domingo, 18 de agosto de 2013

18 DE AGOSTO DE 1.947: LA EXPLOSIÓN DE CÁDIZ. Juan Cejudo

No se me puede borrar de mi mente esa fecha que marcó mi vida y la de mi familia. Ese día, en el mismo lugar de los hechos, donde hoy está el Instituto Hidrográfico, murió mi padre que esa noche estaba trabajando allí. Yo recuerdo haber estado con mi madre meses o días antes y pasar junto a las minas submarinas y tocar con mis dedos de niño los pinchos de las bombas que estaban junto al pasillo por donde pasábamos.

Yo era muy pequeño. Tengo el recuerdo de estar agarrado a los pantalones de mi abuelo, con la luz apagada y tengo en mi memoria el cielo rojo que vi a través del balcón de mi casa. Mi madre había bajado a pedirle perejil a la vecina.

Mucho se ha escrito sobre este asunto por parte de los historiadores. Hay muchas sospechas  de lo que pudo haber pasado, pero no certezas. Y es que a las autoridades de aquel tiempo no le interesó más que echar un tupido velo sobre el desgraciado suceso y no informar a la ciudadanía de las causas reales de aquella explosión.


Creo que están sin desclasificar aún  los expedientes de aquellos sucesos que deben estar en dependencias del Ministerio de Marina. La desclasificación de dichos documentos despejarían  muchísimo las dudas que hoy existen y los estudiosos podrían hacerlo llegar a la opinión publica.

En todo caso, es evidente que fue ése el principal suceso trágico vivido en nuestra ciudad durante muchísimo tiempo y que costo la vida a más de 150 personas (según datos oficiales, aunque extraoficialmente se habla de muchos más) y miles de heridos, más de 5.000, según varios estudios.



Y desde aquí una crítica al ayuntamiento: aunque está bien el "detallito" del pequeño "monumento" que  puso frente al lugar de los hechos en la Plaza de San Severiano, me parece que es muy ridículo. El suceso más trágico que ha vivido Cádiz que costó la vida a tantísima gente, se merece un monumento mucho más digno y amplio donde puedan inscribirse los nombres y apellidos de todos los que fallecieron.

Es lo menos que puede hacerse por dignificar  el recuerdo de aquellos inocentes que murieron  víctimas de una gravísima negligencia de las autoridades del Estado. Para sufragar los gastos de ese monumento digno, debería recabarse también la aportación del Ministerio de Marina .

Siento vergüenza cada vez que paso frente al monolito actual por lo ridículo que resulta para un suceso de tan enorme y trágica magnitud.

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