domingo, 29 de septiembre de 2019

29 DE SEPTIEMBRE: DÍA MUNDIAL DEL MIGRANTE Y REFUGIADO 2019. Juan Cejudo



Hoy se celebra el día mundial del migrante y refugiado.

El Papa Francisco, el 27 de mayo de este año publicó un mensaje para esta jornada que merecería la pena ser leído en su totalidad.

Sólo, por no alargar, voy a resumir aquí los apartados de este mensaje o las ideas más importantes. Saludos: Juan



Las personas migrantes, refugiadas, desplazadas y las víctimas de la trata, se han convertido en emblema de la exclusión porque, además de soportar dificultades por su misma condición, con frecuencia son objeto de juicios negativos, puesto que se las considera responsables de los males sociales. La actitud hacia ellas constituye una señal de alarma, que nos advierte de la decadencia moral a la que nos enfrentamos si seguimos dando espacio a la cultura del descarte. De hecho, por esta senda, cada sujeto que no responde a los cánones del bienestar físico, mental y social, corre el riesgo de ser marginado y excluido.



No se trata sólo de migrantes, también se trata de nuestros miedos.

El problema no es el hecho de tener dudas y sentir miedo. El problema es cuando esas dudas y esos miedos condicionan nuestra forma de pensar y de actuar hasta el punto de convertirnos en seres intolerantes, cerrados y quizás, sin darnos cuenta, incluso racistas.

No se trata sólo de migrantes: se trata de la caridad.

 La mayor caridad es la que se ejerce con quienes no pueden corresponder y tal vez ni siquiera dar gracias.

No se trata sólo de migrantes: se trata de nuestra humanidad

La compasión toca la fibra más sensible de nuestra humanidad, provocando un apremiante impulso a “estar cerca” de quienes vemos en situación de dificultad. Como Jesús mismo nos enseña (cf. Mt 9,35-36; 14,13-14; 15,32-37), sentir compasión significa reconocer el sufrimiento del otro y pasar inmediatamente a la acción para aliviar, curar y salvar.

No se trata sólo de migrantes: se trata de no excluir a nadie.

Los países en vías de desarrollo siguen agotando sus mejores recursos naturales y humanos en beneficio de unos pocos mercados privilegiados. Las guerras afectan sólo a algunas regiones del mundo; sin embargo, la fabricación de armas y su venta se lleva a cabo en otras regiones, que luego no quieren hacerse cargo de los refugiados que dichos conflictos generan. Quienes padecen las consecuencias son siempre los pequeños, los pobres, los más vulnerables, a quienes se les impide sentarse a la mesa y se les deja sólo las “migajas” del banquete (cf. Lc 16,19-21). La Iglesia «en salida [...] sabe tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos»



No se trata sólo de migrantes: se trata de poner a los últimos en primer lugar.

Jesucristo nos pide que no cedamos a la lógica del mundo, que justifica el abusar de los demás para lograr nuestro beneficio personal o el de nuestro grupo: ¡primero yo y luego los demás! En cambio, el verdadero lema del cristiano es “¡primero los últimos!”. 

 No se trata sólo de migrantes: se trata de la persona en su totalidad, de todas las personas.

En cada actividad política, en cada programa, en cada acción pastoral, debemos poner siempre en el centro a la persona, en sus múltiples dimensiones, incluida la espiritual. Y esto se aplica a todas las personas, a quienes debemos reconocer la igualdad fundamental. Por lo tanto, «el desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico, debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre»



No se trata sólo de migrantes: se trata de construir la ciudad de Dios y del hombre.

 «Se trata, entonces, de que nosotros seamos los primeros en verlo y así podamos ayudar a los otros a ver en el emigrante y en el refugiado no sólo un problema que debe ser afrontado, sino un hermano y una hermana que deben ser acogidos, respetados y amados, una ocasión que la Providencia nos ofrece para contribuir a la construcción de una sociedad más justa, una democracia más plena, un país más solidario, un mundo más fraterno y una comunidad cristiana más abierta, de acuerdo con el Evangelio»

La respuesta al desafío planteado por las migraciones contemporáneas se puede resumir en cuatro verbos: acoger, proteger, promover e integrar. Pero estos verbos no se aplican sólo a los migrantes y a los refugiados. Expresan la misión de la Iglesia en relación a todos los habitantes de las periferias existenciales, que deben ser acogidos, protegidos, promovidos e integrados.

Se puede leer íntegro el mensaje en este enlace: http://w2.vatican.va/content/francesco/es/messages/migration/documents/papa-francesco_20190527_world-migrants-day-2019.html

1 comentario:

Maria Perán dijo...

Bendito sea Dios por el Papa que nos dio y benditos nosotros por tener un ejemplo de vida evangélica tan claro y relevante. Qui Dios proteja a nuestro Papa Francisco por todo el bien que nos está haciendo, con sus palabras, por supuest y con su ejemplo de vida, por si faltaba algo ¿Cuando vamos a seguirlo sin condiciones?