miércoles, 26 de enero de 2022

RESEÑA DEL LIBRO “LA COMPASIÓN EN UN MUNDO INJUSTO” DE JUAN JOSÉ TAMAYO. Juan Cejudo, miembro de MOCEOP y de Comunidades Cristianas Populares

 




Acabo de terminar de leer el libro de Juan José Tamayo “La compasión en un mundo injusto”.

Un libro escrito durante el pasado confinamiento en el que el autor, sin moverse de su casa, realiza diversos viajes: viajes al interior de él mismo, el viaje hacia el cuidado de la casa que “requiere interés, dedicación, inteligencia y fuerza de voluntad”, un interesante viaje por la biblioteca de su casa de varios miles de volúmenes y el viaje por varias virtudes hasta llegar a la compasión donde se ha detenido para escribir el libro.


Una virtud ésta de la compasión “bajo sospecha”, porque suena a sentimentalismo, a lástima, pero que Tamayo la define como una pasión que se dirige al sufrimiento de los otros y considerando a los que sufren como personas iguales a nosotros, para luchar contra las causas que provocan ese sufrimiento.


El capítulo II como él mismo dice es la espina dorsal del libro. En él analiza el mundo estructuralmente desigual e injusto en que vivimos que se manifiesta en desigualdades e injusticias como la ecológica, la xenofobia hacia inmigrantes y refugiados, la injusticia de género, el descarte de millones de personas, la injusticia cultural y económica, el retorno al fascismo, el cristoneofascismo...La actual pandemia ha provocado y sigue provocando enormes desigualdades, pues se ha cebado con las personas más vulnerables. Mientras los países desarrollados se han puesto dos y tres dosis de vacunas, en el continente africano apenas ha llegado la vacunación.



Va analizando y desmenuzando Tamayo estas brechas de desigualdad y de injusticias:

- En lo ecológico, como muy bien ha desarrollado el Papa Francisco en su encíclica Laudato Si. También el ecoteólogo Leonardo Boff viene desde hace años denunciando estas terribles amenazas gravísimas contra la Madre Tierra. Ejemplo claro de esta crisis ecológica es la situación en la Amazonía, especialmente durante el gobierno de Bolsonaro en Brasil, donde se triplicaron los incendios y la deforestación salvaje aumentó hasta en un 278%. Igualmente, en el espacio marino se produce una gravísima pérdida de biodiversidad debido a la acidificación de los océanos, la destrucción del habitat marino y la sobreexplotación de los recursos pesqueros.


Leonardo Boff dice: “O cuidamos la vida en todas sus formas, especialmente la vida humana y cuidamos nuestra casa común la Tierra, o podemos poner en peligro nuestra presencia en este planeta”.







- Insolidaridad con inmigrantes y refugiados:


30.000 personas han perdido la vida en el Mediterráneo. Para Europa estas personas carecen de valor. Los más vulnerables son niños y niñas, mujeres, los homosexuales que sufren acoso y vejaciones continuas, ... ¿Se podrían haber evitado estas muertes, se pregunta Tamayo? Sí responde. ¿Cómo?

Obligando a los gobiernos a cumplir los protocolos internacionales de acogida a personas refugiadas, estableciendo rutas seguras de migraciones, apoyando y no demonizando a las organizaciones humanitarias que trabajan sobre el terreno, con políticas de apoyo a los países de origen, eliminando fronteras, fomentando el diálogo intercultural, no construyendo y mucho menos vendiendo armas mortíferas, penalizando la xenofobia, negando legitimidad a gobiernos corruptos etc.






-Injusticia de género: odio contra la vida de las mujeres


El neoliberalismo sexual encuentra en la desigualdad de género una fuente importante para legitimar su discurso,

El patriarcado mantiene la discriminación de la mujer por razón de género, identidad sexual, etnia etc..

El cóctel tóxico de sexismo y misoginia se dejó notar durante el mandato de Donal Trump en EEUU y las mujeres figuran para el patriarcado como las últimas colonias del capitalismo.



- La necropolítica y teoría del descarte.


El poder decide quienes pueden vivir y quienes deben morir en un momento dado. Ha quedado claro durante los primeros meses de la pandemia en que se cursaron órdenes de que los ancianos infectados no debían ir a los hospitales, sino dejarlos morir.


Tamayo pone varios ejemplos de práctica necropolítica: el apartheid sudafricano, la colonización de Palestina, el terrorismo suicida, los campos de refugiados/as, la tortura institucionalizada, los ataques a las personas LGTBI…. El Papa Francisco denuncia continuamente esta política del descarte: “la economía de la exclusión y de la iniquidad mata”



-La injusticia económica e injusticia cultural

- La injusticia cognitiva


son otras señales de estas desigualdades donde impera la monocultura del saber, del progreso, de la naturalización de las jerarquías, de lo universal como único válido, de la productividad…


- La vuelta del fascismo


Fascismo social que se da en las relaciones sociales por parte de los grupos poderosos y fascismo político que impone un modelo dictatorial que excluye cualquier forma de nacionalismo, el racismo, la xenofobia, la aporofobia, el patriarcado y un modelo económico depredador de la naturaleza.


-El cristoneofascismo, nueva religión


El fascismo avanza en países como Italia, Alemania, Austria, España… En EEUU diferentes movimientos evangélicos fundamentalistas apoyaron a Donal Trump. En Brasil Bolsonaro también obtuvo el apoyo de las megaiglesias evangélicas.



En España se da una alianza entre VOX y organizaciones ultracatólicas como Hazte Oir, Infocatólica, Asociación de abogados cristianos, El Yunque, Germinans Germinabit, etc... y un nutrido grupo de obispos ultraconservadores. Estos grupos practican el odio contra el feminismo, el matrimonio igualitario, los colectivos LGTBI, los inmigrantes, el laicismo, el ecologismo…



- La pandemia selectiva


Se ceba en aquellos grupos que son más vulnerables: mujeres, trabajadores precarios, parados, personas sin techo ancianos, los que malviven en campos de refugiados, inmigrantes,discapacitados, temporeros sin papeles…..


Todas estas situaciones dramáticas nos llaman a cambiar nuestro estilo de vida insolidario y fomentar la compasión.



El capítulo III lo dedica a la Compasión en las religiones.


La compasión es una actitud fundamental de Dios que es sensible al sufrimiento y la opresión, aunque no siempre las personas creyentes y no creyentes han demostrado tener compasión con los más vulnerables.


La compasión ha sido claramente puesta de manifiesta en los textos de la Biblia: Éxodo, literatura sapiencial, Salmos, Profetas. La legislación hebrea defiende los derechos de los huérfanos, las viudas y los extranjeros.


La compasión es la opción fundamental de Jesús de Nazaret. Él siempre está atento a los sufrimientos de las mayorías, de los empobrecidos, de las personas enfermas y discapacitadas, de las gentes privadas de dignidad, de las mujeres culpabilizadas y oprimidas. La parábola del Buen Samaritano lo deja claro y curiosamente la persona compasiva no es ni el sacerdote ni el levita que pasaron de largo.



La compasión está en el programa de las bienaventuranzas. Pero el Jesús compasivo será un peligro para el poder político y religioso que lo matará. Porque es una compasión que le lleva a la indignación. Indignación con la religión oficial y sus teólogos. El los provoca porque infringe las leyes judías. Las leyes están al servicio del hombre y no el hombre al servicio de las leyes.


Indignado con los poderes religiosos, económicos, políticos… Por eso lo tratarán como a un subversivo.





En el islam Dios aparece también como un ser compasivo y misericordioso. Todas las suras del Corán (menos la novena) comienzan con “En el nombre de Dios, el compasivo, el misericordioso…”

En el islam la compasión es inseparable de la justicia. Dios llama la liberación de los oprimidos y anima a luchar contra la tiranía, la explotación y la opresión de los seres humanos.


En el budismo igualmente la compasión es fundamental. Como bien lo expresa el Dalai Lama: “Toda revolución espiritual entraña una revolución ética. Hay que cultivar valores como la compasión, el perdón, la eliminación del sufrimiento, la amistad, el amor, la solidaridad…” Hay que denunciar la injusticia estructural y el imperialismo. Hay que implicarse en los movimientos de resistencia global, la lucha contra las estrategias de la globalización neoliberal y la búsqueda de alternativas políticas, sociales y económicas inclusivas


Igualmente en el hinduismo y en las comunidades indígenas de Amerindia la compasión es fundamental.


La compasión es un principio teológico fundamental. Jon Sobrino pone a las personas sufrientes en el centro de la teología. Igual que Sobrino, en la teología del autor del libro, Tamayo, está siempre muy presente el sufrimiento de los seres humanos. Una teología que se hace cargo del dolor de las víctimas, que denuncia a los victimarios y toma partido por las personas, los colectivos y la naturaleza sufriente que gritan de dolor. Tamayo detalla una relación muy amplia de personas con vida compasiva de todas las religiones e ideologías y describe los distintos sistemas de dominación contrarios a la compasión en el curso de la historia, proponiendo al mismo tiempo las alternativas necesarias para hacer realidad esta compasión en los sistemas políticos, sociales, culturales, ecológicos y económicos…



No hay compasión sin justicia, sin reconocimiento de la dignidad de los seres humanos, sin la igualdad y justicia de género, sin reconocer nuestra eco-dependencia con la naturaleza y nuestra interdependencia, sin la defensa de los derechos humanos, sin hospitalidad, sin el fomento de los valores comunitarios, sin una espiritualidad liberadora, sin practicar la justicia y denunciar las injusticias…


Un capítulo entero dedica Tamayo a analizar la teología política de Johann Baptist Metz, que, impactado por el Holocausto de Auschwitz, comprendió que no podía hacer teología al margen del sufrimiento de los pobres y oprimidos del Mundo.


Muy interesante el capítulo VII dedicado a la Compasión como memoria subversiva de las mujeres olvidadas, las que han sufrido todo tipo de discriminaciones, la igualdad de sus derechos y de su libertad, a las que se les han destruido sus esperanzas...y narra las alternativas necesarias para una ética emancipadora a propuesta por el feminismo y que él detalla.


En el capítulo IX habla del Diálogo entre ciencia y religión como ejemplo de compasión. Una relación que, en opinión del autor, debe ser de colaboración e interacción crítico-constructiva, en la que cada una se ubica en su propia esfera, al tiempo que abandona todo intento de absolutización.


En el capítulo X, titulado Hacia una ética de la compasión, Tamayo se refiere a distintos autores filosóficos como Schopenhauer, Levinas, Judith Butler y Joan Carles Mèlich y va exponiendo de modo sistemático las aportaciones de cada uno de estos autores a la ética de la compasión.


El último capítulo del libro, precioso: Hacia una mística de ojos abiertos, corazón solidario y amor políticamente eficaz. Va citando a distintos maestros místicos como Raimon Panikkar, Gustavo Gutiérrez, Hans Küng, Johann-Baptist Metz, Pedro Casaldáliga, Dorothee Sölle, Leonardo Boff, Jon Sobrino, Juan Martín Velasco, Cristina Kauffmann, Karl Rahner...Y a otras como María Zambrano, Cristina Kauffman, Maetro Eckart, Margarita Porete, Juan de la Cruz, el sufí Ibn Arabi, el poeta persa Rumi o el sacerdote colombiano Camilo Torres.





Jesús de Nazaret, el Cristo Liberador, el indignado con las injusticias y compasivo con quienes las padecen es un gran místico. El cristianismo es una religión mística, no sólo como experiencia espiritual, sino como experiencia política, solidaria, que busca los rostros de las personas y colectivos humanos doloridos y sufrientes y que tiene su fuerza en la compasión.





Se pregunta Tamayo al final de su libro: ¿es posible vivir la mística de la compasión y hablar de ella hoy? Y contesta: sí pero con dos condiciones. Una, ponerse del lado de las víctimas que generan los sistemas de dominación y los grupos religiosos fanáticos que matan en nombre de Dios, dos, asumir el compromiso de solidaridad con las personas y los colectivos que sufren como lo hizo la II Asamblea General del Episcopado latinoamericano en Medellín en 1968.


MI VALORACIÓN


Un libro, sin duda, necesario para nuestra vida como seres humanos y cristianos. Tamayo pone la compasión en su verdadero sitio, lejos del sentido que con frecuencia se le da a esa palabra, como señal de lástima o de pena ante quien sufre. La compasión lleva a un compromiso serio y profundo con quienes sufren, sean personas, colectivos o pueblos enteros.


Admiro en este libro la cantidad de autores de diferentes ideologías y religiones que Tamayo va citando en su libro, en relación con la compasión y la extensa relación de personas que en la historia han vivido intensamente de modo compasivo.

Un libro que me ha enriquecido mucho y que animo a todos a leer y profundizar para madurar en nuestro compromiso como seres humanos y cristianos.


Y el libro me deja un interrogante: ¿la Iglesia da ejemplo siempre de vivir la compasión?






















































































































































































































































































































































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