La Resurrección de Jesús llena de esperanza la vida de un cristiano.
Casi siempre se ha interpretado de modo muy literal todo lo relacionado con la resurrección: el sepulcro vacío, las variadas apariciones a los apóstoles y discípulos...
Hoy no pocos teólogos cuestionan la literalidad de muchos de esos pasajes. Pero ninguno de ellos discute lo fundamental: Jesús resucita, vence a la muerte, triunfa sobre el mal. El crucificado es el resucitado.
Como dice Pagola, Jesús está por la vida. Tenía razón cuando se volcaba en curar las enfermedades y las dolencias. Tenía razón Jesús: Dios hace justicia con los ajusticiados inocentes. Por eso debemos seguir esforzándonos por construir un mundo más justo.
Dios se identifica con todos los condenados inocentes. Él Resucita a Jesús.
Jesús sigue vivo hoy y muy presente allá donde hay dos o tres reunidos en su nombre. Allá donde la comunidad reunida escucha su palabra y hace presente el memorial de la muerte y resurrección de Jesús.
El Espíritu de Jesús está hoy muy vivo en su Iglesia ( que no son sólo los cardenales, obispos y el papa) y en el Mundo. En todos aquellos que luchan porque otro Mundo sea posible. Los que trabajan de corazón dando lo mejor de ellos mismos ayudando a tantas personas que lo necesitan aquí y en el Tercer Mundo.
En cuantos luchan por una Iglesia más evangélica, más al estilo de Jesús: sin autoritarismos, sin privilegios, sin poder, sin dinero, volcados con los que más sufren y apoyando tantas causas justas y necesarias aquí y en tantas otras partes del Mundo...
Nuestra fe en el Resucitado nos debe llevar a unirnos unos con otros para que el triunfo de la vida sobre la muerte, de la justicia sobre la injusticia, de la bondad sobre el mal, de la igualdad sobre las terribles desigualdades sociales sea una realidad lo antes posible...
Jesús realmente esta muy vivo. ¡Siento su espíritu en tantas gentes...!
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