sábado, 3 de febrero de 2018

CARTAS AL NUNCIO Y A LOS CARDENALES OSORO Y OMELLA. Grupo cristiano de Reflexión-Acción


El Grupo cristiano de Reflexión-Acción escribió esta carta 
dirigida al Nuncio y a los cardenales Osoro y Omella. Hemos
 esperado un mes a ver si nos contestaban. Solo hemos recibido
 el comprobante de haberlas recibido, pero ninguna
 contestación a nuestros escritos. Por eso hemos decidido 
hacerlas públicas.

Aquí las dejo para quienes les interese. Doy por descontado que
 a más de alguno no le interesará leerlas, pero a otros sí.

Después de haberlas escrito, en el último mes han venido
 sucediendo nuevas incidencias de importancia, como el 
reciente despido de 4 trabajadores de Caritas, la mayoría de
 ellos con una antigüedad de más de 10 años y probada
 competencia y cualificación.

Un cordial saludo: Juan
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Monseñor Renzo Fratini
Nuncio de Su Santidad el Papa.
Avenida Pío XII, 46
28016. MADRID.
Monseñor:
Somos un grupo de católicos que llevamos cuatro años reuniéndonos y trabajando en la renovación evangélica de la Iglesia y los problemas sociales más acuciantes de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, como la precariedad y la pobreza, principalmente en el campo de las personas sin hogar. Pertenecemos a distintos movimientos y comunidades, complementando en la oración y en la actividad apostólica nuestros carismas y llamadas, en el seno de un colectivo que denominamos Grupo Cristiano de Reflexión y Acción. Las causas, entre otras, de esta particular asociación han sido: 1) La necesidad de reforzar entre los laicos diocesanos los lazos en las tareas evangelizadoras más urgentes, aunque, en verdad, nos hemos sentido huérfanos como otros colectivos de creyentes debido a la falta de posibilidades de acuerdos, con el Ministerio Pastoral, por no haber podido tener, a nuestro parecer, un diálogo profundo y eficaz. 2) El cariz de algunas decisiones del obispo diocesano, Don Rafael Zornoza, que ponen en entredicho la credibilidad, el necesario buen ejemplo de la comunidad cristiana y la influencia apostólica de la Iglesia de Cádiz y Ceuta ante sus posibles destinatarios a evangelizar y la opinión pública gaditana.

La delicada situación de orfandad en que se encuentran muchos diocesanos –sacerdotes y laicos- y determinados acontecimientos, consecuencias de decisiones equivocadas a las que nos hemos referido anteriormente, nos obligan, para no ser cómplices de los mismos, a adjuntarle la carta que el pasado día 17 de octubre enviamos a Don Rafael, en la que le detallábamos los últimos despidos de personal habidos en el Obispado y en la diócesis. En ella, le manifestábamos que nos parecía un escándalo que nuestra Iglesia nos respetara los derechos laborales y que no tratara dignamente a sus trabajadores. Le decíamos, además, que tales hechos no deberían suceder en la Iglesia Diocesana que es la comunidad de los seguidores de Jesús. Recordábamos las palabras del Papa Francisco en su denuncia de las situaciones en las que se violan los derechos de los trabajadores, en evidente contradicción con la Doctrina Social de la Iglesia y su invitación a que denunciemos las violaciones de los derechos laborales. Sin embargo, la fuerza de estos argumentos, al parecer, no fue suficiente al Sr. obispo para que nos contestara, ya que hasta la fecha en que nos dirigimos a usted - un mes y trece días- no hemos recibido contestación alguna por su parte.
En realidad, esta ha sido la tónica general – la de no responder-, pues en 2013, le remitimos una primera carta, después de reflexionar todo el año sobre la Doctrina Social de la Iglesia, el Concilio Vaticano II y otros documentos eclesiales, para que Mons. Zornoza tomara algunas medidas en favor de tantas personas necesitadas de nuestra diócesis, facilitando pisos y locales, propiedad de fundaciones de la Iglesia,- contamos como mínimo unos veinte-a personas sin hogar, alojados en domicilios familiares o en la calle. Algunos de estos últimos han muerto en cajeros, en jardines y en refugios inmundos de la ciudad. No hubo respuesta a nuestras peticiones y sugerencias, sólo una reunión con miembros de algunas organizaciones oficiales de la Iglesia, que también pertenecían a nuestro grupo, ya que se negó a recibir a personas pertenecientes a determinadas a asociaciones por no considerarlas idóneas para el diálogo, sin que finalmente diera solución alguna a los problemas que se le habían planteado.

El 25 de marzo de 2015 enviamos al Sr. Obispo un escrito de conclusiones respecto a un anónimo dirigido a varios responsables de movimientos y organismos de la Iglesia denunciando despidos injustos de trabajadores del Obispado y maltrato a otros. Le pedíamos una reunión urgente ante la gravedad de los acontecimientos; que eran varias las personas despedidas, aunque sólo una, el entonces conserje del Oratorio de San Felipe Neri, se había prestado a colaborar y a darnos todos los documentos del proceso. Le referíamos que había miedo-hoy también- en los despedidos y en los trabajadores que entonces conservaban su puesto de trabajo. En el acta de conciliación del asunto del conserje, el Obispado reconocía la improcedencia del despido, pero, al no readmitirlo, se limitaba a indemnizarlo.
El 23 de abril tuvimos la reunión con el Sr. Obispo, dos miembros del grupo, pertenecientes a un movimiento y asociación oficiales de la Iglesia, pues se vetó la presencia al resto. En ningún momento nos dio una explicación racional respecto al despido del trabajador. Posteriormente, insistimos por escrito, en dos ocasiones, el 1 de junio y el 10 de octubre, pero no nos contestó.
Ante la solución planteada, enviamos una carta a Mons. Blázquez, fechada el 2 de febrero de 2015, cuya copia le adjuntamos, en la que le rogábamos su intervención, a fin de que se corrigiera la injusticia cometida con el trabajador despedido, contratándolo de nuevo; así como en el resto de demandas solicitadas a Don Rafael. Recibimos una atenta carta de Monseñor Blázquez en la que nos comunicaba que la Conferencia Episcopal Española no tenía atribuciones sobre los obispos de las Iglesias particulares, pero que, no obstante, hablaría con nuestro obispo. De esa posible conversación no hemos tenido información alguna.

El 1 de julio de 2016 entregamos en el Obispado una carta abierta dirigida al obispo diocesano, firmada por 22 personas, contando con la adhesión de cerca de 200 firmas, escrita en parecidos términos. Le pedimos que la Iglesia diocesana se pusiera en disposición de acoger a migrantes y refugiados, que en un número considerable llegaban y siguen llegando a las costas gaditanas. No negábamos en nuestro escrito el gran papel de Cáritas y otras asociaciones como Tartessos y Tierra de todos, dirigidas estas dos últimas por el sacerdote Don Gabriel Delgado, pero le hacíamos ver que eran ayudas insuficientes ante la avalancha de refugiados procedentes de Siria, víctimas de la guerra que se está librando en ese país. 

Volvíamos a insistir, en línea con el magisterio y gestos concretos del papa Francisco en la necesidad de que el Obispado cediera algunos pisos vacíos o edificios medio vacíos para las personas sin techo, desahuciados, así como a migrantes y refugiados. La respuesta de nuestro obispo fue muy negativa al comprobar que había habido cierta filtración de la carta a los medios. Al haber trascendido a la opinión pública, convocó una reunión con miembros de algunas organizaciones oficiales de la Iglesia, que también pertenecían a nuestro grupo, ya que se negó a recibir a personas pertenecientes a determinadas a asociaciones por no considerarlas idóneas para el diálogo, sin que finalmente diera solución a los problemas que le habíamos presentado.
Ha habido más problemas con el Obispado como el cese de un director de Cáritas, y el caso del “Rincón del Madueño”, un bar cuyo local se tenía alquilado hace más de cien años a la familia del propietario actual y que ha sido desahuciado del establecimiento , al no renovársele el contrato . Ha habido un auténtico revuelo en la ciudad, porque, además, hay otros comercios, cuyos locales son propiedad de fundaciones de la Iglesia, y que el Obispado está urgiendo a sus propietarios para que se vayan. Al parecer, a uno lo echan a primeros de año. Pero no nos vamos a extender en estos casos, ya que habría posibilidad de seguir informándole, si lo considera oportuno.

Por tanto, no creemos que los hechos que relacionamos y los que aparecen en la carta adjunta escrita a Don Rafael se correspondan con las palabras del papa Francisco en su Exhortación apostólica (Nº 31), cuando dice: “El obispo siempre debe fomentar la comunión misionera en su Iglesia diocesana siguiendo el ideal de las primeras comunidades cristianas, donde los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma (cf. Hch 4, 32). Para eso, a veces, estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño tiene su olfato para encontrar nuevos caminos”.
Tampoco tales hechos se pueden corresponder, aunque las comparaciones puedan parecer odiosas, con el testimonio dado por D. Antonio Ceballos durante su misión pastoral en la diócesis. Tuvo una constante preocupación por los últimos y las personas que más sufrían en nuestra sociedad gaditana con gestos concretos de compasión y ternura, visitando a desempleados encerrados en la Iglesias, desesperados por la falta de trabajo. Incluso, recientemente ha sufrido la dolorosa experiencia de tener que pasar por el juzgado para explicar que pidió dinero a la Junta para que los trabajadores del Centro Geriátrico del Obispado “pudieran seguir ejerciendo” en “los puestos de trabajo” y pudieran cobrar , ya que había sido suspendida la actividad laboral por realización de obras, y el no podía quedarse tranquilo viendo a tantas familias sin poder disponer del necesario sustento.

Las personas sin hogar le abordaban en la calle y él les dirigía palabras de consuelo o les daba un donativo. Su preocupación por los migrantes le llevaba a asistir a actos de oración y denuncia en las playas gaditanas, acompañando al Secretariado Diocesano de Migraciones y, en una ocasión, a representantes internacionales de Justicia y Paz y a obispos extranjeros.
En definitiva, Mons. Antonio Ceballos, nuestro obispo emérito, es un “pastor con olor a ovejas”, como el papa Francisco repite con insistencia.

Muy preocupados por los hechos ocurridos, pero alentados por estas palabras de la Exhortación y el testimonio del obispo emérito solicitamos su mediación, en unión de Monseñor D. Carlos Osoro y D. Juan José Omella, ante su Santidad el Papa Francisco para que se enderece la marcha desviada de nuestra querida diócesis y se corrijan los daños causados a personas de acendrada fe cuya ilusión era trabajar en la Iglesia en la que han crecido y formado como seguidores de Jesucristo.
Un fraternal abrazo en Jesucristo.

Francisco José González Álvarez. Melchor Prats Munárriz.
Juan de la Cruz García de Paredes. Manuel González de la Rosa.

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Monseñor Don Carlos Osoro Sierra
Cardenal- Arzobispo de Madrid.
Calle Bailén, 8
28071. Madrid.
Sr. Cardenal:
Somos un grupo de católicos que llevamos cuatro años reuniéndonos y trabajando en la renovación evangélica de la Iglesia y los problemas sociales más acuciantes de la Diócesis de Cádiz y Ceuta, como la precariedad y la pobreza, principalmente en el campo de las personas sin hogar. Pertenecemos a distintos movimientos y comunidades, complementando en la oración y en la actividad apostólica nuestros carismas y llamadas, en el seno de un colectivo que denominamos Grupo Cristiano de Reflexión y Acción. Las causas, entre otras, de esta particular asociación han sido: 1) La necesidad de reforzar entre los laicos diocesanos los lazos en las tareas evangelizadoras más urgentes, aunque, en verdad, nos hemos sentido huérfanos como otros colectivos de creyentes debido a la falta de posibilidades de acuerdos, con el Ministerio Pastoral, por no haber podido tener, a nuestro parecer, un diálogo profundo y eficaz. 2) El cariz de algunas decisiones del obispo diocesano, Don Rafael Zornoza, que ponen en entredicho la credibilidad, el necesario buen ejemplo de la comunidad cristiana y la influencia apostólica de la Iglesia de Cádiz y Ceuta ante sus posibles destinatarios a evangelizar y la opinión pública gaditana.

La delicada situación de orfandad en que se encuentran muchos diocesanos –sacerdotes y laicos- y determinados acontecimientos, consecuencias de decisiones equivocadas a las que nos hemos referido anteriormente, nos obligan, para no ser cómplices de los mismos, a adjuntarle la carta que el pasado día 17 de octubre enviamos a Don Rafael, en la que le detallábamos los últimos despidos de personal habidos en el Obispado y en la diócesis. En ella, le manifestábamos que nos parecía un escándalo que nuestra Iglesia nos respetara los derechos laborales y que no tratara dignamente a sus trabajadores. Le decíamos, además, que tales hechos no deberían suceder en la Iglesia Diocesana que es la comunidad de los seguidores de Jesús. Recordábamos las palabras del Papa Francisco en su denuncia de las situaciones en las que se violan los derechos de los trabajadores, en evidente contradicción con la Doctrina Social de la Iglesia y su invitación a que denunciemos las violaciones de los derechos laborales. Sin embargo, la fuerza de estos argumentos, al parecer, no fue suficiente al Sr. obispo para que nos contestara, ya que hasta la fecha en que nos dirigimos a usted - un mes y trece días- no hemos recibido contestación alguna por su parte.

En realidad, esta ha sido la tónica general – la de no responder-, pues en 2013, le remitimos una primera carta, después de reflexionar todo el año sobre la Doctrina Social de la Iglesia, el Concilio Vaticano II y otros documentos eclesiales, para que Mons. Zornoza tomara algunas medidas en favor de tantas personas necesitadas de nuestra diócesis, facilitando pisos y locales, propiedad de fundaciones de la Iglesia,- contamos como mínimo unos veinte-a personas sin hogar, alojados en domicilios familiares o en la calle. Algunos de estos últimos han muerto en cajeros, en jardines y en refugios inmundos de la ciudad. No hubo respuesta a nuestras peticiones y sugerencias, sólo una reunión con miembros de algunas organizaciones oficiales de la Iglesia, que también pertenecían a nuestro grupo, ya que se negó a recibir a personas pertenecientes a determinadas a asociaciones por no considerarlas idóneas para el diálogo, sin que finalmente diera solución alguna a los problemas que se le habían planteado.

El 25 de marzo de 2015 enviamos al Sr. Obispo un escrito de conclusiones respecto a un anónimo dirigido a varios responsables de movimientos y organismos de la Iglesia denunciando despidos injustos de trabajadores del Obispado y maltrato a otros. Le pedíamos una reunión urgente ante la gravedad de los acontecimientos; que eran varias las personas despedidas, aunque sólo una, el entonces conserje del Oratorio de San Felipe Neri, se había prestado a colaborar y a darnos todos los documentos del proceso. Le referíamos que había miedo-hoy también- en los despedidos y en los trabajadores que entonces conservaban su puesto de trabajo. En el acta de conciliación del asunto del conserje, el Obispado reconocía la improcedencia del despido, pero, al no readmitirlo, se limitaba a indemnizarlo.
El 23 de abril tuvimos la reunión con el Sr. Obispo, dos miembros del grupo, pertenecientes a un movimiento y asociación oficiales de la Iglesia, pues se vetó la presencia al resto. En ningún momento nos dio una explicación racional respecto al despido del trabajador. Posteriormente, insistimos por escrito, en dos ocasiones, el 1 de junio y el 10 de octubre, pero no nos contestó.

Ante la solución planteada, enviamos una carta a Mons. Blázquez, fechada el 2 de febrero de 2015, cuya copia le adjuntamos, en la que le rogábamos su intervención, a fin de que se corrigiera la injusticia cometida con el trabajador despedido, contratándolo de nuevo; así como en el resto de demandas solicitadas a Don Rafael. Recibimos una atenta carta de Monseñor Blázquez en la que nos comunicaba que la Conferencia Episcopal Española no tenía atribuciones sobre los obispos de las Iglesias particulares, pero que, no obstante, hablaría con nuestro obispo. De esa posible conversación no hemos tenido información alguna.
El 1 de julio de 2016 entregamos en el Obispado una carta abierta dirigida al obispo diocesano, firmada por 22 personas, contando con la adhesión de cerca de 200 firmas, escrita en parecidos términos. Le pedimos que la Iglesia diocesana se pusiera en disposición de acoger a migrantes y refugiados, que en un número considerable llegaban y siguen llegando a las costas gaditanas. No negábamos en nuestro escrito el gran papel de Cáritas y otras asociaciones como Tartessos y Tierra de todos, dirigidas estas dos últimas por el sacerdote Don Gabriel Delgado, pero le hacíamos ver que eran ayudas insuficientes ante la avalancha de refugiados procedentes de Siria, víctimas de la guerra que se está librando en ese país. Volvíamos a insistir, en línea con el magisterio y gestos concretos del papa Francisco en la necesidad de que el Obispado cediera algunos pisos vacíos o edificios medio vacíos para las personas sin techo, desahuciados, así como a migrantes y refugiados. 

 La respuesta de nuestro obispo fue muy negativa al comprobar que había habido cierta filtración de la carta a los medios. Al haber trascendido a la opinión pública, convocó una reunión con miembros de algunas organizaciones oficiales de la Iglesia, que también pertenecían a nuestro grupo, ya que se negó a recibir a personas pertenecientes a determinadas a asociaciones por no considerarlas idóneas para el diálogo, sin que finalmente diera solución a los problemas que le habíamos presentado.
Ha habido más problemas con el Obispado como el cese de un director de Cáritas, y el caso del “Rincón del Madueño”, un bar cuyo local se tenía alquilado hace más de cien años a la familia del propietario actual y que ha sido desahuciado del establecimiento , al no renovársele el contrato . Ha habido un auténtico revuelo en la ciudad, porque, además, hay otros comercios, cuyos locales son propiedad de fundaciones de la Iglesia, y que el Obispado está urgiendo a sus propietarios para que se vayan. Al parecer, a uno lo echan a primeros de año. Pero no nos vamos a extender en estos casos, ya que habría posibilidad de seguir informándole, si lo considera oportuno.
Por tanto, no creemos que los hechos que relacionamos y los que aparecen en la carta adjunta escrita a Don Rafael se correspondan con las palabras del papa Francisco en su Exhortación apostólica (Nº 31), cuando dice: “El obispo siempre debe fomentar la comunión misionera en su Iglesia diocesana siguiendo el ideal de las primeras comunidades cristianas, donde los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma (cf. Hch 4, 32). Para eso, a veces, estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño tiene su olfato para encontrar nuevos caminos”.

Tampoco tales hechos se pueden corresponder, aunque las comparaciones puedan parecer odiosas, con el testimonio dado por D. Antonio Ceballos durante su misión pastoral en la diócesis. Tuvo una constante preocupación por los últimos y las personas que más sufrían en nuestra sociedad gaditana con gestos concretos de compasión y ternura, visitando a desempleados encerrados en la Iglesias, desesperados por la falta de trabajo. Incluso, recientemente ha sufrido la dolorosa experiencia de tener que pasar por el juzgado para explicar que pidió dinero a la Junta para que los trabajadores del Centro Geriátrico del Obispado “pudieran seguir ejerciendo” en “los puestos de trabajo” y pudieran cobrar , ya que había sido suspendida la actividad laboral por realización de obras, y el no podía quedarse tranquilo viendo a tantas familias sin poder disponer del necesario sustento.
Las personas sin hogar le abordaban en la calle y él les dirigía palabras de consuelo o les daba un donativo. Su preocupación por los migrantes le llevaba a asistir a actos de oración y denuncia en las playas gaditanas, acompañando al Secretariado Diocesano de Migraciones y, en una ocasión, a representantes internacionales de Justicia y Paz y a obispos extranjeros.
En definitiva, Mons. Antonio Ceballos, nuestro obispo emérito, es un “pastor con olor a ovejas”, como el papa Francisco repite con insistencia.

Muy preocupados por los hechos ocurridos, pero alentados por estas palabras de la Exhortación y el testimonio del obispo emérito solicitamos su mediación, en unión de Monseñor D. Juan José Omeya y el Nuncio, Monseñor D. Renzo Fratelli, ante su Santidad el Papa Francisco para que se enderece la marcha desviada de nuestra querida diócesis y se corrijan los daños causados a personas de acendrada fe cuya ilusión era trabajar en la Iglesia en la que han crecido y formado como seguidores de Jesucristo.
Un fraternal abrazo en Jesucristo.


Francisco José González Álvarez. Melchor Prats Munárriz.
Juan de la Cruz García de Paredes. Manuel González de la Rosa.


(La carta al Cardenal Omella es igual que ésta.)
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