Se
puede leer íntegra la encíclica en el siguiente enlace:
He
valorado muy positivamente que por fin un papa haya decidido dedicar
una encíclica íntegramente a la ecología. Es una encíclica muy
amplia y completa. Uno tiene la impresión de estar viendo cómo un
papa habla, no desde la alejada cátedra de Pedro en Roma, sino desde
la calle, con las palabras y formulaciones de cuantos estamos
preocupados por los temas ecológicos.
Denuncia
con firmeza a un sistema económico-político mundial que favorece
los intereses de las grandes multinacionales pòr encima del interés
del pueblo y de la humanidad. Por éso esta encíclica ha sido muy
bien valorada por muchísima gente,especialmente por los sectores
ecologistas y populares. También por las minorías étnicas e
indigenas que viven en medio de la naturaleza y sin embargo ha sido muy
criticada por los poderes políticos y financieros que destruyen la
naturaleza sólo por la ambición del dinero y los negocios.
Merece
la pena leerla aunque sea larga.
He
subrayado de la Encíclica las siguientes frases:
Introducción:
Merecen
una gratitud especial quienes luchan con vigor para resolver las
consecuencias dramáticas de la degradación ambiental en las vidas
de los más pobres del mundo. (13)
Hay
una íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta
(16)
Capítulo
primero: Lo que le está pasando a nuestra casa
La
tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso
depósito de porquería. (21)
Si
la actual tendencia continúa, este siglo podría ser testigo de
cambios climáticos inauditos y de una destrucción sin precedentes
de los ecosistemas, con graves consecuencias para todos nosotros. El
crecimiento del nivel del mar, por ejemplo, puede crear situaciones
de extrema gravedad si se tiene en cuenta que la cuarta parte de la
población mundial vive junto al mar o muy cerca de él, y la mayor
parte de las megaciudades están situadas en zonas costeras. (24)
Por
eso se ha vuelto urgente e imperioso el desarrollo de políticas para
que en los próximos años la emisión de anhídrido carbónico y de
otros gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente, por
ejemplo, reemplazando la utilización de combustibles fósiles y
desarrollando fuentes de energía renovable. En el mundo hay un nivel
exiguo de acceso a energías limpias y renovables. (26)
Un
problema particularmente serio es el de la calidad del agua
disponible para los pobres, que provoca muchas muertes todos los
días. Entre los pobres son frecuentes enfermedades relacionadas con
el agua, incluidas las causadas por microorganismos y por sustancias
químicas. (29)
Este
mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen
acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida
radicado en su dignidad inalienable. Esa deuda se salda en parte con
más aportes económicos para proveer de agua limpia y saneamiento a
los pueblos más pobres. (30)
De hecho, existen «propuestas de
internacionalización de la Amazonia, que sólo sirven a los
intereses económicos de las corporaciones transnacionales»[24].
Es loable la tarea de organismos internacionales y de organizaciones
de la sociedad civil que sensibilizan a las poblaciones y cooperan
críticamente, también utilizando legítimos mecanismos de presión,
para que cada gobierno cumpla con su propio e indelegable deber de
preservar el ambiente y los recursos naturales de su país, sin
venderse a intereses espurios locales o internacionales. (38)
Pero
hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico
se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la
justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el
clamor de la tierra como el clamor de los pobres. (49)
Estas
situaciones provocan el gemido de la hermana tierra, que se une al
gemido de los abandonados del mundo, con un clamor que nos reclama
otro rumbo. Nunca hemos maltratado y lastimado nuestra casa común
como en los últimos dos siglos (53)
Llama
la atención la debilidad de la reacción política internacional. El
sometimiento de la política ante la tecnología y las finanzas se
muestra en el fracaso de las Cumbres mundiales sobre medio ambiente.
Hay
demasiados intereses particulares y muy fácilmente el interés
económico llega a prevalecer sobre el bien común y a manipular la
información para no ver afectados sus proyectos. (54)
Capítulo
segundo: El Evangelio de la creación
Por
eso se requiere una preocupación por el ambiente unida al amor
sincero hacia los seres humanos y a un constante compromiso ante los
problemas de la sociedad. (91)
Por
consiguiente, todo planteo ecológico debe incorporar una perspectiva
social que tenga en cuenta los derechos fundamentales de los más
postergados. El principio de la subordinación de la propiedad
privada al destino universal de los bienes y, por tanto, el derecho
universal a su uso es una «regla de oro» del comportamiento social
y el «primer principio de todo el ordenamiento ético-social»[71].
La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el
derecho a la propiedad privada y subrayó la función social de
cualquier forma de propiedad privada. San Juan Pablo II recordó con
mucho énfasis esta doctrina, diciendo que «Dios ha dado la tierra a
todo el género humano para que ella sustente a todos sus habitantes,
sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno»[72].
Son palabras densas y fuertes. Remarcó que «no sería
verdaderamente digno del hombre un tipo de desarrollo que no
respetara y promoviera los derechos humanos, personales y sociales,
económicos y políticos, incluidos los derechos de las naciones y de
los pueblos»[73].
Con toda claridad explicó que «la Iglesia defiende, sí, el
legítimo derecho a la propiedad privada, pero enseña con no menor
claridad que sobre toda propiedad privada grava siempre una hipoteca
social, para que los bienes sirvan a la destinación general que Dios
les ha dado»[74].
Por lo tanto afirmó que «no es conforme con el designio de Dios
usar este don de modo tal que sus beneficios favorezcan sólo a unos
pocos»[75].
Esto cuestiona seriamente los hábitos injustos de una parte de la
humanidad[76].
(93)
Capítulo tercero: Raíz humana de la crisis ecológica
Si
bien no hay comprobación contundente acerca del daño que podrían
causar los cereales transgénicos a los seres humanos, y en algunas
regiones su utilización ha provocado un crecimiento económico que
ayudó a resolver problemas, hay dificultades importantes que no
deben ser relativizadas. En muchos lugares, tras la introducción de
estos cultivos, se constata una concentración de tierras productivas
en manos de pocos debido a «la progresiva desaparición de pequeños
productores que, como consecuencia de la pérdida de las tierras
explotadas, se han visto obligados a retirarse de la producción
directa»[113].
Los más frágiles se convierten en trabajadores precarios, y muchos
empleados rurales terminan migrando a miserables asentamientos de las
ciudades. La expansión de la frontera de estos cultivos arrasa con
el complejo entramado de los ecosistemas, disminuye la diversidad
productiva y afecta el presente y el futuro de las economías
regionales. (134)
Capítulo
cuarto: Una ecología integral
No
hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola
y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución
requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para
devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar
la naturaleza. (139)
La
falta de viviendas es grave en muchas partes del mundo, tanto en las
zonas rurales como en las grandes ciudades, porque los presupuestos
estatales sólo suelen cubrir una pequeña parte de la demanda. No
sólo los pobres, sino una gran parte de la sociedad sufre serias
dificultades para acceder a una vivienda propia. La posesión de una
vivienda tiene mucho que ver con la dignidad de las personas y con el
desarrollo de las familias. Es una cuestión central de la ecología
humana. Si en un lugar ya se han desarrollado conglomerados caóticos
de casas precarias, se trata sobre todo de urbanizar esos barrios, no
de erradicar y expulsa (152)
La
ecología humana es inseparable de la noción de bien común, un
principio que cumple un rol central y unificador en la ética social.
Es «el conjunto de condiciones de la vida social que hacen posible a
las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y
más fácil de la propia perfección (156)
No
estamos hablando de una actitud opcional, sino de una cuestión
básica de justicia, ya que la tierra que recibimos pertenece también
a los que vendrán. Los Obispos de Portugal han exhortado a asumir
este deber de justicia: «El ambiente se sitúa en la lógica de la
recepción. Es un préstamo que cada generación recibe y debe
transmitir a la generación siguiente»[124].
Una ecología integral posee esa mirada amplia. (159)
Se
requiere advertir que lo que está en juego es nuestra propia
dignidad. Somos nosotros los primeros interesados en dejar un planeta
habitable para la humanidad que nos sucederá. (160)
El
ritmo de consumo, de desperdicio y de alteración del medio ambiente
ha superado las posibilidades del planeta, de tal manera que el
estilo de vida actual, por ser insostenible, sólo puede terminar en
catástrofes, como de hecho ya está ocurriendo periódicamente en
diversas regiones. (161)
Capítulo quinto: Algunas líneas de orientación y acción
Para
afrontar los problemas de fondo, que no pueden ser resueltos por
acciones de países aislados, es indispensable un consenso mundial
que lleve, por ejemplo, a programar una agricultura sostenible y
diversificada, a desarrollar formas renovables y poco contaminantes
de energía, a fomentar una mayor eficiencia energética, a promover
una gestión más adecuada de los recursos forestales y marinos, a
asegurar a todos el acceso al agua potable. (164)
La
estrategia de compraventa de «bonos de carbono» puede dar lugar a
una nueva forma de especulación, y no servir para reducir la emisión
global de gases contaminantes. Este sistema parece ser una solución
rápida y fácil, con la apariencia de cierto compromiso con el medio
ambiente, pero que de ninguna manera implica un cambio radical a la
altura de las circunstancias. (171)
Los
países pobres necesitan tener como prioridad la erradicación de la
miseria y el desarrollo social de sus habitantes, aunque deban
analizar el nivel escandaloso de consumo de algunos sectores
privilegiados de su población y controlar mejor la corrupción.
(172)
La
sociedad, a través de organismos no gubernamentales y asociaciones
intermedias, debe obligar a los gobiernos a desarrollar normativas,
procedimientos y controles más rigurosos. Si los ciudadanos no
controlan al poder político -nacional, regional y municipal-,
tampoco es posible un control de los daños ambientales (179)
Se
pueden facilitar formas de cooperación o de organización
comunitaria que defiendan los intereses de los pequeños productores
y preserven los ecosistemas locales de la depredación. ¡Es tanto lo
que sí se puede hacer! (180)
La
salvación de los bancos a toda costa, haciendo pagar el precio a la
población, sin la firme decisión de revisar y reformar el entero
sistema, reafirma un dominio absoluto de las finanzas que no tiene
futuro y que sólo podrá generar nuevas crisis después de una
larga, costosa y aparente curación. La crisis financiera de
2007-2008 era la ocasión para el desarrollo de una nueva economía
más atenta a los principios éticos y para una nueva regulación de
la actividad financiera especulativa y de la riqueza ficticia. Pero
no hubo una reacción que llevara a repensar los criterios obsoletos
que siguen rigiendo al mundo. (189)
Capítulo
sexto: Educación y espiritualidad ecológica
Por
eso, no pensemos sólo en la posibilidad de terribles fenómenos
climáticos o en grandes desastres naturales, sino también en
catástrofes derivadas de crisis sociales, porque la obsesión por un
estilo de vida consumista, sobre todo cuando sólo unos pocos puedan
sostenerlo, sólo podrá provocar violencia y destrucción recíproca.
(204)
Un
cambio en los estilos de vida podría llegar a ejercer una sana
presión sobre los que tienen poder político, económico y social.
Es lo que ocurre cuando los movimientos de consumidores logran que
dejen de adquirirse ciertos productos y así se vuelven efectivos
para modificar el comportamiento de las empresas, forzándolas a
considerar el impacto ambiental y los patrones de producción. Es un
hecho que, cuando los hábitos de la sociedad afectan el rédito de
las empresas, estas se ven presionadas a producir de otra manera.
Ello nos recuerda la responsabilidad social de los consumidores.
«Comprar es siempre un acto moral, y no sólo económico»[146].
Por eso, hoy «el tema del deterioro ambiental cuestiona los
comportamientos de cada uno de nosotros»[147].
(206)
Cuando
somos capaces de superar el individualismo, realmente se puede
desarrollar un estilo de vida alternativo y se vuelve posible un
cambio importante en la sociedad. (208)
Oración
por nuestra tierra
Dios
omnipotente,
que
estás presente en todo el universo
y en
la más pequeña de tus criaturas,
Tú,
que rodeas con tu ternura todo lo que existe,
derrama
en nosotros la fuerza de tu amor
para
que cuidemos la vida y la belleza.
Inúndanos
de paz, para que vivamos como hermanos y hermanas
sin
dañar a nadie.
Dios
de los pobres,
ayúdanos
a rescatar
a
los abandonados y olvidados de esta tierra
que
tanto valen a tus ojos.
Sana
nuestras vidas,
para
que seamos protectores del mundo
y no
depredadores,
para
que sembremos hermosura
y no
contaminación y destrucción.
Toca
los corazones
de
los que buscan sólo beneficios
a
costa de los pobres y de la tierra.
Enséñanos
a descubrir el valor de cada cosa,
a
contemplar admirados,
a
reconocer que estamos profundamente unidos
con
todas las criaturas
en
nuestro camino hacia tu luz infinita.
Gracias
porque estás con nosotros todos los días.
Aliéntanos,
por favor, en nuestra lucha
por
la justicia, el amor y la paz.
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