domingo, 16 de diciembre de 2018

ALEJANDRO RODRÍGUEZ RIVERO: APOYO A RAFAEL VEZ. Juan Cejudo


Siguen llegando comunicaciones de apoyo a Rafael Vez, párroco de Conil.

En esta ocasión recibo este correo de Alejandro Rodríguez que expresa su apoyo a Rafael y cuenta su experiencia vivida en la Parroquia de San José Artesano de S. Fernando.

Me ruega publique su escrito y con mucho gusto lo hago para facilitar la libertad  de expresión, que no siempre es posible poder hacer en otros medios.

Saludos cordiales: Juan

Os dejo su escrito:

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Estimado Juan, te envío un artículo hablando de todo 
lo que he vivido concerniente a Zornoza, despido 
de San José Artesano, cesión en la Pastoral Juvenil 
Diocesana, ... en apoyo a Rafael Vez, por si tuvieras 
a bien compartirlo. 

En estos días también saldrá en prensa.

Un abrazo, 

Alejandro Rodríguez Rivero







Acordándome de las palabras del salmo, quisiera desde 
estas líneas mostrar públicamente todo mi apoyo y 
agradecimiento al Padre Rafael Vez Palomino por su 
valentía y su inestimable ayuda en la proclamación de la 
Verdad.

Me llamo Alejandro Rodríguez, y hasta el año 2012 fui 
el liturgo de la Pastoral Juvenil y Vocacional Diocesana, 
además de encargado de la Pastoral Juvenil de 
San José Artesano en el período 2004 - 2017, 
adjunto a la Sacristía de San José Artesano del 2014 al 
2017 y actual director del Coro "En Clave de Dios", 
antiguo "Coro Juvenil San José Artesano".

Poco tengo que añadir a lo que ya han comentado 
los amigos que han tenido el valor de decir 
lo que todo el mundo sabe, pero nadie expone, y es 
el malestar que ha traído la nefasta gestión por parte 
de Zornoza y sus allegados.

















El primer encontronazo fue con las consagradas de la 
Fraternidad Seglar en el Corazón de Cristo, 
instituto secular bajo la tutela de Monseñor desde su 
creación en Madrid, que vinieron a sembrar la 
discordia entre los componentes de la Pastoral Juvenil y 
Vocacional Diocesana, llegando incluso a hacer que se 
destituyeran tanto a delegados como a miembros.

En mi parroquia de entonces, San José Artesano, 
llegamos incluso a ser vetados por parte de los miembros 
del nuevo equipo de Pastoral Juvenil, dejando de recibir 
cualquier tipo de información por parte de ese estamento. 
Esto ademásfue extensivo a cualquiera a los que hubiéramos 
caído en gracia.

Años más tarde, coincidiría con el actual Vicario 
episcopal de la Bahía de Cádiz, que además de ser
nombrado nuevo Párroco en la parroquia, pasaría 
también a convertirse en mi jefe, pues empecé a trabajar 
como adjunto a la sacristía.

Al principio todo fluía normalmente, hasta que, aún no sé 
debido a que, empieza a tener un trato distante, frío. 
Poco después empezaría a dilucidar sobre temas 
parroquiales que a veces rayaban (incluso traspasaban) 
lo canónicamente incorrecto, pero que nada tenía que 
ver con mi trabajo. 






















Hasta que, tras haber cesado sibilinamente al Equipo 
de Economía Parroquial, fui despedido de manera muy 
irregular y fulminante. Fue de un día para otro, 
y además de no tener contrato escrito, ya que siempre 
achacaba que el tramite estaba moviéndose en el obispado, 
no fui dado de alta en la seguridad social.

Se me exponía que el motivo era económico, ya que la 
parroquia no podía hacer frente a mi sueldo (bastante 
inferior a lo que por convenio me pertenecía, por cierto).

Con más dolor que rabia por la situación que estaba 
viviendo, decidí al día siguiente comunicar mi cese 
como director al coro, ya que humanamente no podía
participar de la Eucaristía ante alguien que me había 
mentido y usado de esa manera.

Días después el coro, y por consiguiente el grueso 
de nuestra Pastoral Juvenil Parroquial, también se vio 
salpicado, recibiendo la llamada entre sollozos de una 
persona que nos había contratado para una celebración 
en la parroquia que decía haber recibido la llamada 
telefónica del Párroco, donde le decía de manera lapidaria 
que “no nos quería ver por allí”.

Consecuentemente, tomamos esa llamada como una señal 
de que también expulsaba al coro de la parroquia, 
por lo que, previo aviso, decidimos ir al día siguiente 
a recoger nuestras pertenencias, donde nos recibiría 
la asesora jurídica del obispado, Doña Carmen Lobato. 
El trato por parte de ésta fue totalmente vejatorio, 
llegando incluso a preguntar y echar fotos de todo lo que 
íbamos cogiendo, como si fuéramos a robar algo.

















Tras los hechos y el trato recibido, decido exponer y 
consultar el tema a mi abogada y mi asesora laboral, 
y tras meditarlo, decido tomar medidas legales en el 
asunto, lo que nos lleva a juicio.

Meses más tarde se celebra el juicio donde, tras las 
mentiras realizadas sobre mi labor y mi persona por 
parte del Párroco, su Vicario parroquial y su testigo, 
el juez dirime a mi favor.

Lo que debería de zanjarse en este punto, deriva en 
un año de persecución, escarnio y ensañamiento por parte, 
no sólo del Vicario episcopal de la Bahía de Cádiz y sus 
seguidores, sino de la mayoría de seguidores del Obispo, 
tanto laicos como sacerdotes y consagrados, llegando 
incluso a negarnos la participación en certámenes de coros, 
estancia en otras parroquias, vetándonos en todo tipo de actos,
dando toques de atención a entidades con las que colaboramos… 
Todo ello tanto a nivel grupal como 
personal. Esta situación sigue actualmente, más de un año 
después de que el juicio fuese celebrado.

















Es por todo lo dicho que sé de la veracidad en todo 
lo expuesto por Don Rafael Vez Palomino, y reiterándome 
con el principio de este escrito, vuelvo a mostrarle toda mi 
gratitud y mi apoyo incondicional, ya que ha sabido 
ser "la Voz del Bautista" en este "desierto" en el que dos 
o tres han convertido la Diócesis de Cádiz y Ceuta, 
“punta de lanza” para que otros puedan expresarse 
libremente, aunque sea tras el anonimato.

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