He sentido en mi interior la muerte de Pepe Jiménez como algo muy especial para mí.
A pesar de que en estos últimos años, por diferentes razones, apenas habíamos tenido contacto, es cierto que juntos hemos vivido experiencias para mí inolvidables.
Desde comienzos de los setenta, conocí a Pepe. Alguien me comentó que en la calle Santiago 10, bajo ( curiosamente en ese mismo número, pero en el 2º piso he vivido varios años ), un grupo de jóvenes se reunían allí. Era un local de los jesuitas. Me acerqué y conocí a Pepe. Desde entonces Pepe y yo mantuvimos una relación bastante estrecha.
Por aquellos años anteriores a la democracia, yo había sufrido muchas veces la triste experiencia del paro. Sé bien lo que significa eso. Organizamos la Comisión de parados de Cádiz. Nos movimos bastante. Pepe y yo estabamos juntos en aquellas movidas.
Recuerdo aquellas charlas que teníamos delante de las Asambleas de trabajadores por toda la Bahía: Aeronáutica, Bazán, Fábrica de Tabacos etc...
Juntos apoyamos aquel encierro de 40 parados en Santo Domingo en Diciembre de 1.979. Aquel mismo mes celebramos mi boda y la de dos compañeros más, parados de Santo Domingo, tenidas una detrás de otra en el Gobierno Civil. Allí estaba Pepe con todos los parados del encierro.
Y la Eucaristía que celebramos con un montón de gente en una casa del Barrio de Santa María la misma noche que nos casamos por lo civil. Allí estaba Pepe.
No se me olvidará aquella concentración que la Asamblea de parados convocó frente al Gobierno Civil en los albores de la democracia. Pepe y yo juntos, con un buen número de parados de todo Cádiz.
Y aquel empeño profético de Pepe queriendo convencer a la policía de que debía de colaborar con nosotros los parados porque nuestra causa era justa.
Y el jefe de policía que nos dijo :"Tenéis dos minutos para disolverse". Y Pepe que seguía dialogando con los policías ( yo a su lado) para convencerles. Hasta que lo detuvieron. Y yo me fui en el furgón de policía con él para no dejarlo sólo.
Y dentro del furgón aún seguía Pepe queriendo convencer a todos los policías de que debían de estar con nuestra causa...
Debo decirlo claramente: la experiencia mía en los años que estuvimos muy relacionados ( yo calculo desde principios de los setenta a los 90 más o menos), a mí Pepe siempre me pareció una persona ejemplar por su honestidad, coherencia, su serenidad, su bondad y aquella alegría interior que le brotaba en la mirada, como muy bien puede comprobarse en la foto que acompaña este artículo.
Luego, con Pepe también viví la experiencia de estar en la misma Comunidad Cristiana de base unos años, aunque luego aquella comunidad no siguió adelante.
Pero siempre estaba ahí Pepe animando a todos para vernos con cierta frecuencia.
También recuerdo aquel amplio artículo que escribimos él, Enrique Blanco (creo) y yo sobre los Carnavales de Cádiz y que publicó la Revista de la HOAC.
También Pepe nos invitó en el año 1984 al día de la HOAC que se celebró en Facinas. En la foto que aparece todo el grupo, detrás de una mesa, se ve a Pepe.
Recuerdo que estuvimos en su boda y que allí toqué la guitarra.
Era un hombre de verdadera fe. La transmitía, la vivía, la contagiaba...
Sentí de verdad haber pedido el contacto con él en los años posteriores.
Posiblemente nuestra marcha a L. Línea durante 11 años y también su militancia en la HOAC, de la que llegó a ser nombrado presidente nacional, influyera en esa separación.
Desde aquí quisiera dar un gran abrazo a su familia, especialmente su mujer e hijos ( que no conozco) y hermanos, de modo especial a Lorenzo con quien también compartí muchas experiencias aquellos años.
Se nos ha ido una excelente persona, un gran creyente, un magnífico militante.
Una información muy completa sobre las reacciones a su muerte se puede encontrar en: http://www.redasociativa.org/hoac/modules.php?name=Stories_Archive&sa=show_month&year=2010&month=08&month_l=Agosto
Cádiz, 30 de Agosto de 2010
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