No me parece nada prudente que un Presidente de la Conferencia Episcopal se alinee abiertamente con las posiciones políticas de ningún partido político. Mucho menos con las de la derecha y ultraderecha.
Pidió la dimisión de Pedro Sánchez y elecciones anticipadas, que son las posiciones de estos dos partidos.
Argüello no tiene en cuenta que la mayoría de la Cámara de representantes del Congreso hasta ahora no apoya esta posición y un obispo no debe tener una postura partidaria pronunciándose a favor de ningún partido. Debe ser el obispo de todos los españoles, no sólo de los votantes de derecha.
Para colmo fue a presentar un libro junto al líder de la ultraderecha Santiago Abascal con quien se hizo una foto. Todo muy lamentable.
Se echa de menos a Tarancón que supo mantenerse neutral como Presidente de la Conferencia Episcopal y supo actuar con moderación, fomentando el diálogo y la reconciliación en aquellos años de transición de la dictadura a la democracia, aunque los sectores franquistas le acosaran y le gritaran "Tarancón al paredón" porque defendió la autonomía de la Iglesia vasca en el caso Añoveros y quiso irse desmarcando de estar unido al régimen. Pablo VI siempre aprobó la separación de la Iglesia del régimen franquista.
Hoy el Presidente de la Conferencia Episcopal actúa pronunciándose abiertamente a favor de los grupos derechistas y ultraderechistas, en contra de una mayoría del Congreso formado por numerosos partidos.
Debería haber sido más prudente, porque lo que él dice no es la opinión de Argüello sólo, sino de quien representa a todos los obispos de España. Y estoy seguro que entre los obispos habrá opiniones para todos los gustos. La Iglesia no puede ser partidaria, sino dialogante y conciliadora.
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