Cuando se acercan estas fechas del mes de agosto, se escuchan
voces de diferentes personas(investigadores, historiadores,
periodistas, juristas, políticos...) que hablan sobre el trágico
suceso que conmovió a Cádiz y a España entera el 18 de agosto
de 1.947.
Estas voces son importantes para concientizar a toda la sociedad
y a los responsables públicos, que hay que actuar para no dejar
caer en el olvido esta fecha, que nos ha marcado nuestra historia
reciente como gaditanos. Dejar claro que valoro mucho este
esfuerzo y dedicación de estas personas, de un modo muy
especial la de José A. Aparicio que recientemente ha publicado
un nuevo libro sobre “Una catástrofe anunciada” que estoy
leyendo.
Pero dicho ésto, debo decir también que faltan voces muy
importantes que deberían hablar y no lo hacen: la voz de las
víctimas.
Las víctimas, después de tantos años estamos muy dispersas y no
hemos podido unir fuerzas para hablar con la determinación
que haría falta.
Yo soy una de esas víctimas. Mi padre murió ese día a unos 20 o
30 metros del lugar donde estallaron las bombas muriendo en
pocos minutos. También moriría su compañero en el acto y el
repostero quedaría gravemente herido , hospitalizado durante
varios meses.
Mi padre Ramón Cejudo |
Hoy, gracias sobre todo a las investigaciones de José Antonio
Aparicio, disponemos de una información que en años
anteriores no teníamos. Y, aunque no pueda hablar en nombre
de todas las víctimas, sí quiero hacerlo, un año más, como una
de ellas.
El franquismo se encargó de eludir responsabilidades en aquella
tragedia para así no tener que asumir las consecuencias de tener
que indemnizar a las víctimas y resarcir a la ciudad de Cádiz de
todos los daños sufridos.
Hoy, gracias a las investigaciones de Aparicio, no queda ninguna
duda que la Marina y subsidiaramente el Estado español, son
responsables de aquella tragedia, que provocó la muerte de 150
personas, decenas de miles de heridos y centenares y centenares
de casas destruídas o dañadas.
Digo que ya no cabe duda de esa responsabilidad de la Marina y
del Estado Español por el informe oficial que el comandante
Bescós realizó por encargo de sus jefes en el año 1943, cuatro
años antes de la Explosión y que en sus conclusiones decía:
Comandante Bescós |
"Estas consideraciones mueven al Jefe que suscribe a aconsejar el
urgentísimo traslado del depósito de Defensas Submarinas que, en
caso de voladura, originaría una catástrofe de carácter nacional.
Mientras subsista, debe extremarse la vigilancia militar y
naturalmente la técnica, dando las órdenes oportunas" (José A.
Aparicio "El Amanecer de un Cádiz desolado").
El comandante Bescós, señalaría incluso unos terrenos
idóneos para ello en El Berrueco.
No les hicieron caso y ocurrió la tragedia que
conmocionó a Cádiz y a España, “La tragedia
anunciada”.
También ha quedado demostrado que cuando se
recepcionaron las bombas alemanas, cargadas con
algodón pólvora, no se cumplieron los protocolos
obligatorios para recepcionarlas, sino que se
almacenaron directamente sin más.
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En mi caso, mi madre se quedó muy joven viuda y mi hermana y
yo perdimos a nuestro padre cuando tenía mi hermana 9 y yo 6
años. Tuvimos que salir de Cádiz y empezar una vida nueva
lejos de aquí, ya sin mi padre.
Por éso, yo, como víctima, exijo que, aunque hayan pasado 75
años, la Marina asuma sus responsabilidades, pida perdón a las
víctimas y las indemnicen como deberían haber hecho hace
muchos años. No se puede dar la callada por respuesta ante unos
hechos tan gravísimos.
También la ciudad de Cádiz se merece unas compensaciones por
parte de estas instituciones por todos los daños causados a la
ciudad. Se deben ceder total o parcialmente instalaciones del
actual Instituto Hidrográfico donde debería ir la actual
exposición sobre la Explosión y levantar un amplio y digno
mausoleo a todas las víctimas (no el actual tan ridículo que está
en la Pza. S. Severiano) donde se expongan todos los nombres y
apellidos de las 150 víctimas y la edad de cada uno.
Las víctimas deben ser resarcidas del silencio y marginación que
se les ha tenido todos estos años. No vale sólo con que se
nombren a todos ellos en el acto que se celebra en la Pza S.
Severiano cada año. Deben quedar permanentemente expuestos
al público como memoria histórica. Porque ésto también es
memoria histórica, que no puede quedar en el olvido.
Yo desde luego, aunque sea una voz que clama en el desierto,
seguiré denunciándolo año tras año y cada vez que pueda.
Ya se sabe que estas cosas no tienen un rédito electoral, porque
las víctimas estamos muy dispersas y desconectadas para poder
hacer presión a las autoridades.
En otro momento hablaré de las reivindicaciones que, como
víctima, debo hacer a las distintas autoridades locales,
provinciales, autonómicas y estatales.
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