viernes, 31 de enero de 2020

ENRIQUE BLANCO, EL CERRO DEL MORO, LA EDUCACIÓN Y LA FORMACIÓN. Pedro Castilla Madriñán



Mi buen amigo y compañero Pedro Castilla me  pide difundir
 en mi blog este precioso artículo sobre Enrique Blanco que con
 mucho gusto lo hago. Este artículo lo publicó también "Diario
 de Cádiz" que se puede leer en el siguiente 

Aquí os lo dejo. 

Un cordial saludo: Juan
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ENRIQUE BLANCO, EL CERRO DEL MORO, LA EDUCACIÓN Y LA FORMACIÓN. Pedro Castilla Madriñán
Foto: Diario de Cádiz

¡Hola, amigo!, ¿cómo estás? Le pregunté. Ya ves, echándole valor a la vida. Creo que me respondió, a lo que añadí. A ti nunca te faltó el coraje ni la fe por la lucha. Se ríe y continuo. Gracias a ello conseguiste tantos logros por el bien de tu barrio y su gente. Asienta, regalándome una mirada orgullosa. Pero, debes dar gracias a la vida por esa excelente compañera que la vida te ha regalado, sostén y guía de tus incansables batallas sociales - me atrevo a decirle- sin ella nunca hubieses cosechado tantos triunfos para tu Barrio. Emocionado, lo reconoce
En ese momento, solitario y bastante emocionado, coloco una mano sobre el monolito dedicado a Enrique Blanco, con el que estaba hablando en solitario. Al poco, suelto unas lágrimas de agradecimiento y admiración por Enrique y por aquellas juntas directivas de la asociación de vecinos del Cerro del Moro, como Baldomero, Maíllo, Almenara, Cristóbal, Miguel Ángel, entre otros que, en la década de los ochenta, noventa y principios de siglo lucharon con generosidad, sensatez y espíritu de lucha por el bienestar de todos sus vecinos.


También recuerdo a esas ejemplares mujeres que, en asociaciones de vecinos o de mujeres, entregaron lo mejor de sus vidas por ayudar, formar o paliar los sufrimientos de sus vecinas y vecinos, como la propia Carmen Natividad, Carmen la de Cerro marcha, Lola, presidenta de Educadores, o Lucía Olano, entre otras y también la fructífera Asociación de Educadores Nuestro Barrio, con su Escuela-taller “Maestro Fermín Salvochea”, la cooperativa para mujeres INSOLA y el Centro Juvenil. Todas estas asociaciones, trabajaban en armonía y muy unidas por el “Barrio”. Y tenían muy claro que la “caña de pescar” es la verdadera solución a los problemas y no el parche que supone el asistencialismo.
Enriquito, le llamábamos en el colegio de “S. Rafael”, cuando compartimos años de vida en la primaria. Muy sociable, líder apreciado y maravilloso jugador de futbol. De familia humilde, pero de padres riquísimos en ofrecer una gran educación de la que surgió esa gran persona y excelente gaditano comprometido con su pueblo y con su barrio, como es Enrique Blanco. Y admirable padre de tres prodigiosos hijos.


Aún recuerdo cuando, después de muchísimos años sin vernos, acudió a nosotros para que le “echáramos un cable” en la educación y formación de los niños y jóvenes del Cerro del Moro. Una de sus principales preocupaciones, además del empleo, la erradicación de la droga y de la vivienda-donde tan crucial colaboración ofrecieron Fermín del Moral, desde la Junta, y Enrique Huget, desde Dragados.
Sin duda alguna, Enrique, su compañera Carmen y otras personas más del barrio, supieron tomar la antorcha del responsable y comprometido servicio a sus vecinos, como, en la década de los setenta, supieron encender aquellos inolvidables curas que, abnegadamente, se volcaron con el Cerro del Moro Jesús Maeztu, Goyo y Juan Cejudo sembrando semillas de dignidad humana, que más tarde darían sus frutos gracias a personas como Enrique y Carmen y las asociaciones mencionadas.
Enrique Blanco, durante muchos años perteneció a la HOAC (Hermandades Obreras de Acción Católica) asumiendo la presidencia provincial por un tiempo y acompañando al gaditano Pepe Jiménez en sus viajes a Madrid, cuando fue nombrado presidente nacional.



Con el horizonte del milenio el barrio fue transformándose; derrumbe de un perímetro de murallas que lo convertían en un gueto llamado antiguamente “la ciudad sin ley”, nuevas viviendas, mejoras de las infraestructuras con nuevas plazas, parques y jardines y hasta una nueva parroquia y amplios locales para la Asociación de vecinos. El esfuerzo de Enrique Blanco y resto de componentes de la Junta y anteriores presidentes, había dado sus frutos. El “Cerro” dejaba de ser un suburbio para convertirse en un barrio más de Cádiz, donde la droga apenas existía, se reducía el índice de desempleo y donde reinaba la alegría, la ilusión y la vida.
El milenio avanzaba y la asociación de vecinos se mudaba a las nuevas instalaciones, dejando el espacio completo a “Educadores Nuestro Barrio”. Enrique, Carmen y resto de la Junta, se esforzaban por dar contenido a los nuevos locales de la Asociación, siempre pensando en las verdaderas necesidades de la gente; Gimnasio para los jóvenes y mujeres, coordinación con otros barrios, ofertas culturales y una gran biblioteca para los jóvenes del barrio. Este empeño obstinado de Enrique, consciente de la importancia de la formación, posibilitó que muchos jóvenes del barrio dispusieran de un cómodo local y materiales para poder desarrollar sus trabajos. El fracaso escolar disminuía ostensiblemente. A la Asociación Juvenil y Escuela-taller, también acudían jóvenes de otros barrios cercanos y lejanos.



Dejé mi remembranza y desde la calle o plaza de Enrique Blanco, me dirigí a la acera, frente a la terraza-balcón de su casa, sentí su espíritu, su nobleza y su presencia, como también la pude percibir en el paseo que di por todo el Barrio. La gente me detenía para darme la noticia de Enrique. Me emocioné nuevamente con el recuerdo de su digna lucha y de su obra, reconocida por todos los vecinos. No tengo dudas; Enrique continua vivo. Y es que, como decía Alí Primera: “Los que luchan por la vida no merecen llamarse muertos”.




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