El Grupo cristiano de Reflexión-Acción escribió esta carta
dirigida al Nuncio y a los cardenales Osoro y Omella. Hemos
esperado un mes a ver si nos contestaban. Solo hemos recibido
el comprobante de haberlas recibido, pero ninguna
contestación a nuestros escritos. Por eso hemos decidido
hacerlas públicas.
Aquí las dejo para quienes les interese. Doy por descontado que
a más de alguno no le interesará leerlas, pero a otros sí.
Después de haberlas escrito, en el último mes han venido
sucediendo nuevas incidencias de importancia, como el
reciente despido de 4 trabajadores de Caritas, la mayoría de
ellos con una antigüedad de más de 10 años y probada
competencia y cualificación.
Un cordial saludo: Juan
==============================
Monseñor
Renzo Fratini
Nuncio
de Su Santidad el Papa.
Avenida
Pío XII, 46
28016.
MADRID.
Monseñor:
Somos
un grupo de católicos que llevamos cuatro años reuniéndonos y
trabajando en la renovación evangélica de la Iglesia y los
problemas sociales más acuciantes de la Diócesis de Cádiz y Ceuta,
como la precariedad y la pobreza, principalmente en el campo de las
personas sin hogar. Pertenecemos a distintos movimientos y
comunidades, complementando en la oración y en la actividad
apostólica nuestros carismas y llamadas, en el seno de un colectivo
que denominamos Grupo Cristiano de Reflexión y Acción. Las causas,
entre otras, de esta particular asociación han sido: 1) La necesidad
de reforzar entre los laicos diocesanos los lazos en las tareas
evangelizadoras más urgentes, aunque, en verdad, nos hemos
sentido huérfanos como otros colectivos de creyentes debido a la
falta de posibilidades de acuerdos, con el Ministerio Pastoral, por
no haber podido tener, a nuestro parecer, un diálogo profundo y
eficaz. 2) El cariz de algunas decisiones del obispo diocesano, Don
Rafael Zornoza, que ponen en entredicho la credibilidad, el
necesario buen ejemplo de la comunidad cristiana y la influencia
apostólica de la Iglesia de Cádiz y Ceuta ante sus posibles
destinatarios a evangelizar y la opinión pública gaditana.
La
delicada situación de orfandad en que se encuentran muchos
diocesanos –sacerdotes y laicos- y determinados acontecimientos,
consecuencias de decisiones equivocadas a las que nos hemos referido
anteriormente, nos obligan, para no ser cómplices de los mismos,
a adjuntarle la carta que el pasado día 17 de octubre enviamos a
Don Rafael, en la que le detallábamos los últimos despidos de
personal habidos en el Obispado y en la diócesis.
En ella,
le manifestábamos que nos parecía un escándalo que nuestra Iglesia
nos respetara los derechos laborales y que no tratara dignamente a
sus trabajadores. Le decíamos, además, que tales hechos no deberían
suceder en la Iglesia Diocesana que es la comunidad de los
seguidores de Jesús. Recordábamos las palabras del Papa Francisco
en su denuncia de las situaciones en las que se violan los derechos
de los trabajadores, en evidente contradicción con la Doctrina
Social de la Iglesia y su invitación a que denunciemos las
violaciones de los derechos laborales. Sin embargo, la fuerza de
estos argumentos, al parecer, no fue suficiente al Sr. obispo para
que nos contestara, ya que hasta la fecha en que nos dirigimos a
usted - un mes y trece
días-
no hemos recibido contestación alguna por su parte.
En
realidad, esta ha sido la tónica general – la de no responder-,
pues en 2013, le remitimos una primera carta, después de
reflexionar todo el año sobre la Doctrina Social de la Iglesia, el
Concilio Vaticano II y otros documentos eclesiales, para que Mons.
Zornoza tomara algunas medidas en favor de tantas personas
necesitadas de nuestra diócesis, facilitando pisos y locales,
propiedad de fundaciones de la Iglesia,- contamos como mínimo unos
veinte-a personas sin hogar, alojados en domicilios familiares o en
la calle. Algunos de estos últimos han muerto en cajeros, en
jardines y en refugios inmundos de la ciudad. No hubo respuesta a
nuestras peticiones y sugerencias, sólo una reunión con miembros de
algunas organizaciones oficiales de la Iglesia, que también
pertenecían a nuestro grupo, ya que se negó a recibir a personas
pertenecientes a determinadas a asociaciones por no considerarlas
idóneas para el diálogo, sin que finalmente diera solución alguna
a los problemas que se le habían planteado.
El
25 de marzo de 2015 enviamos al Sr. Obispo un escrito de
conclusiones respecto a un anónimo dirigido a varios responsables
de movimientos y organismos de la Iglesia denunciando despidos
injustos de trabajadores del Obispado y maltrato a otros. Le
pedíamos una reunión urgente ante la gravedad de los
acontecimientos; que eran varias las personas despedidas, aunque
sólo una, el entonces conserje del Oratorio de San Felipe Neri, se
había prestado a colaborar y a darnos todos los documentos del
proceso. Le referíamos que había miedo-hoy también- en los
despedidos y en los trabajadores que entonces conservaban su puesto
de trabajo. En el acta de conciliación del asunto del conserje, el
Obispado reconocía la improcedencia del despido, pero, al no
readmitirlo, se limitaba a indemnizarlo.
El
23 de abril tuvimos la reunión con el Sr. Obispo, dos miembros del
grupo, pertenecientes a un movimiento y asociación oficiales de la
Iglesia, pues se vetó la presencia al resto. En ningún momento nos
dio una explicación racional respecto al despido del trabajador.
Posteriormente, insistimos por escrito, en dos ocasiones, el 1 de
junio y el 10 de octubre, pero no nos contestó.
Ante
la solución planteada, enviamos una carta a Mons. Blázquez, fechada
el 2 de febrero de 2015, cuya copia le adjuntamos, en la que le
rogábamos su intervención, a fin de que se corrigiera la injusticia
cometida con el trabajador despedido, contratándolo de nuevo; así
como en el resto de demandas solicitadas a Don Rafael. Recibimos una
atenta carta de Monseñor Blázquez en la que nos comunicaba que la
Conferencia Episcopal Española no tenía atribuciones sobre los
obispos de las Iglesias particulares, pero que, no obstante,
hablaría con nuestro obispo. De esa posible conversación no hemos
tenido información alguna.
El
1 de julio de 2016 entregamos en el Obispado una carta abierta
dirigida al obispo diocesano, firmada por 22 personas, contando con
la adhesión de cerca de 200 firmas, escrita en parecidos términos.
Le pedimos que la Iglesia diocesana se pusiera en disposición
de acoger a migrantes y refugiados, que en un número considerable
llegaban y siguen llegando a las costas gaditanas. No negábamos en
nuestro escrito el gran papel de Cáritas y otras asociaciones como
Tartessos y Tierra de todos, dirigidas estas dos últimas por el
sacerdote Don Gabriel Delgado, pero le hacíamos ver que eran ayudas
insuficientes ante la avalancha de refugiados procedentes de Siria,
víctimas de la guerra que se está librando en ese país.
Volvíamos
a insistir, en línea con el magisterio y gestos concretos del papa
Francisco en la necesidad de que el Obispado cediera algunos pisos
vacíos o edificios medio vacíos para las personas sin techo,
desahuciados, así como a migrantes y refugiados. La respuesta de
nuestro obispo fue muy negativa al comprobar que había habido cierta
filtración de la carta a los medios. Al haber trascendido a la
opinión pública, convocó una reunión con miembros de algunas
organizaciones oficiales de la Iglesia, que también pertenecían a
nuestro grupo, ya que se negó a recibir a personas pertenecientes a
determinadas a asociaciones por no considerarlas idóneas para el
diálogo, sin que finalmente diera solución a los problemas que
le habíamos presentado.
Ha
habido más problemas con el Obispado como el cese de un director de
Cáritas, y el caso del “Rincón del Madueño”, un bar cuyo
local se tenía alquilado hace más de cien años a la familia del
propietario actual y que ha sido desahuciado del establecimiento ,
al no renovársele el contrato . Ha habido un auténtico revuelo en
la ciudad, porque, además, hay otros comercios, cuyos locales
son propiedad de fundaciones de la Iglesia, y que el Obispado está
urgiendo a sus propietarios para que se vayan. Al parecer, a uno
lo echan a primeros de año. Pero no nos vamos a extender en estos
casos, ya que habría posibilidad de seguir informándole, si lo
considera oportuno.
Por tanto, no creemos que
los hechos que relacionamos y los que aparecen en la carta adjunta
escrita a Don Rafael se correspondan con las palabras del papa
Francisco en su Exhortación apostólica (Nº 31), cuando dice: “El
obispo siempre debe fomentar la comunión misionera en su Iglesia
diocesana siguiendo el ideal de las primeras comunidades cristianas,
donde los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma (cf.
Hch 4, 32). Para eso, a veces, estará delante para indicar el
camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estará
simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y
misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo
para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño tiene
su olfato para encontrar nuevos caminos”.
Tampoco
tales hechos se pueden corresponder, aunque las comparaciones puedan
parecer odiosas, con el testimonio dado por D. Antonio Ceballos
durante su misión pastoral en la diócesis. Tuvo una constante
preocupación por los últimos y las personas que más sufrían en
nuestra sociedad gaditana con gestos concretos de compasión y
ternura, visitando a desempleados encerrados en la Iglesias,
desesperados por la falta de trabajo. Incluso, recientemente ha
sufrido la dolorosa experiencia de tener que pasar por el
juzgado para explicar que pidió dinero a la Junta para que los
trabajadores del Centro Geriátrico del Obispado “pudieran seguir
ejerciendo” en “los puestos de trabajo” y pudieran cobrar , ya
que había sido suspendida la actividad laboral por realización de
obras, y el no podía quedarse tranquilo viendo a tantas familias
sin poder disponer del necesario sustento.
Las
personas sin hogar le abordaban en la calle y él les dirigía
palabras de consuelo o les daba un donativo. Su preocupación por
los migrantes le llevaba a asistir a actos de oración y denuncia en
las playas gaditanas, acompañando al Secretariado Diocesano de
Migraciones y, en una ocasión, a representantes internacionales de
Justicia y Paz y a obispos extranjeros.
En
definitiva, Mons. Antonio Ceballos, nuestro obispo emérito, es un
“pastor con olor a ovejas”, como el papa Francisco repite con
insistencia.
Muy
preocupados por los hechos ocurridos, pero alentados por estas
palabras de la Exhortación y el testimonio del obispo emérito
solicitamos su mediación, en unión de Monseñor D. Carlos Osoro y
D. Juan José Omella, ante su Santidad el Papa Francisco para que se
enderece la marcha desviada de nuestra querida diócesis y se
corrijan los daños causados a personas de acendrada fe cuya ilusión
era trabajar en la Iglesia en la que han crecido y formado como
seguidores de Jesucristo.
Un
fraternal abrazo en Jesucristo.
Francisco
José González Álvarez. Melchor Prats
Munárriz.
Juan
de la Cruz García de Paredes. Manuel González
de la Rosa.
================================================
Monseñor
Don Carlos Osoro Sierra
Cardenal-
Arzobispo de Madrid.
Calle
Bailén, 8
28071.
Madrid.
Sr.
Cardenal:
Somos
un grupo de católicos que llevamos cuatro años reuniéndonos y
trabajando en la renovación evangélica de la Iglesia y los
problemas sociales más acuciantes de la Diócesis de Cádiz y Ceuta,
como la precariedad y la pobreza, principalmente en el campo de las
personas sin hogar. Pertenecemos a distintos movimientos y
comunidades, complementando en la oración y en la actividad
apostólica nuestros carismas y llamadas, en el seno de un colectivo
que denominamos Grupo Cristiano de Reflexión y Acción. Las causas,
entre otras, de esta particular asociación han sido: 1) La necesidad
de reforzar entre los laicos diocesanos los lazos en las tareas
evangelizadoras más urgentes, aunque, en verdad, nos hemos
sentido huérfanos como otros colectivos de creyentes debido a la
falta de posibilidades de acuerdos, con el Ministerio Pastoral, por
no haber podido tener, a nuestro parecer, un diálogo profundo y
eficaz. 2) El cariz de algunas decisiones del obispo diocesano, Don
Rafael Zornoza, que ponen en entredicho la credibilidad, el
necesario buen ejemplo de la comunidad cristiana y la influencia
apostólica de la Iglesia de Cádiz y Ceuta ante sus posibles
destinatarios a evangelizar y la opinión pública gaditana.
La
delicada situación de orfandad en que se encuentran muchos
diocesanos –sacerdotes y laicos- y determinados acontecimientos,
consecuencias de decisiones equivocadas a las que nos hemos referido
anteriormente, nos obligan, para no ser cómplices de los mismos,
a adjuntarle la carta que el pasado día 17 de octubre enviamos a
Don Rafael, en la que le detallábamos los últimos despidos de
personal habidos en el Obispado y en la diócesis.
En ella,
le manifestábamos que nos parecía un escándalo que nuestra Iglesia
nos respetara los derechos laborales y que no tratara dignamente a
sus trabajadores. Le decíamos, además, que tales hechos no deberían
suceder en la Iglesia Diocesana que es la comunidad de los
seguidores de Jesús. Recordábamos las palabras del Papa Francisco
en su denuncia de las situaciones en las que se violan los derechos
de los trabajadores, en evidente contradicción con la Doctrina
Social de la Iglesia y su invitación a que denunciemos las
violaciones de los derechos laborales. Sin embargo, la fuerza de
estos argumentos, al parecer, no fue suficiente al Sr. obispo para
que nos contestara, ya que hasta la fecha en que nos dirigimos a
usted - un mes y trece
días-
no hemos recibido contestación alguna por su parte.
En
realidad, esta ha sido la tónica general – la de no responder-,
pues en 2013, le remitimos una primera carta, después de
reflexionar todo el año sobre la Doctrina Social de la Iglesia, el
Concilio Vaticano II y otros documentos eclesiales, para que Mons.
Zornoza tomara algunas medidas en favor de tantas personas
necesitadas de nuestra diócesis, facilitando pisos y locales,
propiedad de fundaciones de la Iglesia,- contamos como mínimo unos
veinte-a personas sin hogar, alojados en domicilios familiares o en
la calle. Algunos de estos últimos han muerto en cajeros, en
jardines y en refugios inmundos de la ciudad. No hubo respuesta a
nuestras peticiones y sugerencias, sólo una reunión con miembros de
algunas organizaciones oficiales de la Iglesia, que también
pertenecían a nuestro grupo, ya que se negó a recibir a personas
pertenecientes a determinadas a asociaciones por no considerarlas
idóneas para el diálogo, sin que finalmente diera solución alguna
a los problemas que se le habían planteado.
El
25 de marzo de 2015 enviamos al Sr. Obispo un escrito de
conclusiones respecto a un anónimo dirigido a varios responsables
de movimientos y organismos de la Iglesia denunciando despidos
injustos de trabajadores del Obispado y maltrato a otros. Le
pedíamos una reunión urgente ante la gravedad de los
acontecimientos; que eran varias las personas despedidas, aunque
sólo una, el entonces conserje del Oratorio de San Felipe Neri, se
había prestado a colaborar y a darnos todos los documentos del
proceso. Le referíamos que había miedo-hoy también- en los
despedidos y en los trabajadores que entonces conservaban su puesto
de trabajo. En el acta de conciliación del asunto del conserje, el
Obispado reconocía la improcedencia del despido, pero, al no
readmitirlo, se limitaba a indemnizarlo.
El
23 de abril tuvimos la reunión con el Sr. Obispo, dos miembros del
grupo, pertenecientes a un movimiento y asociación oficiales de la
Iglesia, pues se vetó la presencia al resto. En ningún momento nos
dio una explicación racional respecto al despido del trabajador.
Posteriormente, insistimos por escrito, en dos ocasiones, el 1 de
junio y el 10 de octubre, pero no nos contestó.
Ante
la solución planteada, enviamos una carta a Mons. Blázquez, fechada
el 2 de febrero de 2015, cuya copia le adjuntamos, en la que le
rogábamos su intervención, a fin de que se corrigiera la injusticia
cometida con el trabajador despedido, contratándolo de nuevo; así
como en el resto de demandas solicitadas a Don Rafael. Recibimos una
atenta carta de Monseñor Blázquez en la que nos comunicaba que la
Conferencia Episcopal Española no tenía atribuciones sobre los
obispos de las Iglesias particulares, pero que, no obstante,
hablaría con nuestro obispo. De esa posible conversación no hemos
tenido información alguna.
El
1 de julio de 2016 entregamos en el Obispado una carta abierta
dirigida al obispo diocesano, firmada por 22 personas, contando con
la adhesión de cerca de 200 firmas, escrita en parecidos términos.
Le pedimos que la Iglesia diocesana se pusiera en disposición
de acoger a migrantes y refugiados, que en un número considerable
llegaban y siguen llegando a las costas gaditanas. No negábamos en
nuestro escrito el gran papel de Cáritas y otras asociaciones como
Tartessos y Tierra de todos, dirigidas estas dos últimas por el
sacerdote Don Gabriel Delgado, pero le hacíamos ver que eran ayudas
insuficientes ante la avalancha de refugiados procedentes de Siria,
víctimas de la guerra que se está librando en ese país. Volvíamos
a insistir, en línea con el magisterio y gestos concretos del papa
Francisco en la necesidad de que el Obispado cediera algunos pisos
vacíos o edificios medio vacíos para las personas sin techo,
desahuciados, así como a migrantes y refugiados.
La respuesta de
nuestro obispo fue muy negativa al comprobar que había habido cierta
filtración de la carta a los medios. Al haber trascendido a la
opinión pública, convocó una reunión con miembros de algunas
organizaciones oficiales de la Iglesia, que también pertenecían a
nuestro grupo, ya que se negó a recibir a personas pertenecientes a
determinadas a asociaciones por no considerarlas idóneas para el
diálogo, sin que finalmente diera solución a los problemas que
le habíamos presentado.
Ha
habido más problemas con el Obispado como el cese de un director de
Cáritas, y el caso del “Rincón del Madueño”, un bar cuyo
local se tenía alquilado hace más de cien años a la familia del
propietario actual y que ha sido desahuciado del establecimiento ,
al no renovársele el contrato . Ha habido un auténtico revuelo en
la ciudad, porque, además, hay otros comercios, cuyos locales
son propiedad de fundaciones de la Iglesia, y que el Obispado está
urgiendo a sus propietarios para que se vayan. Al parecer, a uno
lo echan a primeros de año. Pero no nos vamos a extender en estos
casos, ya que habría posibilidad de seguir informándole, si lo
considera oportuno.
Por tanto, no creemos que
los hechos que relacionamos y los que aparecen en la carta adjunta
escrita a Don Rafael se correspondan con las palabras del papa
Francisco en su Exhortación apostólica (Nº 31), cuando dice: “El
obispo siempre debe fomentar la comunión misionera en su Iglesia
diocesana siguiendo el ideal de las primeras comunidades cristianas,
donde los creyentes tenían un solo corazón y una sola alma (cf.
Hch 4, 32). Para eso, a veces, estará delante para indicar el
camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estará
simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y
misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo
para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño tiene
su olfato para encontrar nuevos caminos”.
Tampoco
tales hechos se pueden corresponder, aunque las comparaciones puedan
parecer odiosas, con el testimonio dado por D. Antonio Ceballos
durante su misión pastoral en la diócesis. Tuvo una constante
preocupación por los últimos y las personas que más sufrían en
nuestra sociedad gaditana con gestos concretos de compasión y
ternura, visitando a desempleados encerrados en la Iglesias,
desesperados por la falta de trabajo. Incluso, recientemente ha
sufrido la dolorosa experiencia de tener que pasar por el
juzgado para explicar que pidió dinero a la Junta para que los
trabajadores del Centro Geriátrico del Obispado “pudieran seguir
ejerciendo” en “los puestos de trabajo” y pudieran cobrar , ya
que había sido suspendida la actividad laboral por realización de
obras, y el no podía quedarse tranquilo viendo a tantas familias
sin poder disponer del necesario sustento.
Las
personas sin hogar le abordaban en la calle y él les dirigía
palabras de consuelo o les daba un donativo. Su preocupación por
los migrantes le llevaba a asistir a actos de oración y denuncia en
las playas gaditanas, acompañando al Secretariado Diocesano de
Migraciones y, en una ocasión, a representantes internacionales de
Justicia y Paz y a obispos extranjeros.
En
definitiva, Mons. Antonio Ceballos, nuestro obispo emérito, es un
“pastor con olor a ovejas”, como el papa Francisco repite con
insistencia.
Muy
preocupados por los hechos ocurridos, pero alentados por estas
palabras de la Exhortación y el testimonio del obispo emérito
solicitamos su mediación, en unión de Monseñor D. Juan José
Omeya y el Nuncio, Monseñor D. Renzo Fratelli, ante su Santidad
el Papa Francisco para que se enderece la marcha desviada de nuestra
querida diócesis y se corrijan los daños causados a personas de
acendrada fe cuya ilusión era trabajar en la Iglesia en la que han
crecido y formado como seguidores de Jesucristo.
Un
fraternal abrazo en Jesucristo.
Francisco
José González Álvarez. Melchor Prats
Munárriz.
Juan
de la Cruz García de Paredes. Manuel González
de la Rosa.
(La carta al Cardenal Omella es igual que ésta.)
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