martes, 18 de agosto de 2015
68 ANIVERSARIO DE LA EXPLOSIÓN DE CÁDIZ. Juan Cejudo
Cada vez que llega el 18 de agosto no puedo menos que acordarme intensamente del 18 de agosto de 1.947, cuando yo acababa de cumplir los 7 años de edad y perdí a mi padre, como tantos y tantos gaditanos perdieron también a sus seres queridos. Fue sin duda un acontecimiento que marcó mi vida y la de mi madre y hermana.
En la página web (magnífica) que lleva José Antonio Aparicio www.laexplosiondecadiz.es, en el apartado de las Víctimas, pone la siguiente ficha sobre mi padre:
21. Cejudo Cebada, Ramón (36 años).
Hijo de Ildefonso y María de la Concepción, nació en Puerto Real el 30 de diciembre de 1910. Estaba casado con María de los Ángeles Caldelas López, con quien tenía dos hijos: María Concepción y Juan. Era mecánico de profesión y trabajaba para la Armada como parte del personal civil a su servicio, siendo operario de primera de la Maestranza. Pertenecía al Grupo de Lanchas Rápidas al igual que el oficial, también fallecido, Alejandro Goma Barahona, con quien se encontraba cenando en el comedor de oficiales.
Mi padre ese día no le tocaba estar de guardia, pero, cosas de la vida, cambió su turno porque quería coincidir con un compañero de trabajo con el que se llevaba muy bien. Incluso aquella misma tarde, estaba trabajando en el taller de ajuste mecánico que existía en la Cuesta de las Calesas, según me informó hace unos años un compañero suyo que aún vive, y el dueño quiso que se quedara trabajando y cambiara el turno en Lanchas Rápidas, pero él no quiso.
Una gran viga de la nave donde trabajaba, justo en el lugar donde estaban las bombas en el que hoy es Instituto Hidrográfico, le cayó encima y le destrozó la cabeza. Un compañero que, aunque estuvo hospitalizado, pudo salvarse, estuvo conversando durante unos 10-15 minutos, sin poder auxiliarle porque los dos estaban aprisionados por los escombros. Sus últimas palabras fueron para decir que quería mucho a su mujer y a sus hijos y que se lo dijera a su mujer de su parte. Así lo hizo este compañero con mi madre. Lamentablemente a esta persona no he llegado a conocerla.
Tengo también el documento de la investigación oficial donde esta misma persona atestigua sobre cómo sucedieron los hechos y cómo fueron los últimos momentos de la vida de mi padre.
Un documento muy valioso para mí, como también el carnet de miembro de la Maestranza de la Armada de mi padre que conservo con cariño.
Sobre la Explosión de Cádiz hay mucho que hablar. No voy a hacerlo ahora porque cada año vengo haciéndolo en esta misma fecha.
Sólo decir que ha sido el acontecimiento más importante y trágico para la vida de la ciudad donde murieron más de 150 personas, más de 5.000 heridos y miles de casas destruidas. Que la ciudad de Cádiz no ha prestado a este acontecimiento la importancia que se merece.
Me parece muy ridículo el pequeño monolito que se ha instalado en la Plaza de San Severiano. Creo que la Explosión de Cádiz se merece un monumento mucho más decoroso donde puedan estar todos los nombres de la víctimas. También sería necesario que hubiera un espacio de exposición permanente en la ciudad con documentos, fotografías y objetos de aquel trágico suceso. De hecho, deben conservarse láminas de la exposición que se hizo hace algunos años en la Plaza del Palillero.
Es lo menos que una ciudad debería hacer. Así como abrir una investigación para esclarecer las verdaderas causas de aquel suceso, exigir responsabilidades y dar las indemnizaciones a las víctimas que nunca se dieron.
Igualmente cada año habría que hacer memoria de este trágico suceso con unas actividades donde sea mucho mayor la participación del pueblo. También habría que difundir mucho más en institutos o escuelas este acontecimiento que marcó la vida de la ciudad y de sus gentes.
Aún valorando lo poquito que se hace cada 18 de agosto, con ese pequeño grupo de concejales y representación de la armada, me parece demasiado pobre, la verdad.
La historia de la ciudad de Cádiz se merece mucho más que éso.
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