Se cumple este 27 de septiembre próximo el 118 aniversario de la muerte de Fermín Salvochea.
Con este motivo quiero dejar aquí las palabras finales de un trabajo que realicé en 2012 con motivo del 105 aniversario de su muerte. Se trata de mi valoración sobre la vida de Fermín Salvochea. Es amplio, pero quien desee leerlo entero puede pulsar en este enlace: https://juancejudo.blogspot.com/2012/09/sintesis-de-la-biografia-de-fermin_25.html
Estas son las palabras finales de aquel trabajo:
Para mí, Fermín Salvochea es un personaje verdaderamente impresionante.
Me admira de él su profunda honestidad y total
coherencia entre sus ideas y su vida. Vive como piensa.
Un hombre que lleva a la práctica aquello en lo que cree. Es un
hombre con convicciones profundas y también de acción.
Son muchísimas las facetas a destacar en él:
En el terreno personal, su cariño a su madre, a quien
respetaba, a pesar de sus discrepancias con ella en el
terreno religioso.
Su ayuda material a cuantos estaban necesitados,
ofreciendo su dinero, su ropa, las mantas que pedía
prestadas a los comerciantes amigos y hasta su propia
cama que dio a un necesitado y a consecuencia de las
lesiones provocadas al caer de la mesa donde dormía,
murió.
Visitaba a los revolucionarios presos en los castillos de
Santa Catalina y San Sebastián, antes de su embarque a
Fernando Poo o Filipinas.
Su sentido revolucionario con hechos, aceptando
responsabilidades políticas en su época republicana
como Alcalde y participando más tarde como presidente
del Cantón de Cádiz, enfrentándose a los militares.
También participando en las revueltas campesinas por
las sierras de Cádiz y Málaga contra los militares.
Destaca también su actitud de entrega con los penados
con los que compartió prisión durante más de 21 años.
Se llevaba siempre bien con todos los reclusos,
ayudándolos y animándolos.
Ellos sentían una profunda admiración por Salvochea.
Estudió medicina para poder ayudar a los reclusos, les
enseñó a leer y
escribir para que pudieran comunicarse con sus
familias y repartía con los que menos medios tenían
el dinero que le enviaba su madre.
Me llama la atención su coherencia radical (no
entendida por casi nadie) al rechazar los indultos que se
le concedían por no considerarlos justos y preferir
permanecer en prisión o también rechazando huir por
dos veces tras los sucesos de 1868 y 1873 para evitar
poder ser fusilado.
Su austeridad de vida en la ropa que vestía, en la comida
frugal que tomaba, en los baños diarios durante todos
los meses del año…
Me llama la atención su capacidad, a pesar de su origen
burgués, para conectar con las aspiraciones obreras,
especialmente en su etapa como anarquista,
ya desengañado de la política. "Nada se puede ya
esperar de la política" Así movilizará a las masas
obreras en las movilizaciones de 1890 y 1891.
- Su dignidad y temple contestando a jueces y gobernadores que le interrogaban y acusaban
- Su faceta como escritor, traductor y redactor en “El Socialismo” y otras revistas.
Salvochea era una persona admirada por todos, hasta
por sus propios adversarios políticos. Hay que tener en
cuenta que a su entierro asistieron más de 50.000
personas cuando en Cádiz entonces tenía 69.000
habitantes
Me llama l atención que a diario tomara café con un
cura (él que era ateo y anticlerical) También sabía
acompañar a su madre a misa y luego la recogía. Sabía
ser respetuoso por tanto con las creencias religiosas de
los demás, aunque no las compartiera.
Por último y respetando a quienes puedan leer esto que
no lo compartan, yo, como creyente, debo decir que
para mí Fermín Salvochea es, sin él saberlo ni
quererlo, un gran imitador, al modo laico y ateo, de
Jesús de Nazareth, por su compromiso con los más
débiles y abandonados de la sociedad, por su empeño
en buscar la justicia, la igualdad entre los
seres humanos, la libertad, la fraternidad.
No me extraña que Lerroux le llamara “El Cristo
anarquista” o alguien dijera de él que era un “santo
laico”.
Por eso los ideales de Fermín Salvochea son los ideales de
muchos cristianos de base de hoy que intentan seguir el
camino de Jesús de Nazareth llevando una vida
comprometida con los sectores populares para buscar-
junto a muchas otras personas y colectivos- otro mundo
posible, otra iglesia más de acuerdo con el evangelio.
Por eso termino con estas palabras de Fernando
de Puelles, autor de la mejor biografía sobre Fermín
Salvochea:
“Jesús y Fermín Salvochea no podían sentirse ajenos a los
alejados; los seguidores de aquel carpintero también creían
en un mundo fraternal. Ocultos en las catacumbas, soñaban
con una nueva vida. Sus comunidades pretendían ser oscuros
anticipos de esos deseos”
Las primeras experiencias de sus discípulos han sido evocadas
por aquellos hombres de buena voluntad que se propusieron
en todos los tiempos mejorar las condiciones de subsistencias
del pobre y del asalariado.
Así Federico Engels, al recordar a los primeros
internacionalistas, traza con acierto el paralelismo entre el
espíritu de unos y otros y destaca la común situación de
opresión y esperanza en que vivían ambos.
Cádiz, 27 de Septiembre de 2012
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La vida de Fermín Salvochea debería servirnos para
valorar e intentar imitar en lo posible sus valores y su
coherencia de vida, sobre todo su compromiso radical con
las personas más necesitadas, no solo para ayudarles
humanitariamente, sino luchando también por un cambio
profundo y radical en las estructuras políticas para que no
estén al servicio de los poderosos y del dinero, sino de la
gran mayoría del pueblo y de los más necesitados.
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