lunes, 12 de octubre de 2009

MANIFIESTO FINAL DE LA II ASAMBLEA DE REDES CRISTIANAS




Os ofrecemos íntegro el Manifiesto que se leyó al finalizar la II Asamblea de Redes Cristianas, y que representa el sentir de las personas que hemos tomado parte en él.

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“ES UN MOMENTO OPORTUNO”
Los grupos que formamos parte de Redes Cristianas, procedentes de todo el estado español, nos hemos encontrado en Bilbao para celebrar nuestra II Asamblea. Encuentro que nos ha permitido saber quiénes somos, conocernos más y poner en común nuestras esperanzas y dificultades.


Nos unen valores, sentido de la trascendencia, compromiso y trabajo en ámbitos similares. Una vez más hemos comprobado que las razones que nos impulsan a vivir estos valores en nuestros grupos nos impulsan también a compartirlos con otros grupos.


Por eso creemos que es un momento oportuno para comunicar esta Buena Noticia a otros colectivos y comunidades, más allá de nosotros mismos. Porque sabemos que somos muchos más de los que creemos. Y muchos más que los que hoy nos encontramos en Redes.

Es un momento oportuno para las personas, comunidades, movimientos de base. Las instituciones, todas, sufren desde hace tiempo un imparable proceso de erosión en su credibilidad. También nosotros lo sentimos así. No esperamos demasiado de ellas.


En cambio ante la soledad o la sensación de vivir en el desierto o en la frontera, y ante los retos del mundo actual, consideramos que es oportuno acompañarnos, crear espacios en los que, por pocos que seamos en cada grupo, podamos explicarnos y nos sintamos formando parte de una comunidad más grande.


Ante la rápida y progresiva secularización de nuestro entorno, es un momento oportuno para impulsar espacios en los que podamos reconocernos como creyentes.


Vivimos como un hecho positivo estar en un mundo ya definitivamente laico, que define por sí mismo los criterios éticos, políticos o morales acerca de los grandes interrogantes sobre la vida, el comportamiento humano, la justicia o la paz; que defiende la libertad de conciencia como un bien para todos; que en sus actuaciones no permite ya más injerencias que las que proceden de la razón; en el que no son ya posibles más privilegios a las confesiones religiosas; un mundo en el que las expresiones públicas de la experiencia religiosa personal van quedando progresivamente difuminadas. Por eso, en medio de este saludable anonimato, es necesario promover encuentros para reconocernos y también para establecer un diálogo serio con las otras espiritualidades laicas que surgen desde la ciudad secular.

Ante la difícil situación por la que hoy atraviesa el mundo: crisis económica, paro, deslocalización de empresas, es un momento oportuno para plantear alternativas de justicia y abrir nuevos caminos de solidaridad.


La liberación, que está en el núcleo de todas las religiones, es también liberación de las dificultades materiales. Compartimos el criterio del último Foro Social Mundial que proclamaba que esta crisis no deben pagarla los pobres. Vivimos en un mundo gravemente enfermo y herido. Ante tanto sufrimiento es necesario encontrarse para, desde las distintas sensibilidades, establecer puentes entre nosotros y con otros actores sociales con los que compartimos criterios y compromisos.

Es un momento oportuno por el fenómeno creciente de la inmigración. Consideramos la inmigración como una oportunidad y un reto, no como un problema. Se trata de una riqueza, del todo inédita en la historia, que de manera generalizada diferentes sensibilidades ante la trascendencia o diferentes maneras de entender y relacionarse con Dios puedan convivir en un mismo territorio.


El diálogo interreligioso no se hará ya desde las jerarquías de las iglesias o en congresos de expertos, sino desde la calle, en el colegio, en la escalera, en el supermercado. En nuestros ambientes haremos lo posible para fomentarlo con naturalidad desde las mismas bases.

En los últimos tiempos hemos empezado a ser conscientes de los nuevos problemas que amenazan a la humanidad: agotamiento de recursos naturales, malversación de la madre naturaleza, la insostenibilidad de nuestro modelo de crecimiento, la opresión que de ello se deriva para los países productores de materias primas, el recurso a la violencia y a la guerra para obtener estos recursos, etc.


Estamos al final de una larga ilusión fundada sobre la posibilidad de un crecimiento indefinido que a la vez es necesariamente injusto. Ante esto vemos que es momento oportuno para plantear la necesidad del decrecimiento como única alternativa para salvar el planeta y la vida de las generaciones futuras, y a decidirnos por fin por una mayor austeridad en nuestros hábitos de consumo.

Día a día aparecen en los medios de comunicación vergonzosos actos de violencia de género, desde la violencia doméstica hasta el tráfico de personas para la prostitución. Se trata de un cáncer que corrompe las relaciones humanas en su sentido más noble. Es un momento oportuno para reflexionar sobre la dignidad de toda persona como una maravillosa obra de Dios, sin distinciones de género, condición social o inclinación sexual y, si fuera el caso, denunciar a los agresores y proteger a las víctimas.


Es un momento oportuno para el debate sobre educación y la formación de las conciencias. La agitación que en este momento sufre el sistema educativo en su totalidad, desde la Educación Primaria hasta la Universidad y desde los contenidos hasta la educación en valores, es el reflejo de la importancia que las diferentes fuerzas sociales dan a la educación.


Se afirma que estamos en un verdadero cambio de civilización. Ante cambios tan profundos en el sistema productivo, modelo cultural y en las relaciones personales, no queremos que el sistema educativo sea simple reproductor de la actual estructura social, al contrario, debe ser el medio fundamental que facilite el alumbramiento de una sociedad más respetuosa, más igualitaria y más libre.


Es sobre todo un momento oportuno para plantear una necesaria regeneración moral. La crisis actual tiene muchas facetas, pero probablemente su punto de partida es su vertiente ética y cultural. Contra la idea de que no hay alternativa, hay que desarrollar el imaginario social e impulsar las alternativas desde la base.


Contra la incoherencia entre lo que decimos y lo que hacemos –tan frecuentemente motivo de escándalo- hay que fomentar los hábitos de la fidelidad y de la congruencia. Contra la obscenidad de la situación actual de violencia e injusticia en el mundo hay que buscar una nueva fundamentación ética de la sociedad. Todo ello significa una enorme exigencia y esfuerzo, pero sin estos componentes es imposible superar la crisis a favor de la liberación de las mayorías e incluso de nosotros mismos.


Aquellos que creemos en el sentido trascendente de la persona tenemos mucho que aportar porque históricamente los valores de las religiones, se expresan a través de propuestas y comportamientos de la ética.

Al finalizar esta II Asamblea Redes Cristianas queremos proclamar una vez más que Jesús de Nazaret, su persona y su vida, sigue siendo nuestro primer referente, el principal motor también de nuestras personas y de nuestas vidas. Igual que Él en su momento, hoy nosotros en este momento de crisis queremos estar cercanos a las víctimas, no sólo en teoría o en vagos deseos sino con hechos concretos.


Es un momento especial, un momento oportuno, don de la vida, soplo del espíritu, un regalo que no podemos dejar pasar.


Bilbao, 11 de octubre de 2009

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