sábado, 3 de agosto de 2019

ASISTÍ EL PASADO DÍA 30 DE JULIO A LA PROYECCIÓN DEL DOCUMENTAL "EL CIELO ROJO SOBRE CÁDIZ". Juan Cejudo


Meses pasados estuvimos grabando con la empresa de comunicación Tesela, un documental sobre la Explosión de Cádiz. Era un trabajo para Canal Sur. Al fin, me invitaron para  asistir, junto a mi mujer, al estreno del documental en el multicines Centro, del Palillero.

Me impresionó al llegar, la cantidad de gente que había en la cola, que llegaba casi a la calle Novena.
Me acerqué a la entrada y allí los responsables nos invitaron a pasar directamente a la sala donde por cierto ya había muchísima gente sentada. Eran asientos reservados.

Pronto empezaron a  llegar más y más personas y la sala se llenó con unas 200 personas. Hubo que habilitar la otra sala que, me dijeron,  también se llenó de gente. Un éxito total de convocatoria.

Y la verdad que el documental estuvo magnífico en todos los sentidos.

Magníficos los testimonios de todos los testigos y víctimas de la Explosión que participamos. Especialmente impactante para mí el de Antonio González Zamorano, vecino hoy de Torrejón de Ardoz, hijo de la cocinera de la Casa Cuna que, al estar su padre en prisión, condenado por el franquismo por "comunista" y perder su madre, tuvo que quedarse en la vida sólo, de internado en internado, sufriendo todo tipo de calamidades hasta que pudo rehacer su vida.

Yo expuse también mi caso. Mi padre perdió la vida a 15 metros escasos de donde explotaron las bombas, ya que trabajaba de ajustador mecánico en lanchas rápidas y esa noche estaba de guardia, junto a su oficial, que perdió la vida al momento. Mi padre tardaría unos 10 minutos en morir, intentando en vano que el repostero, que estaba también aprisionado a su lado, pudiera ayudarle a dejarle libre al menos un brazo. Los dos estaban aprisionados por los escombros y al repostero le fue imposible ayudarle. 

Mi padre , con una brecha en la cabeza, producida por una viga que le cayó encima,  se iría desangrando, tardando  unos 10 minutos en mporir. Antes de morir pudo dejarle un importante encargo al repostero: "Si sales vivo de aquí, llégate a casa de mi mujer en la calle Bilbao y dile que la quiero mucho a ella y a mis hijos".

Aquel repostero, que estaría hospitalizado más de 3 meses, al salir del Hospital, se llegó a casa de mi madre a cumplir el encargo. Mi madre más tarde nos lo contaría a mi hermana y a mí.

Magníficas las exposiciones de José Antonio Aparicio contando todos los detalles de su investigación  en diferentes momentos. También las aportaciones de otros historiadores como José Antonio Hidalgo.

Me gustó mucho cómo hilvanaron la historia, que no se hizo pesada en ningún momento.

Me impactó, de modo muy sorprendente, todo el trabajo documental aportado con fotografías y vídeos de la época que no me pareció nada fácil de conseguir y de investigar. Un trabajo que a la responsable le habrá llevado, sin duda, muchas horas de trabajo.

Excelentes las fotografías y vídeos con mucha calidad.

Y para mí, lo más importante hoy -que quedó muy claro en el reportaje por parte mía-es hacer de este tristísimo suceso, una ocasión para reivindicar activamente, que se asuma, por parte de la Marina (y subsidiariamente del Estado) la responsabilidad de lo sucedido. 

Después del informe del comandante Bescós años antes de la explosión sobre la urgentísima necesidad de desmantelar esos depósitos de bombas en plena ciudad, que podría originar una catástrofe a nivel nacional y al que sus superiores no le hicieron caso, sería necesario insistir ante la Marina para que, aunque hayan pasado 72 años, se reconozca su responsabilidad (El comandante Bescós había sugerido un sitio alternativo en el Berrueco ), se pida disculpas a las víctimas y a la ciudad de Cádiz, mande desclasificar los archivos-hoy secretos- en Madrid y proceda a una indemnización a la ciudad de Cádiz y a las víctimas de alguna forma.

Pienso que la Marina debería ceder todo o parte de sus instalaciones en el Instituto Hidrográfico para que vaya allí el Museo permanente de la Explosión  y se haga un Monumento digno a las víctimas, no el que existe ahora que es ridículo, donde estén todos los 150 nombres de los fallecidos.

Y aquí el Ayuntamiento de Cádiz debería implicarse para reivindicarlo ante los organismos correspondientes y no dar la batalla por perdida. Hay razones más que de sobra para hacerlo pues las investigaciones de José Antonio, publicadas en su libro están más que claras..



Pocas tragedias habrá habido en España tan grandes como la Explosión de Cádiz con 150 muertos, 5.000 heridos y 500 edificios destruídos. Cádiz no ha dado el tratamiento que un suceso así tan trágico se merece.

Mis felicitaciones desde aquí a los compañeros de Tesela por su magnífico trabajo y a José Antonio Aparicio por su asesoramiento y su incansable dedicación para que esto no caiga en el olvido.

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