Un compañero, muy sensibilizado con el sufrimiento de las personas más vulnerables, me sugiere que comente en mi blog que las autoridades y políticos no deberían participar en actos religiosos por no dar respuesta al sufrimiento de esas personas, muchas de ellas tiradas literalmente en la calle.
¿Qué me parece esta sugerencia?
En los movimientos de cristianos de base en los que me muevo desde hace muchos años: MOCEOP, Comunidades Cristianas Populares, Redes Cristianas, Grupo Cristiano de Reflexión- Acción de la Bahía de Cádiz lo tenemos muy claro.
El 2 de Febrero de 2022 nuestro Grupo envió a la Secretaría General del Sínodo en Roma una amplia reflexión nuestra en 12 folios, trabajada en común durante varios meses, colaborando así con la propuesta del buen papa Francisco en la que pedía participación a todas las parroquias y grupos cristianos de todo el Mundo, para que dijéramos qué cambios necesita la Iglesia para ser más fiel a Jesucristo.
Les planteábamos muchas cuestiones en esos 12 folios. Pero, en relación con el tema que estamos comentando le decíamos literalmente:
"En las celebraciones religiosas populares, que suelen realizarse en la calle habría que eliminar la presencia de autoridades, militares, y policías en formación y la ostentación del lujo con imágenes tan recargadas de oro y plata, signos tan ajenos al sentido religioso y evangélico".
Los cristianos de base tenemos muy claro que debe haber separación entre Iglesia y Estado. Apostamos por una sociedad laica.
Laicidad en el sentido que lo explica el teólogo Juan José Tamayo:
"La laicidad no debe confundirse con el ateísmo, el agnosticismo o la indiferencia religiosa, como tampoco con la persecución de la religión, ni con la exclusión de ésta del espacio público y su reclusión en la esfera privada. Ninguna de estas concepciones de la laicidad es correcta.
Son, más bien, patologías y, la mayoría de las veces, caricaturas o deformaciones con que es presentada por sus adversarios y por los defensores de la confesionalidad del Estado. La laicidad implica la autonomía de la política, de la ética pública, del derecho y del Estado de toda tutela religiosa y la salvaguarda del pluralismo en todos sus órdenes." ("A vueltas con la laicidad". Juan José Tamayo, 2021)
Y esto no sólo lo decimos nosotros y muchos teólogos de reconocido prestigio. También lo dijo varias veces el buen Papa Francisco:
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