Hoy cumple Benedicto XVI, 85 años. No es una buena edad para regir los designios de una Iglesia sumida desde hace mucho tiempo en una profunda crisis y que necesita cambios muy profundos.
A pesar de sus viajes mediáticos que, como el champán, deja el ambiente lleno de burbujas y luego todo desaparece, está claro que los años de su pontificado se han significado por una vuelta atrás hacia los años anteriores al Vaticano II. No voy a hacer ahora un análisis exhaustivo de su pontificado.
Sólo señalar algunos de los muchos gestos que ha tomado en esa dirección:
- Siguen las condenas a teólogos y sacerdotes que no se atengan estrictamente al "pensamiento único" que él pretende imponer desde Roma.
- Los problemas de pederastia han sido un cáncer que ha salido a la luz en estos años, aunque se fraguaron durante el pontificado de Juan Pablo II, como el caso de Maciel su gran amigo.
- No hay avances significativos en las relaciones con otras religiones, aunque sí ha buscado el acercamiento de los heréticos lefrevianos, mientras ha atacado sistemáticamente la teología de la liberación y ha atacado o ignorado otras corrientes más abiertas dentro de la Iglesia.
- La vuelta atrás con la promoción de la misa en latín.
- Cerrazón numantina en temas como el celibato opcional, el sacerdocio de la mujer y en temas de moral.
- No ha renunciado al poder de ser Jefe de Estado del Vaticano con todo lo que ello conlleva: nuncios, guardia suiza, moneda etc...
- Ha insistido hasta la extenuación en el sentido verticalista y jerarquico de la Iglesia, el "pensamiento único", sin dar opción a potenciar los mecanismos democráticos y participativos dentro de la Iglesia etc...
-En este sentido han sido muy numerosos los pronunciamientos de teólogos de gran prestigio como Hans Kung y otros y de diversos colectivos de sacerdotes y seglares en diferentes partes del Mundo. La respuesta siempre ha sido la misma: hay que "someterse" a la jerarquía, lejos de posturas de diálogo y acercamiento hacia ellos.
Los problemas del Mundo actual y de la Iglesia no son para tener un papa de 85 años. Es necesario un cambio profundo, por supuesto desde las bases, pero también arriba. Una persona joven, quizá africana o latinoamericana, con pensamiento y criterios abiertos, dispuestos a afrontar los terribles retos que tiene hoy la Iglesia. Entre ellos, no es un problema menor el de la falta de vocaciones, los seminarios casi vacíos y las iglesias semidesiertas.
La edad del clero está en algunos países europeos, cercana a los 70 años. Y los jóvenes que van entrando, de los movimientos ultraconservadores católicos, son personas con posturas mucho más conservadoras que las de los sacerdotes más mayores...
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