martes, 13 de octubre de 2009

Protesta calculada. Editorial de "El País"

La manifestación contra el aborto evidencia el oportunismo del PP y de la cúpula episcopal

El próximo sábado, Madrid será de nuevo el escenario de una manifestación que se prevé masiva, protagonizada por los sectores más conservadores. Esta vez, bajo el lema de Cada vida importa, protestan contra la reforma de la ley del aborto. Cuarenta asociaciones provida son las convocantes y el Partido Popular y la Conferencia Episcopal han aplaudido públicamente la iniciativa.

La reforma homologa nuestra legislación a la del resto de Europa y aporta mayores garantías jurídicas tanto a las mujeres como a los médicos que practican la interrupción voluntaria del embarazo.


Desde ese punto de vista resulta sorprendente que el PP y la Conferencia Episcopal sólo reaccionen cuando un Gobierno socialista establece la ley o trata de reformarla. Mantenerla en sus términos, como hizo el Ejecutivo de José María Aznar durante ocho años o el propio Rodríguez Zapatero durante su primera legislatura, no resulta motivo de escándalo.


Así que es difícil creer al portavoz de los obispos, Juan Antonio Martínez Camino, cuando asegura que los prelados no actúan con cálculos de oportunidad política. Su actitud, como la del PP, suscita la sospecha de que irrita más recordar que hay una ley que permite el aborto voluntario (en este caso para reformarla) que la misma existencia de la norma.

Las argumentaciones en contra de la ley se centran, oficialmente, en la novedad de permitir a las jóvenes de 16 y 17 años a que aborten sin el permiso de sus padres. Esa misma derecha que prepara su viaje a Madrid sabe que la mayoría de los padres apoya a sus hijas a la hora de tomar una decisión tan traumática; pero sabe también que el problema de la norma actual es que aboca a algunas jóvenes al aborto clandestino y, por tanto, peligroso para su salud y su vida.

Pero también resulta poco creíble que éste sea el principal escollo moral para los convocantes. Ni su lema ni sus argumentos se concentran en él. Atacan el principio general de la posibilidad de abortar en las primeras semanas de embarazo con gruesas afirmaciones. "Un pueblo que mata a sus hijos es un pueblo sin futuro", ha dicho la Conferencia Episcopal Española.


Y resulta inexplicable que los propios obispos, una vez arrojada una piedra de tal calibre, escondan la mano. Han decidido no echarse a la calle junto a los manifestantes a los que animan. Sí se manifestaron contra la ley de matrimonio homosexual, que les debe parecer más reprobable. En esta protesta tampoco estarán los principales dirigentes del PP, partido que apoya la marcha, pero, atención, no oficialmente.


La interrupción voluntaria del embarazo es un derecho de las mujeres, pero también comporta una decisión traumática a evitar con una buena educación sexual. La hipocresía y el oportunismo que exhiben algunos dirigentes políticos y sociales no ayuda a afrontar la realidad social y a establecer un debate serio y profundo sobre sus problemas.

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