El Grupo cristiano de Reflexión- Acción ante el despido
reciente de 4 trabajadores de Caritas ha hecho público el
siguiente Comunicado que dejamos aquí para quienes les
interese leerlo.
Un cordial saludo: Juan
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Manifestamos
nuestra oposición y repulsa a los despidos de tres trabajadoras y
un trabajador por Cáritas Diocesana de Cádiz y Ceuta. En distintos
medios informativos, el equipo directivo de la ONG justifica su
decisión por falta de recursos y la necesidad de dedicar los
existentes a los pobres, que son sus destinatarios específicos; pero
nos sorprende que se hayan contratado, a la vez, a cinco personas
por dos años.
Desde luego, a la vista de la debilidad de los motivos
aducidos en los medios informativos y por otras circunstancias que,
a continuación, describimos, no podemos creer que la objetividad ni
que el sentido de justicia esté detrás de los despidos de cuatro
personas que desempeñaban funciones laborales cualificadas, de
naturaleza técnica de hecho o de derecho, y con 12, 11, 10 y 3 años
de antigüedad en esta empresa de la Iglesia, y hayan podido ser
condenadas al desempleo, la precariedad y posiblemente la pobreza en
una ciudad donde los índices de paro son muy altos, es cada vez
más difícil encontrar un trabajo y casi imposible que sea digno.
No
es normal, por tanto, que echen a personas con experiencia y de nivel
técnico cualificado y se sustituyan, en determinados casos, por
otra con antigüedad de un año o año y medio de ejercicio
profesional. Pero esto no parece importar mucho a los responsables de
Cáritas, pues, una de las trabajadoras despedidas, universitaria y
responsable de área fue desplazada en su momento a la conserjería
y se le asignaron tareas subalternas.
En
relación con la falta de medios que se alega como motivo de los
despidos, no podemos entender que el secretario general de Cáritas
gane una abultada cantidad mensual, cuando en toda la historia de la
organización ha sido siempre un voluntario; así como que los
responsables de área lleguen a acumular sueldos y gratificaciones
muy por encima del resto de los trabajadores, o que en los
ejercicios de 2013 a 2016, inclusive, los ingresos hayan superado
los dos millones de euros, por encima en tres de ellos de los dos
millones y medio, y con una media de recursos propios del 71%. Por
tanto, si no hubiera recursos, habría que pensar en una
deficiente gestión y distribución económico-administrativa, al no
solicitarse las subvenciones con que Cáritas acostumbra a
financiarse, además de las aportaciones de sus donantes. Por otra
parte, seguimos pensando que no va a ver ahorro alguno con el coste
de los despidos y las nuevas contrataciones.
Resulta,
además, sorprendente el tratamiento que desde Cáritas se viene
dando a sus trabajadores y trabajadoras, y muy significativo en el
trance del despido, no avisando de manera humanitaria, como
corresponde a una organización eclesial, e incluso no diciendo la
verdad en los requerimientos que se le hacen a los trabajadores. Uno
de ellos, con diez años de trabajo, venía desempeñando funciones
administrativas. En el mes de diciembre se le comunica que deja ese
servicio y que, a partir de enero, se le asignará otro trabajo. El
tiempo pasa entre excusas, hasta que se le llama para entregarle la
carta de despido el mismo día en que ha de abandonar la empresa.
La
trabajadora que llevaba doce años en Cáritas, desempeñando en la
zona de La Janda, con mucho acierto, a juicio de sus compañeros, la
responsabilidad de los fondos europeos, se la avisa un día antes
para que se desplace a la capital al día siguiente, llevando toda
la documentación disponible, con el pretexto de que se va a
ejecutar una auditoria. La hacen esperar una hora en la sede de
Cáritas diocesana, hasta que le entregan la carta de despido. En
estos momentos, como el puesto de trabajo no ha sido eliminado, es
una voluntaria, ayudante de su compañera despedida, quien se ha
hecho cargo del trabajo de nueve a catorce horas, dado que, cada vez,
la tarea es mayor y la presión , por consiguiente, más intensa.
Como
católicos, no podemos menos que recordar que “el trabajo es un
bien de todos”, tal como se afirma en el Compendio de la Doctrina
Social de la Iglesia, y en una sociedad en donde el “derecho al
trabajo sea anulado o sistemáticamente negado (…)” esta sociedad
“no puede conseguir su legitimación ética ni la justa paz
social”. (Compendio; 288). ¿De qué legitimidad puede investirse
Cáritas cuando su obligación como asociación de la Iglesia es ser
empresa de Bien Común y, sin embargo, despide por motivos
economicistas? Tengan en cuenta los que provocan estos despidos las
palabras del Papa Francisco en 2015, a jóvenes desempleados: “El
trabajo no es un don concedido a unos pocos recomendados, es un
derecho para todos”. Todas estas recomendaciones de la Doctrina
Social de la Iglesia las conocen los miembros del equipo directivo de
Cáritas, y han venido participando activamente en la Jornada
intraeclesial “Un trabajo digno para una sociedad decente”, por
lo que resultan más escandalosos aún los despidos de estas cuatro
personas.
Finalmente,
recordando también, nosotros, como miembros del GRUPO CRISTIANO
DE REFLEXIÓN Y ACCIÓN, las palabras de Francisco en agosto de 2017:
“Debemos recordar siempre la dignidad y los derechos de los
trabajadores. Denunciar las situaciones en que se violan estos
derechos…”, RECLAMAMOS, por tanto, a Cáritas Diocesana la
readmisión inmediata de las tres trabajadoras y el trabajador,
única manera de respetar el derecho al trabajo de estas personas.
GRUPO
CRISTIANO DE REFLEXIÓN Y ACCIÓN.
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