Aunque por motivos familiares no pude estar,
como me hubiera gustado, en la concentración convocada el pasado
viernes frente a la subdelegación del Gobierno en protesta por las
recientes muertes de inmigrantes en el Estrecho, quiero unirme desde aquí a esa concentración expresando mi indignación
porque aún sigan pasando estas cosas. Y porque no debemos jamás
resignarnos a ver estas muertes como algo normal porque, por desgracia,
sigan produciéndose con demasiada frecuencia.
Son
seres humanos que, a la desesperada, buscan una mejor solución a sus
vidas y a las de sus familiares. Una solución que no encuentran en sus
países porque un sistema económico injusto causa una mayor brecha entre países pobres y ricos.
La
muerte de este inmigrante en el Estrecho y la de esos 10 fallecidos y
13 desaparecidos en el Mar de Alborán, son, deben de serlo, un
aldabonazo que sacuda las conciencias.
Si los responsables políticos y económicos no toman medidas
para solucionarlo, debemos ser nosotros los ciudadanos quienes las
demandemos expresando por todos los medios posibles nuestra indignación y
nuestro rechazo.
Desde aquí también, mis condolencias a sus familiares aunque a ellos quizá nunca les llegue como me gustaría.
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