viernes, 19 de agosto de 2016

UN DÍA PARA MÍ MUY INTENSO EN EL 69 ANIVERSARIO DE LA EXPLOSIÓN DE CÁDIZ. Juan Cejudo

Foto: Diario de Cádiz

Nunca había asistido otros años a la conmemoración del aniversario de la Explosión de Cádiz.
Me parecía muy protocolario y oficialista los actos del Ayuntamiento conmemorando de modo muy breve en la ofrenda floral el aniversario de la Explosión.

Este año era distinto. Había un programa de actos mucho más participativo por la mañana y por la tarde. Además José Antonio Aparicio,  me había invitado expresamente a la conferencia de la tarde para que expusiera mis vivencias tenidas aquel trágico día en que falleció mi padre en el mismo lugar donde explotaron las bombas.

Este año el Ayuntamiento también hizo la ofrenda floral. En ausencia del alcalde, Ana Fernández , alcaldesa accidental, hizo la ofrenda y pronunció unas palabras que me gustaron:

"Tenemos el deber de recordar a las víctimas e incidir en que esa noche se vivió un acto de solidaridad de muchísimas personas, tanto civiles como militares....Aún no ha habido una disculpa oficial del Estado por esa tragedia y sufrimiento...Tenemos el deber y responsabilidad en que la memoria de las víctimas no caiga en el olvido. Siempre estarán en nuestra memoria"




José Antonio Aparició, autor del libro "La noche trágica de Cádiz" cuya edición se agotó en dos meses y que debería ser reeditado por la Diputación, comenzó una visita guiada por los principales lugares de la catástrofe.

Bajamos, dentro del recinto del Instituto Hidrográfico, hasta el mismo lugar donde explotaron las bombas: 200 toneladas. Allí recordó, entre otros muchos fallecidos - 26-, al compañero de mi padre y a mi padre que murieron los dos a escasos metros de donde explotaron las bombas.

Para mí este momento fue uno de los más emotivos de todos. 69 años después, puede estar por vez primera en el lugar donde murió mi padre.

Luego, de vuelta ya , más arriba, comentó el sitio donde Pery Junquera y varios marineros apagaron, de noche y sin luz, un fuego muy cercano al 2º almacén donde se almacenaban otras 100 toneladas de explosivos evitando una tragedia mayor. Tragedia que ocasionó la cifra de 150 muertos, unos 10.000 heridos y miles de viviendas dañadas de diversa consideración.

Luego, salimos a la calle Tolosa Latour . Allí explicó como aquella calle se llamó la calle de la Amargura. Allí perdieron la vida 94 personas. Se detuvo en detallar cómo familias enteras perdieron a todos o varios de sus miembros. Luego, frente al solar donde estaba la Casa de Cuna, también explicó cómo afectó allí la tragedia. De los 199 niños que había perdieron la vida 26 además de 12 sirvientas y seis monjas.


Terminó la visita guiada frente al antiguo Puente de S. Severiano y la Barriada España con explicaciones concretas sobre el alcance de la tragedia en aquella zona.

José Antonio, que ha investigado el tema de la explosión de modo muy exhaustivo, vive intensamente lo que comenta. Terminó su explicación emocionándose recordando algunas historias de aquella tragedia.







Por la tarde, a las 8 en la Casa de Iberoamérica se empezó poniendo un vídeo con imágenes inéditas de la Explosión. 
Hay que decir que la sala estaba a rebosar y muchos no pudieron entrar y lo seguían desde fuera. Hubiera sido un acierto haber podido tener un espacio más amplio, aunque es verdad que nunca se sabe cuánta gente puede venir a una charla y es difícil hacer previsiones de asistencia.

Volví a emocionarme al ver en una diapositiva la foto de mi padre en su carnet de miembro de la Maestranza como ajustador mecánico de 1ª.

Se fueron intercalando experiencias de varias personas que sobrevivieron a  la tragedia con explicaciones de los distintos investigadores como José Marchena, José Antonio Hidalgo, Jesús Núñez, Miguel Ángel García Díaz y Miguel Ángel López y también los doctores Evaristo fernández y Fernando Venero.

José Antonio fue quien expuso con todo detalle las causas y consecuencias de la Explosión y cuyo contenido no expongo aquí por no alargar en exceso.

La verdad que las experiencias y vivencias de quienes hablaron ponían los pelos de punta. Fue de lo que más me agradó de toda la noche porque era el testimonio en vivo y en directo de los protagonistas: las víctimas de la tragedia, casi siempre ignoradas. Allí se veía y se palpaba todo el sufrimiento inmenso de quienes más sufrieron las consecuencias de la tragedia.




Casi al final del acto, José Antonio me citó, junto a dos señoras a subir para aportar mi experiencia.

Dije que de aquel día (yo tenía 6 años) sólo recuerdo el cielo rojo (no se me olvidará en mi vida) y llorando, agarrado a los pantalones de mi abuelo, pues mi madre había bajado por perejil a casa de una vecina.

También dije que yo había estado en el lugar de la explosión de niño, con mi madre y que había llegado a tocar con mis dedos los pinchos (como yo siempre he dicho) de las bombas

Conté lo que sabía: mi padre aquella noche no le tocaba ir a trabajar, pero era fue porque aquella noche estaba de guardia un amigo y quería estar con él. Sé también que el jefe del taller donde aquella noche estaba echando alguna horas extra (en la Cuesta de las Calesas) le animó a quedarse porque le venía bien para el trabajo, incluso se ofreció a hablar con el mando de la Base, pero mi padre no quiso porque decía que no quería deberle ningún favor a nadie. Y se fue a la Base de lanchas rápidas a hacer su turno.

Conté cómo murió porque quedó aprisionado de los dos brazos entre los escombros sin poder moverse junto a su compañero ( que murió al instante) y el repostero que también aprisionado, no pudo ayudarle a liberar al menos un brazo. A mi padre le había caído una vida en la cabeza y se fue desangrando poco a apoco. Estuvo unos diez minutos hablando con el repostero. Antes de morir le dejó encargado que si él sobrevivía, fuera a ver  a su mujer a decirle de su parte que la quería mucho y a sus hijos. Fueron sus últimas palabras.

Al decir ésto, no pude evitar emocionarme ante el auditorio que respondió con aplausos.

Posteriormente el cadáver de mi padre sería reconocido en el Cementerio por dos hermanos de mi madre.

Dije para terminar que reivindicaba la idea de los investigadores de hacer en Cádiz un Museo permanente sobre la Explosión. También que el Estado debía de indemnizar a las víctimas y a la ciudad de Cádiz pues nadie ha sumido responsabilidades, cuando está claro que las hubo.

Y que en ese museo o en otro lugar, se debería de poner los nombres y apellidos de todas las víctimas: Las víctimas están invisibles. No aparecen. En la Iglesia de San José había una placa con muchos de los fallecidos (donde estaba mi padre), pero ya no está.

También reivindiqué que el libro de José Antonio "La noche trágica de Cádiz" fuera reeditado porque se agotó en dos meses y a muchos nos interesa tenerlo.

Di las gracias a José Antonio y a todos los que han hecho posible estas jornadas que han sido muy interesantes y que se debe potenciar cada año.

Para mí ha sido un día muy especial y emotivo que me ha traído recuerdos de mi infancia. Aquella tragedia marcó la vida de mi familia: mi madre, mi hermana y yo que tuvimos que irnos de Cádiz a vivir en San Roque con un hermano de mi madre, cura.

Terminó la jornada pasadas las 10,30 de la noche con una intervención de la coral Virelay que me pareció magnífica muy bien entonada y conjuntada, en homenaje a las víctimas.

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