Los obispos andaluces han celebrado los pasados días 24 y 25 de Octubre su CXXIII Asamblea ordinaria.
Con la que está cayendo en España y en Andalucía desde el punto de vista de la crisis que nos azota con una crudeza imposible ya de soportar, parecía que nuestros obispos deberían haber hablado de ella y denunciado las causas de lo que está pasando: las operaciones especulativas que han provocado la burbuja inmobiliaria, el fraude y la evasión fiscal, los paraísos fiscales, el rescate a la banca con cantidades fabulosas y el no rescate a las personas que se ven abocadas a la desesperación y al suicidio en índices alarmantes, como estamos viendo estos días.
No digamos la desesperación para esos casi 6 millones parados en España y de las cerca de 1750000 familias donde todos sus miembros están en paro. Por no hablar de los centenares de desahucios diarios mientras hay en España 6000000 de pisos vacíos.
Ni han hablado de los responsables de esta crisis que tienen nombres y apellidos: los evasores, los que amnistían la evasión fiscal, los consejeros y directivos de grandes bancos, incluidos los expropiados, que se marchan con sueldos e indemnizaciones multimillonarias para escándalo de todos, los gobernantes que toman decisiones que agravan el sufrimiento del pueblo.
Creí que iban a hablar de la situación especialmente trágica de Andalucía, de la que ellos se supone que son los pastores, con un paro que se acerca ya al 1800000 personas.
No. nada de eso. Nuestros pastores han hablado del patrimonio, de los medios de comunicación social, del doctorado de S. Juan de Ávila y de Caritas regional.
Quizá estos obispos se han olvidado de aquello que decía el Vaticano II: "Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón".
Por eso esta Asamblea de los obispos andaluces ha sido verdaderamente decepcionante porque nuestros obispos parece que no viven en el mismo territorio que vivimos los demás andaluces, tan angustiados por tantos problemas tan graves como los que estamos viviendo.
Y, con ser muy importante la labor asistencial que Caritas está llevando en estos momentos, no se puede olvidar la responsabilidad que tienen de denunciar las situaciones de injusticia que estamos viviendo tan intensamente.
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