lunes, 2 de marzo de 2020

TODO MI APOYO A LA REVUELTA DE LAS MUJERES EN LA IGLESIA. Juan Cejudo, miembro de MOCEOP y de Comunidades Cristianas Populares

Todo mi apoyo a esta revuelta de mujeres en la Iglesia que ayer se movilizaron  en varias ciudades de España: Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla, Granada, Santiago, Bilbao, Las Palmas...

¡Ya está bien tanta desigualdad! Se trata sencillamente que la mujer pueda desempeñar las mismas responsabilidades que el hombre porque Jesús no hizo diferencias entre hombres y mujeres. Si el hombre puede ser diácono,  presbítero u obispo..¿la mujer por qué no? Lo explica muy bien el comunicado leído  a las puertas de las iglesias y que os dejo aquí. Saludos cordiales: Juan
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La revuelta de mujeres en la Iglesia, hasta que la igualdad se haga costumbre. Manifiesto


images1Somos mujeres creyentes. Vivimos con pasión el seguimiento de Jesús de Nazaret en muchos grupos, parroquias, organizaciones, movimientos eclesiales y congregaciones. Estamos comprometidas con la causa de Jesús y luchamos por la renovación de la Iglesia y la transformación social desde la perspectiva de las mujeres

Alzamos la voz y nos manifestamos porque vivimos una profunda discriminación en la Iglesia y ha llegado el momento de decir “¡Basta ya!”. Ni podemos ni queremos callarnos. 


Estamos cansadas de las incoherencias y autoritarismo que percibimos a diario, por eso:
• Queremos denunciar las múltiples formas de injusticia e invisibilización que sufrimos en la Iglesia. La institución, con su estructura y organización, está quedando al margen de las
conquistas sociales en igualdad y corresponsabilidad y está cometiendo un error.



El clericalismo es causa de muchos males. Por ejemplo, la dolorosa violencia ejercida sobre mujeres, religiosas y laicas, además de otras formas de violencia lamentables.

Denunciamos la cobardía para abordar cambios en la organización de la Iglesia, frente a los signos de los tiempos que claman por sí mismos. Y la cerrazón ante la necesidad de un
cambio imprescindible: el acceso al diaconado y al presbiterado femenino, para atender a las comunidades cristianas. 


Denunciamos la desproporción entre el número de teólogas
preparadas y los puestos que ocupan como docentes en las facultades de Teología y en otros puestos de responsabilidad.

La institución arrincona, desprecia y silencia a las mujeres que la sustentan; la hegemonía masculina se legitima y se perpetúa sin ninguna autocrítica.

• Queremos hacer visible nuestro trabajo incansable y gratuito. Las mujeres somos mayoría aplastante en el voluntariado, en las celebraciones religiosas, en catequesis, en pastoral, en la acción social con las personas más empobrecidas, en los movimientos eclesiales, en la enseñanza, en la vida religiosa… Somos las manos y el corazón de la Iglesia, pero se nos niega la palabra, tener voz y voto, la toma de decisiones y el liderazgo
en los ámbitos oportunos, como se ha puesto de manifiesto, una vez más, en el Sínodo de la Amazonía.


Hemos demostrado con creces que desarrollamos nuestro trabajo o voluntariado con creatividad y responsabilidad. Pero, habitualmente, solo se nos ofrecen tareas que aligeran
el trabajo de los varones, manteniendo ellos la responsabilidad final. Hay una clara desproporción entre lo que damos a la Iglesia y lo que recibimos, porque la mentalidad
patriarcal y feudal, junto a una teología caduca, justifican esa desproporción.


¿Qué sería de la Iglesia y de las iglesias si dejáramos de hacer todos estos trabajos, porque estamos cansadas de la invisibilidad y de la injusticia?
• Trabajamos en la Iglesia, porque es nuestra comunidad de referencia para vivir el Evangelio. Seguiremos trabajando en ella para que podamos recuperar la comunidad de iguales que trajo Jesús.


• Trabajamos y trabajaremos para que la Iglesia reconozca la plena ministerialidad de las mujeres. Hace años abrimos una brecha en el muro que nos impedía el acceso a los estudios de teología, no pararemos hasta que se reconozca y valore la riqueza de teología feminista, como motor de cambio. No pararemos hasta que se elimine el lenguaje patriarcal y sexista en las homilías, textos litúrgicos y documentos; hasta que la moral sexual de la Iglesia se preñe de ternura y misericordia y deje de culpabilizar a las mujeres.

• Seguiremos trabajando con empeño para que la Iglesia dialogue con los movimientos de liberación de las mujeres y reconozca la diversidad de familias, identidades y orientación
sexual.

• Trabajamos con ahínco para que la Iglesia denuncie el sistema económico neoliberal que impide que las personas tengamos unas condiciones de vida acordes con nuestra dignidad,
porque este sistema expolia la tierra, fomenta la feminización de la pobreza y favorece la explotación laboral y sexual de las mujeres.


• Trabajamos y trabajaremos para recuperar una Iglesia donde las mujeres seamos reconocidas como sujetos de pleno derecho, con voz y voto en todas partes y valoradas por nuestros talentos y carismas.

No estamos solas. Formamos parte de una red que crece cada día y se entrelaza con mujeres de iglesias de Europa y del mundo que también han dicho “¡Basta ya!” y alzan su voz, hasta que la igualdad sea costumbre, como María 2.0 o el Movimiento internacional Voices of faith.

Y hemos recogido el testigo de la Buena Noticia que trajo Jesús. Transgredió las normas de una sociedad profundamente patriarcal y dialogó con las mujeres de tú a tú, tratándolas como iguales y discípulas. Nos han pasado el testigo María de Nazaret, María Magdalena, Marta y María, Juana de Cusa, Susana, la diaconisa Febe, Junia y muchas otras que a lo largo de la Historia han luchado y trabajado por nuestra dignidad y el reconocimiento de todos nuestros derechos. Muchas han pagado esta lucha con persecuciones y malos tratos, incluso con su vida. Tenemos presentes a Hildegarda de Bingen, Clara de Asís, Catalina de Siena, las Beguinas, Mary Ward y Dorothy Stong, entre muchas otras que nos han abierto camino.


En el año 2000 celebramos el Jubileo de las Mujeres, manifestándonos ante la catedral de Madrid. Hoy, 20 años después, damos un paso más: nos hemos organizado para expresar nuestra Revuelta en la Iglesia, a través de la música, reflexión, silencio, oración, cantos, danza… Leeremos un manifiesto. Estaremos unidas a las compañeras que harán su gesto de denuncia y en muchos otros lugares del estado y del mundo.

Te animamos, os animamos, a que nos acompañéis el domingo 1 de marzo de 2020.
Tendremos una concentración en Madrid, a las 12 de la mañana, en la calle Bailén, 10. Y a que compartáis esta iniciativa con otras mujeres y colectivos, más allá del ámbito creyente, para que se solidaricen con esta causa. Si te gustaría estar presente, pero no puedes unirte el día 1, haz lo que esté en tu mano para que la Iglesia vuelva a ser una comunidad de iguales Y LA IGUALDAD SE HAGA COSTUMBRE.


CONVOCAMOS: Mujeres y Teología de Madrid, Red Miriam de Espiritualidad Ignaciana Femenina, Colectivo Agar, Asociación de Teólogas Españolas (ATE), Mujeres de: Alandar, Fe Adulta, MOCEOP, JEC , JOC y Profesionales cristianas de Madrid, Comunidad Kedate, LTBI Creyentes, y muchos otros colectivos de mujeres de parroquias y comunidades cristianas.

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