viernes, 1 de abril de 2022

AYER TARDE EL GRUPO CRISTIANO DE REFLEXIÓN- ACCIÓN DE CÁDIZ Y BAHÍA CELEBRÓ EL 42 ANIVERSARIO DEL ASESINATO DE MONSEÑOR ROMERO, "SAN ROMERO DE AMÉRICA". Juan Cejudo



No pudimos hacerlo el día 24 de marzo, la fecha de su aniversario,  pero lo hemos celebrado una semana más tarde.

Dos compañeros se encargaron de preparar la celebración y nos entregaron a todos el folleto con las lecturas de la eucaristía de aquel 23 de marzo de 1980, vísperas de su asesinato.

También iban unos fragmentos de escritos suyos, así como letras de canciones que no cantamos por la precaución del covid (todos íbamos con mascarillas y distancias de seguridad). También iba la relación  de todos los mártires del año 2021 en distintas partes del mundo (22) , que entre todos fuimos nombrando.



Las canciones las escuchamos perfectamente desde un móvil, conectado por bluetooh a un pequeño altavoz.

Hubo un amplio espacio para comentar todos  lo que nos habían dicho las lecturas del Isaías, San Pablo en su carta a los Filipenses y del Evangelio de Juan que correspondían con las del 5º domingo de cuaresma de aquel año 1980, así como sobre los párrafos de los escritos de Romero. Sería muy largo comentar lo que cada uno de los compañeros fue diciendo.

Yo intervine para recordar también a  otros muchos mártires que en Yemen, Ucrania, Palestina o en países latinoamericanos, africanos o asiáticos están perdiendo su vida por defender la libertad, la justicia, la paz, la igualdad (que son  también valores del Reino que anunció Jesús). También un compañero recordó a los muchos mártires que en nuestras ciudades van muriendo en soledad, por  enfermedades, por marginación y abandono etc...



La lectura de Isaías decía: "abriré un camino por el desierto, ríos en el yermo, ofreceré agua en el desierto...", es decir palabras sembradoras de esperanza. Y lo comparaba con la presentación de la ABDC en la que un grupo de gaditanos conscientes y responsables trabajan con ilusión y esfuerzo, en medio de una apatía muy generalizada de la ciudadanía, para ofrecer esperanza y caminos ilusionantes para cambiar nuestra realidad social, posibilitando la creación de empleo y transformación de nuestra triste realidad, provocadora de paro, de emigración y de vulnerabilidad. 

Dije que Cuaresma es esperanza, con la mirada puesta en la Resurrección, que vence a la muerte y que para mí aquella presentación, además de tener un gran valor social, también tuvo un sentido de esperanza cuaresmal actualizada.



También comenté el evangelio de la mujer adúltera que nos invita a todos a no juzgar a nadie, porque debemos mirarnos a nosotros mismos y comprobar que también somos pecadores y con muchos defectos. Por eso Jesús le diría "¿Nadie te condena? Yo tampoco. Anda y no peques más". Tampoco nosotros debemos juzgar ni condenar a nadie.

Una de las reflexiones de Óscar Romero nos decía que a él lo acusaban de hacer política y no de hablar del evangelio, pero que él no aceptaba esa acusación, porque lo que hacía era que los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, de Medellín y de Puebla y las enseñanzas del evangelio, debía llevarlas a la práctica para  que no quedaran en mera teoría.. Por eso él se opuso firmemente a la represión a su pueblo y le ordenaría a los soldados que no obedecieran aquellas órdenes militares que les hacían matar a sus hermanos. "Les ordeno en nombre de Dios ¡Cese la represión".



Comentaba yo estas palabras recordando que aquel día 23 de marzo de 1980, escuchando estas noticias en el telediario,  le decía yo a mi mujer (llevábamos menos de tres meses casados) "A este obispo lo matan". Y efectivamente lo matarían justo al día siguiente.

Un obispo comprometido con su pueblo. Como deben ser los obispos, como Pedro Casaldáliga, como Añoveros, como Helder Cámara, Como Samuel Ruiz, como Jerónimo Podestá y tantos y tantos otros...

Un obispo no puede estar sólo diciendo palabras bonitas y escribiendo pastorales que quedan muy bien en el papel, o asistiendo a actos piadosos, pero sin implicarse en los graves problemas sociales de su pueblo. Un obispo no puede vivir de espaldas  a su pueblo y mucho menos haciéndole daño



Por eso el testimonio de Óscar Romero nos anima a todos a seguir sus pasos para vivir un cristianismo comprometido en los temas sociales porque eso es vivir de verdad el Evangelio.

Con razón muchos años antes de que el Papa Francisco lo hiciera santo de manera oficial, ya él era reconocido como santo en todo Latinoamérica y sería nombrado como "San Romero de América", como muy bien lo expresó Pedro Casaldáliga en este poema:

San Romero de América, Pastor y Mártir nuestro

 


El ángel del Señor anunció en la víspera...
 
El corazón de El Salvador marcaba
24 de marzo y de agonía.
Tú ofrecías el Pan,
el Cuerpo Vivo
-el triturado cuerpo de tu Pueblo;
Su derramada Sangre victoriosa
-¡la sangre campesina de tu Pueblo en masacre
que ha de teñir en vinos de alegría la aurora conjurada!
 
El ángel del Señor anunció en la víspera,
y el Verbo se hizo muerte, otra vez, en tu muerte;
como se hace muerte, cada día, en la carne desnuda de tu Pueblo.
 
¡Y se hizo vida nueva
en nuestra vieja Iglesia!



 

 
Estamos otra vez en pie de testimonio,
¡San Romero de América, pastor y mártir nuestro!
Romero de la paz casi imposible en esta tierra en guerra.
Romero en flor morada de la esperanza incólume de todo el Continente.
Romero de la Pascua latinoamericana.
Pobre pastor glorioso, asesinado a sueldo, a dólar, a divisa.
 
Como Jesús, por orden del Imperio.
¡Pobre pastor glorioso,
abandonado
por tus propios hermanos de báculo y de Mesa...!
(Las curias no podían entenderte:
ninguna sinagoga bien montada puede entender a Cristo).


 

 
Tu pobrería sí te acompañaba,
en desespero fiel,
pasto y rebaño, a un tiempo, de tu misión profética.
El Pueblo te hizo santo.
La hora de tu Pueblo te consagró en el kairós.
Los pobres te enseñaron a leer el Evangelio.
 
Como un hermano herido por tanta muerte hermana,
tú sabías llorar, solo, en el Huerto.
Sabías tener miedo, como un hombre en combate.
¡Pero sabías dar a tu palabra, libre, su timbre de campana!


 

 
Y supiste beber el doble cáliz del Altar y del Pueblo,
con una sola mano consagrada al servicio.
América Latina ya te ha puesto en su gloria de Bernini
en la espuma-aureola de sus mares,
en el retablo antiguo de los Andes alertos,
en el dosel airado de todas sus florestas,
en la canción de todos sus caminos,
en el calvario nuevo de todas sus prisiones,
de todas sus trincheras,
de todos sus altares...
¡En el ara segura del corazón insomne de sus hijos!
 
San Romero de América, pastor y mártir nuestro:
¡nadie hará callar tu última homilía!
 
Pedro Casaldáliga

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