jueves, 1 de marzo de 2012

LA CRISIS Y LA IGLESIA EN ESPAÑA. Juan Cejudo, miembro de Moceop y de Comunidades Cristianas Populares

 











Estos días se habla mucho de la postura que debiera tener la jerarquía de la Iglesia en España, ante la situación de crisis tan dura y prolongada en el tiempo, como la que estamos pasando.

El debate se suscita sobre todo, porque el gobierno italiano ha decidido que la Iglesia pague el IBI de sus propiedades para ayudar al país a solucionar la terrible crisis que también padece.

En España la Iglesia, en virtud de los acuerdos Iglesia-Estado, no paga impuestos. Según el historiador Stanley G. Paine, son unos 100000 las propiedades de la Iglesia en España, de ellas, sólo unos 5000 son edificios religiosos. El 80% del patrimonio artístico, es de la Iglesia. Ella tiene además 3000 museos y 103 catedrales.

Si la Iglesia pagara el IBI, serían unos 3000 millones de euros al año los que podrían entrar en las arcas públicas para contribuir a paliar un poco los problemas del país.

Ésto sería sólo un tímido paso de los muchos que podría aportar. No cabe duda que, si miramos al Evangelio, la actitud debería ser mucho más exigente. Porque Jesús no dijo nunca que sus seguidores tuvieran pertenencias, ni bienes, ni riquezas. En las primeras comunidades de cristianos, todos los bienes los ponían en común y nadie pasaba necesidad. Y los cristianos eran admirados por el pueblo.

Hoy la jerarquía parece guiarse por otros principios más mundanos, más pragmáticos, olvidando la figura y los preceptos de su fundador.

¿Qué sentido tiene, desde le punto de vista del Evangelio,  que la Iglesia hoy tenga tantísimos bienes y posesiones? Más, cuando la crisis golpea con muchísima fuerza a millones de personas sin trabajo, sin viviendas, con problemas asistenciales de todo tipo...

Ya que no es capaz de vivir como enseñó el Maestro, en desprendimiento total de bienes, al menos los obispos debieran tener algún gesto voluntario para ponerlo a disposición de un país en crisis muy profunda: pagar el IBI, o vender algunas de sus muchísimas propiedades, o ser capaces de autofinanciarse económicamente, sin ayuda estatal, como está recogido en los Acuerdos Iglesia-Estado, serían algunos de esos gestos que podría tener y que la sociedad sabría valorar.

Cuando a todos nos están recortando, también la Iglesia, de modo voluntario, debería ofrecerse a colaborar, renunciando a algunos de sus muchos privilegios.


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