Hace unas horas he leído en la prensa digital que se despide D. Antonio Ceballos como obispo de Cádiz y Ceuta y llega un nuevo obispo: D. Rafael Zornoza.
Quiero desde aquí despedir a quien durante 18 años ha sido mi obispo. Creo que, aunque en lo doctrinal se ha mantenido en las posiciones tradicionales de la Iglesia, sí que en su práctica pastoral ha sido un buen obispo comprometido con los temas sociales: mundo del trabajo, inmigrantes, clase obrera y en general con una sensibilidad clara por los más desfavorecidos de nuestra sociedad.
Personalmente, las veces que he hablado con él siempre me atendió con toda amabilidad y corrección en el trato.
Sé que en las hermanitas de los pobres de Jaen, donde ahora va, seguirá teniendo esa actitud de servicio y disponibilidad para quienes más le necesiten.
Le deseo en su nueva etapa que siga siendo fiel a su talante evangélico como hasta ahora.
Al nuevo obispo que ahora llega, mi saludo de bienvenida y desearle que siga esa estela que han dejado aquí obispos anteriores a él en esta diócesis tan marcada por los problemas sociales: paro, falta de viviendas, inmigración, exclusión social, problemas del mundo obrero, de la mujer, de la juventud...
Ya dije en un artículo anterior que no se está siguiendo la tradición de las primeras comunidades cristianas donde los fieles ponían y quitaban obispos.
Ahora se nombran los obispos desde Roma, después de oir al presidente de la Conferencia episcopal, al Nuncio y quizá al ordinario del lugar...Pero el pueblo no interviene para nada.
A pesar de haber venido de esta forma,tan poco participativa, le deseo al nuevo obispo de Cádiz y Ceuta lo mejor.
Dicen que siempre hay que conceder 40 días de gracia a los que empiezan a asumir nuevas responsabilidades.
Veremos si pasado ese tiempo, una vez que tome posesión en Octubre, el nuevo obispo consolida la línea de sus antecesores en el cargo: Añoveros, Dorado, Ceballos, como un obispo también con sensibilidad social y que da respuesta a los problemas de los más desfavorecidos y no sólo pendiente de resolver los asuntos intraeclesiales que sin duda serán muchos.
Una buena piedra de toque será poder comprobar si realmente tiene tiempo para ser obispo de todos: de los católicos más tradicionales y de los que somos más críticos con no pocas cosas de nuestra Iglesia.
Cuidar un sano pluralismo dentro de la iglesia me parece algo fundamental para ser de verdad obispo de todos.
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