Compañeros, as: Redes Cristianas acaba de difundir un Comunicado, contestando a las últimas declaraciones de Vox en las que pide sean deportados masivamente más de 8 millones de inmigrantes con sus hijos.
También exige a la Diócesis de Almería que retire su proyecto de convertir su cerrado Seminario en un lugar para acoger y apoyar a inmigrantes. Aquí os lo dejo.
Saludos: Juan
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«Hay que deportar a más de ocho millones de inmigrantes,
aunque muchos hayan nacido aquí, vivan aquí o tengan hijos
españoles para sustituir a la población autóctona.» (Vox)
Ante las palabras infames y profundamente deshumanizadoras que Vox ha
vertido contra los inmigrantes —incluyendo la amenaza de expulsar a más
de 8 millones de personas que viven, trabajan, estudian y han nacido en
España—, los ciudadanos y ciudadanas de este país no podemos ni debemos
permanecer en silencio.
Decir que los inmigrantes vienen a vivir de ayudas, que colapsan
servicios, que amenazan nuestra identidad o seguridad, no solo es falso:
es indecente.
La realidad —observable y medible— desmiente esta narrativa tóxica:
los inmigrantes trabajan en condiciones más duras, más precarias, y en
sectores donde la población autóctona ya no quiere o puede trabajar: en
el campo, en la hostelería, en el cuidado de mayores, en el transporte,
en la limpieza, en la sanidad. Sostienen nuestro sistema público con su
esfuerzo y con sus cotizaciones.
Además, son ellos quienes están manteniendo viva la natalidad en un
país envejecido y estancado demográficamente. Son padres y madres que
trabajan y crían, que aportan a nuestras aulas, a nuestros barrios, a
nuestro porvenir. Y aún con todo esto, siguen siendo blanco de mentiras y
odio.
Por otra parte, Vox también “exige” a la diócesis de Almería que
retire su muy interesante proyecto de dedicar su seminario, ahora
cerrado, a acoger y apoyar inmigrantes. Una iniciativa promovida por el
Servicio Jesuita a Inmigrantes y que comenzará a funcionar el próximo
mes de septiembre, con el apoyo del obispado.
¿Dónde está la ética cristiana de quienes agitan estas ideas? El Evangelio, lejos de sembrar miedo, exige hospitalidad: «Fui extranjero y me acogisteis»
(Mateo 25,35). El Papa Francisco ha sido claro: “Nadie es extranjero en
la casa común”. Ha condenado el racismo, el rechazo al migrante, y ha
recordado que cada ser humano tiene una dignidad inalienable.
Desde la perspectiva del Derecho Internacional, la protección de las
personas migrantes no es un capricho: es una obligación. España ha
firmado convenios que protegen sus derechos, que condenan la
discriminación, que promueven la convivencia. Los derechos humanos no se
negocian, no se votan, no se subordinan a encuestas ni a cálculos
electorales.
¿Dónde están los obispos españoles que, con tanto ardor, defendían a
Vox? ¿Por qué se callan? ¿Por qué no levantan su voz ante una clara
ofensa a los más pobres y vulnerables? ¿Por qué se tolera la mentira
organizada, financiada con dinero público? ¿Tenemos que seguir
subvencionando a quienes mienten, dividen, insultan y socavan la
democracia desde dentro? ¿Es que no hay límites, ni responsabilidad, ni
decencia?
Deberían ser los obispos proféticamente valientes y alzar su voz para
decir públicamente a todo el mundo que personas que rechacen a los
inmigrantes no son cristianas, por mucho que quieran presumir de ello.
Exigimos a estos falsos políticos que se retracten. Que abandonen la
manipulación como estrategia política. Porque en este país no sobra
ningún ser humano honesto, trabajador y digno. Lo que sí sobra es el
discurso del odio, el populismo que señala al débil para proteger al
poderoso, la ideología del miedo y del desprecio.
Si alguien sobra en este país, es Vox y su filosofía de exclusión.
Sobra su desprecio a los valores constitucionales, a la convivencia, a
la verdad.
Este no es solo un clamor político: es un deber moral. La España que
queremos no levanta muros ni propaga mentiras. La España que somos
abraza, convive, defiende la justicia. No callaremos. Porque la dignidad
humana está por encima de cualquier frontera o bandera. Y porque lo que
está en juego no es solo el presente de los inmigrantes, sino el alma
de nuestro país.
Desde Redes Cristianas gritamos: ¡Basta ya de odio! ¡Sí a la verdad, a la justicia y a la fraternidad!