Cada vez que llegan estas fechas siento las mismas sensaciones.
Son unas fiestas adulteradas por la sociedad de consumo que se lo ha "tragado" todo. Ha cambiado el verdadero sentido de la Navidad, que es de contemplación y misterio ante ese niño-Dios nacido pobre en Belén, o Nazaret según muchos teólogos modernos. Ese Dios que se hace hombre en Jesús de Nazaret, nacido en una cueva, rodeado de pastores pobres, que dormían al raso, porque para él "no había sitio en la posada".
El mensaje de la Navidad es un mensaje de presencia, como Jesús, entre los más pobres, los que no son nada ni tienen nada. Es una llamada a la solidaridad, a la acogida y al compromiso con los desheredados de la tierra.
Pero este mensaje hoy se ha diluido. Nuestra sociedad hoy ha ido perdiendo su verdadero sentido y camina por otros derroteros. Hoy Navidad es consumo, es diversión, es despilfarro en comidas, regalos, viajes de vacaciones etc..., aunque la crisis esté obligando a moderar un poco más los gastos de años pasados.
Por eso, para mí estas fiestas me dicen muy poco tal como nos la quieren imponer. Son los grandes almacenes y supermercados ( las nuevas catedrales, como diría un amigo mío) las que se llenan de gente a rebosar para comprar de todo.
Sinceramente: me parecen unas fiestas superficiales y vacías. Aunque entiendo que también existen unos valores que debemos resaltar: se nota una mayor deseo de relación entre las familias, de querer alegrar a los hijos con regalos y parece aflorar a veces una cierta sensibilidad en muchas personas por los que menos tienen. Pero no es menos cierto que hoy, más que nunca, hay muchísimas personas que sufren por no poder celebrar estas fiestas como otros lo hacen.
Y es que cada vez aumenta más el número de los que lo pasan mal, se han quedado sin trabajo o sin vivienda y tienen que recurrir a la ayuda de familiares o de los servicios sociales. Mucha gente hay durmiendo en la calle sin tener dónde ir.
Yo disfruto cada año poniendo el nacimiento, ahora con la ayuda de mi nieta de 3 años, porque me ayuda a tener presente lo que considero fundamental de estas fechas: el nacimiento de ese niño-Dios, nacido pobre en Belén para salvar, sanar, curar de su pobreza y de sus males a todos los hombres.
También me ayuda leer las lecturas del Evangelio de estos días y artículos de buenos teólogos sobre el sentido de la Navidad.
Navidad es una llamada al compromiso con los que menos tienen, con las causas justas de todos los que sufren...
Sin embargo, el árbol de Navidad me da igual ponerlo que no. No me dice nada.
Es una pena que esa gran aportación que es Jesús de Nazaret para el mundo, mucha gente hoy no lo descubra o lo haya perdido. Aunque muchas personas, incluso no creyentes, vivan en su vida con los valores de compromiso con el prójimo, a veces con mayor fuerza que nosotros. Conozco a muchísimas de estas personas que militan en ONGS diversas, o en el mundo sindical, en el movimiento 15M y en tantos otros sitios.
Sin duda celebrar cada año su nacimiento es rememorar a una gran figura de la humanidad que ha influido enormemente en la historia y que hoy - 2000 años después- sigue teniendo millones de seguidores en todo el mundo.
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