lunes, 8 de agosto de 2016

JERÓNIMO PODESTÁ, OBISPO CASADO (8 de agosto de 1.920- 8 de agosto de 2016). Juan Cejudo



El 8 de Agosto de 1920 nacía Jerónimo Podestá. Hoy hubiera 

cumplido, por tanto, 96 años.

Su aniversario es una buena ocasión para mantener viva su 

memoria.


Fue obispo de Avellaneda en Argentina. Impulsó en toda 

Latinoamérica el Movimiento de los curas obreros. Partidario

 de la Teología de la Liberación y amigo personal de Monseñor

 Hélder Cámara, se enfrentó a los sectores conservadores de su

 país y tuvo muy duras críticas a las políticas económicas del

 Gobierno. Defensor entusiasta del Concilio Vaticano II.


En 1966 conoció a Clelia Luro con la que empezó una relación 

sentimental. Clelia era separada con seis hijos



En 1967 tuvo un duro enfrentamiento con el nuncio, amigo del

 Gobierno del General Onganía. Fue obligado a dimitir de su 

diócesis. Jerónimo aceptó con la condición de ser recibido por 

el papa Pablo VI. Amenazado por la organización

 ultraderechista triple A, tuvo que salir del país con Clelia y se 

marcharon a Perú. En 1972 fue suspendido de su condición

sacerdotal y ese mismo año se casó con Clelia.



Juntos impulsaron con gran fuerza en toda Latinoamérica el 

Movimiento Internacional de Sacerdotes católicos casados en la

 Federación Latinoamericana para la renovación de los 

ministerios.


Jerónimo y Clelia trabajaron muy intensamente por extender 

el Movimiento que tomó gran fuerza en muchos de los países

 latinoamericanos: Argentina, Brasil, México, Ecuador,

 Perú....Igual que se había extendido por los demás continentes, 

llegando a alcanzar el número de 150.000, el colectivo de los 

curas casados en todo el mundo: más de un 30% del total de ellos.


Conocí personalmente a Jerónimo y Clelia en unos de los 

encuentros internacionales celebrados en Ariccia (Roma).

También coincidimos en Madrid en casa de Andrés y Tere,

coordinadores del MOCEOP, con motivo del encuentro 

internacional de curas casados. Guardo de ellos un recuerdo

imborrable. 



Juntos estuvieron también en mi casa en Cádiz en 

una ocasión, donde comieron y pernoctaron y pudimos 

conversar en un clima relajado, lejos de los encuentros y 

reuniones más formales en las que coincidimos. Con ellos 

también tuvimos una reunión en el campo, en Puerto Real 

(Cádiz), donde asistieron muchas personas y donde juntos 

celebramos la eucaristía. Quienes le conocieron lo recuerdan 

con admiración y cariño.



Jerónimo era la bondad, la dulzura, la ponderación en las

 formas, aunque siempre profundo en el fondo. Clelia era la 

fuerza, el empuje que Jerónimo necesitaba. Los dos formaban 

una pareja sacerdotal excepcional, que entregaron sus vidas a 

las causas sociales serias y a la transformación evangélica de la


 Iglesia.



De él, de ellos, todos debemos aprender y tenerlos siempre 

como referentes de vida.

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