miércoles, 2 de marzo de 2011

Ante el día del Seminario: considerar la propuesta del obispo Lóbinger y de otros colectivos cristianos. Gabriel Sánchez (Montevideo)-Juan Cejudo (Cád









El Espíritu guiará a la asamblea de los discípulos…no tengan miedoPero Jesús dijo: “anímense Soy Yo, no tengan miedo” (Cfr Mt. 14,27) El próximo día 19 de Marzo celebra la Iglesia el día del Seminario. Como siempre, el Papa y nuestros obispos nos hablarán de la escasez de vocaciones, de la necesidad de pedir por las vocaciones etc.…
Pero, seguro, nuestra jerarquía será incapaz de hacer una seria reflexión autocrítica ni tampoco será capaz de plantear cambios serios y profundos necesarios en las estructuras eclesiales para buscar caminos nuevos que vengan a poner fin a estos muy graves problemas de unos sacerdotes envejecidos que en España, según el cardenal Rouco, su edad media está por encima de los 63 años. Y en otras partes de Europa igual o peor.

En enero del 2009 escribíamos una reflexión que titulábamos “Las comunidades de los discípulos de Jesús de Nazareth que se reúnen en las casas de la gente (Cfr. 1 Co 16, 19)”, publicada en Redes Cristianas, el 4 de febrero de 2009.En ella consignábamos la propuesta de Mons. Lobinger, que era planteada a la luz de una nueva realidad, pero traíamos a colación, un concepción eclesiológica…que entiende que la ekklesia no son sólo los ordenados, sino la asamblea de los discípulos.

Y a propósito de esa concepción, citábamos un fragmento de una comunicación del consejo de los dominicos holandeses que expresaba: “Existe una convicción de fe profunda de que el liderazgo de la comunidad no solo debe ser apoyado y confirmado por la comunidad sino que, además, la comunidad misma, en el fondo, es la autoridad que fundamenta y legitima este liderazgo”. ( ‘Kerk & Ambt’- Consejo de los Dominicos holandeses en 2007)”










Parece éste un buen punto de partida: la comunidad reunida…la asamblea de los discípulos, actuando en comunión, es la que hace presente el cuerpo del Señor y en ella radica lo que expresa la Lumen Gentium en su número doce “ El pueblo santo de Dios participa también del don profético de Cristo, difundiendo su vivo testimonio, sobre todo por la vida de fe y de caridad, ofreciendo a Dios el sacrificio de la alabanza, el fruto de los labios que bendicen su nombre (cf. Hebr., 13,15)

Las comunidades, para responder a la realidad, se han ido configurando en pequeñas comunidades, comunidades eclesiales de base, comunidades cristianas populares…y otras muchas formas de comunidades eclesiales.
Muchas de ellas, dentro del marco de parroquias, se encuentran sin presbítero. Esta realidad la marcábamos en esa reflexión, trayendo del libro de Mons. Lobinger, un texto que nos pareció interesante por ser constatación directa del entrañable obispo que estuvo visitando muchas y varias comunidades cristianas de casi todos los continentes.

Concretamente él estuvo visitando:

1.- Parroquia asiática rural con 69 comunidades desparramadas

2.-En una parroquia urbana de Asia con 86 comunidades

3.-En una parroquia urbana de Brasil, compuesta por 14 comunidades

4.-En una parroquia rural africana con elección de líderes de la liturgia

5.-En una parroquia rural de África, con catequistas de aldeas

6.-En Europa: quince parroquias rurales, con dos curas

7.-En Europa o en América del Norte: un solo cura para cinco parroquias pequeñas

8.-En Europa o en América del Norte: tres comunidades con un solo sacerdote

9.-En Europa o en América del Norte: una sola parroquia grande, urbana





Ante esta realidad el sustenta la idea de promover presbíteros (ancianos) ordenados de gente elegida por la comunidad de entre ellos. Parece razonable entender que para llegar a este punto, en la comunidad se debe haber realizado un camino, una maduración, que el obispo Lobinger explica: cómo pasar de ser una comunidad pasiva, a una comunidad que tiene la conciencia de ser Iglesia…
Esto el obispo lo expresa muy pedagógicamente en la entrevista “Hay muchas parroquias en las que predomina una actitud pasiva. Nunca han oído hablar –ni piensan - en la posibilidad de que ellos mismos hayan de ejercer los carismas que han recibido. Ni siquiera son conscientes de que los tienen. El primer paso –en ellas - es transmitirles el mensaje del Concilio Vaticano II, que dice que todos los fieles tienen carismas y que éstos deben ser desarrollados.

Hay que comenzar por poner los cimientos de un fuerte espíritu comunitario.
Las comunidades deben, primero, superar el sentimiento de que “todo lo que se hace en la parroquia lo tiene que hacer el sacerdote; el sacerdote es la Iglesia”. Las miles de comunidades de las que hablé anteriormente ya han desarrollado esta convicción: “Somos la Iglesia. Las tareas de la Iglesia son nuestras propias tareas”.

Este cambio de conciencia no se logra a través de sermones, sino dialogando entre todos y planteándonos qué estamos haciendo y qué podemos hacer, es decir, tomando decisiones juntos. El consejo parroquial debe convertirse en un lugar donde se escucha la voz de toda la comunidad y donde esta voz es respetada.”

Podíamos expresarnos así, el Consejo parroquial se vuelve un sacramento de la comunidad.- Para esto deberá hacer presente la voz de la comunidad. Lo que implica tener un consejo representativo y una comunidad viva, que no sea dependiente del presbítero, para funcionar en esta concepción de Iglesia. La Asamblea de la Comunidad, expresa el sacramento de la presencia de Jesús para esa zona, barrio, localidad…

En este esquema nos dice acertadamente Mons. Lobinger, puede llegar a ordenarse a ministros voluntarios, incluso casados, y que trabajen, como presbíteros. Creemos que esta propuesta relanzada ahora por el buen obispo, debe abrir hacia adentro de toda la Iglesia una búsqueda de la voluntad del Padre. Entendemos que esta iniciativa enriquecería el sacramento del orden, incluso con la ordenación de mujeres aceptadas por la comunidad.

Han surgido voces de cualificados teólogos que dicen que este proceso también clericalizaría y proponen la posibilidad de que voluntarios laicos (sin ser ordenados), puedan celebrar la Eucaristía, Ahí esta abierto el debate. La idea es la de una asamblea universal en búsqueda de los caminos hacia los que nos impulsa el Espíritu Santo.

Deben ser, lógicamente, unas comunidades muy comprometidas con su entorno social. Siempre teniendo muy presentes a los más desfavorecidos y con capacidad para la creatividad en los signos litúrgicos y con un buen funcionamiento democrático e igualitario entre sus miembros.
Ha sido muy reciente la toma de posición de una inmensa mayoría de los
teólogos alemanes (más de 150) y también austríacos, suizos y españoles que abiertamente han manifestado en un comunicado público que son necesarios cambios profundos en la Iglesia, entre ellos, la ordenación de mujeres y de hombres casados.

Así también lo ha afirmado el Foro Joan Alsina de Girona formado por una treintena de sacerdotes que piensan que los gravísimos problemas de la falta de sacerdotes podrían solucionarse entre otras cosas, con la ordenación de mujeres y hombres casados.





Por eso, nuestros responsables jerárquicos debieran tener en cuenta estas aportaciones de un sector muy importante de nuestra iglesia que aportan soluciones para estos problemas.

Es urgente hacerlo porque la estructura no da ya para más. Y es necesario, antes que privar a los fieles de los sacramentos, cambiar lo que haya que cambiar (porque además, son normas de tipo meramente disciplinar) para que la vida de las comunidades cristianas puedan seguir creciendo y fortaleciéndose y no languideciendo.

Para ello, se hace necesaria la revisión a fondo del papel que juegan en la actualidad los seminarios y buscar caminos nuevos, en el seno de las mismas comunidades cristianas con unos planes de formación más adaptadas al nuevo modelo de sacerdocio que hemos apuntado en este escrito.

Montevideo y Cádiz, 2 de Marzo de 2011

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