Ese día, mi padre Ramón, de 34 años, moría justo en el mismo lugar que explotaron las minas antisubmarinas. Una viga le destrozó la cabeza y sus últimas palabras fueron para su mujer y sus hijos.
Aquel día, a él, que trabajaba para la Armada y era un excelente ajustador mecánico, no le tocaba estar de guardia. Pero se cambió por otro compañero porque un amigo se lo había pedido. Fue su destino.
Tengo grabado en el recuerdo de mi infancia perfectamente, haber ido con mi madre a donde trabajaba mi padre (hoy Instituto Hidrográfico de la Marina) y haber pasado justo al lado de aquellas minas antisubmarinas y haber tocado con mis dedos aquellos "pinchos" que sobresalían. Ahí se puede comprender qué grado de seguridad tenía aquel material tan destructivo que estaba al alcance de cualquiera
Yo era muy pequeño, pero aún recuerdo aquella noche ( sobre las 10) en que se hizo la oscuridad y el cielo de Cádiz se volvió rojo. Yo me agarré a los pantalones de mi abuelo mientras mi madre había bajado a pedir peregil a una vecina.
Tengo guardado como un tesoro un pergamino que los compañeros y amigos de mi padre entregaron a mi madre junto con una bicicleta el día de los Reyes de 1948, donde pone: "Recuerdo de los compañeros de tu padre. Enero de 1948"
Después recuerdo las calles de Cádiz con las calles llenas de cristales. Por eso se hizo famoso aquel dicho: "Cádiz tacita de plata, con las calles de cristales el día de la Explosión"
Aquel acontecimiento hizo que fuéramos a vivir a San Roque con mi madre y un tío mío cura a pasar allí nuestra infancia.
Dicen que fueron 152 los muertos y unos 5.000 los heridos, aunque otras fuentes de quienes llenaron los coches de cadáveres insisten en que ese número es muy corto y que fueron muchísimos más los fallecidos. ¿Las causas? Mucho se ha escrito sobre eso.
Posiblemente quien más lo haya investigado sea el filólogo José Antonio Aparicio en su libro "La noche trágica de Cádiz", editado recientemente por la diputación gaditana. Una reseña del mismo se puede ver en la siguiente dirección: http://www.lukor.com/literatura/noticias/portada/09062613.htm
Por mi parte, sólo pretendía dejar constancia de ese, para mí, inolvidable aniversario que me hizo vivir prácticamente sin padre toda mi vida y que ahora, con el paso del tiempo, voy recuperando retazos de su personalidad y de su forma de ser.
2 comentarios:
hola juan, interesante historia,
que de tu padre y tu familia y tú. habian vivido tan cerca
este acontecimiento.
un saludo de:PEPE ROMAN
Hola, Pepe: me alegra encontrar tu comentario. Efectivamente, la Explosión de Cádiz marcó profundamente mi vida, la de mi hermana y la de mi madre. Aunque al final, creo que fue para bien.
Pero no se me olvidará en la vida.
Un fuerte abrazo: Juan
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