargar en este artículo todo lo que me enriquecido su lectura, porque habría que hablar capítulo por capítulo.

Pero, desde luego, lo recomiendo a todos

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