Hace mucho tiempo vengo dándole vueltas a este asunto.
A mí el respeto a los demás me lo enseñó sobre todo mi madre. El lema que ella siempre me decía era que había que saber respetar a todo el mundo. No coger nunca nada que no fuera de uno. Esto lo mamé en mi familia y así lo viví. Aprender a saludar a las personas, tener en cuenta a los ancianos por la calle...
Cuando entré en el Seminario, la lectura frecuente del Evangelio etc... me llevaba a la misma conclusión, ahora fundamentada en la postura de Jesús que sólo hacía el bien a todo el mundo.
Pero me llama mucho la atención en el día a día que personas que mamaron esos principios de respeto a los demás igual que yo, con mucha frecuencia caigan no sólo en no respetar a los demás, sino en descalificarlos, insultarlos, pensar con malicia de ellos ( muchas veces incluso cuando además no los conocen bien)...Esto hasta por escrito públicamente en prensa o en blogs...
Lo observo en conversaciones con estas personas. Si hablan de política, poco menos que quieren imponer sus ideas al que tiene en frente, aunque sepa que no piensa como él. Se puede dar una opinión, pero sabiendo que el otro puede tener otra muy distinta y que merece tanto respeto como la suya. No sabemos respetar, queremos imponer y además descalificar.
Lo observo también en varios de los foros en los que suelo participar por Internet. Algunos de esos foros ( o casi todos en los que suelo entrar) son de tipo religioso o de antiguos compañeros.
Se supone que la mayoría de los que allí intervienen tienen principios religiosos. En todo caso, el respeto a los demás es un valor vaído para todo tipo de personas sean o no religiosas.
Pues los insultos y descalificaciones y las posturas inquisitoriales son terribles con quienes no piensan como ellos. No saben respetar a quienes tienen ideas distintas a la de ellos.
Creo que deberíamos todos de aprender a respetarnos más. Y si estoy delante de una persona que sé que piensa de modo distinto al mío en cuestiones religiosas, políticas etc..no saquemos esos temas de conversación que nos pueden llevar a enfrentamientos.
Y si los sacamos, sepamos respetarnos unos a otros con nuestras distintas visiones de las cosas. Exponer, sí. Imponer, nunca. Y menos, descalificar o insultar.
Esto que digo es muy importante y me preocupa. Conozco miembros de una misma familia que apenas se hablan entre ellos por no tener en cuenta estas cosas.
Y lo curioso es que luego estas mismas personas dicen que tienen principios religiosos, que son muy católicos, que son muy solidarios...
Vamos a dejarnos de gaitas y pongamos en práctica lo más elemental: saber respetarnos.
Esto que digo es también de aplicación en el ámbito de las relaciones familiares: con la mujer ( o el marido), con los hijos, con los vecinos de mi bloque, de mi barrio...y tiene consecuencias muy concretas en el día a día.
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