El nuevo obispo de San Sebastián, Monseñor Munilla, está provocando máxima tensión con sus sacerdotes, que están en su contra en un 80%. Así lo informaba José Manuel Vidal en Religión Digital hace unos días.
El colmo de la tensión, que ya se había venido gestando desde antes incluso de su nombramiento, ha sido en la reunión del Consejo presbiteral. Allí informó de su decisión de enviar a los tres únicos seminaristas que tiene su diócesis a estudiar a Pamplona.
Dijo que se los llevaba a Pamplona para ponerlos a buen recaudo de los curas “secularizados y heréticos” de Guipúzcoa. Y dijo, entre otras cosas, que “los sacerdotes de San Sebastián están secularizados; en general no oran, no acuden a retiros ni a ejercicios espirituales y no se confiesan”.
Y decide el traslado de los tres seminaristas en contra del criterio unánime del Consejo Presbiteral.
Otro motivo de choque con los sacerdotes es el nuevo caso Pagola, ya que podía haber otorgado el "nihil obstat" para la publicación del nuevo libro del biblista guipuzcoano, autor de "Jesús. Aproximación histórica" y no lo ha hecho. Se ha "lavado las manos" como Pilatos, escudándose en que el obispo de Getafe (donde se ubica la editorial que iba a publicar el libro), no lo había hecho.
Los sacerdotes están también muy molestos porque la línea que Munilla quiere implantar es muy opuesta a la del anterior obispo Uriarte, mucho más abierta, participativa y dialogante. Concretamente está reclutando curas "munillistas", de tendencia muy conservadora, que está trayendo de diferentes partes de España.
En fin, un verdadero desastre.
Los sacerdotes guipuzcoanos quieren informar a la Conferencia episcopal y a Roma de esta situación y hacerles ver que un obispo no puede gobernar una diócesis con el 80% de los sacerdotes en contra.
Proponen que Munilla sea trasladado a otra diócesis.
Y es que, como dije en mi artículo: "NO AL NOMBRAMIENTO DE OBISPOS DE MODO AUTORITARIO, SIN PARTICIPACIÓN DE LA COMUNIDAD CRISTIANA", en diciembre de 2009, no se puede imponer un obispo a ninguna comunidad cristiana que no lo quiera. Así fue la praxis de las primeras comunidades cristianas, como bien lo corroboran estas citas:
Así el Papa S. León Magno: “El que debe ser puesto a la cabeza de todos, debe ser elegido por todos” (Epist. X, 6). El papa Celestino I (Epist. IV, 5), en un texto famoso que quedó recogido, en el s. XI, por el Decreto de Graciano (c. 13, D. LXI): “No se imponga un obispo a quienes lo rechazan. Se requiere el consentimiento y el deseo del pueblo y de los sacerdotes”. Clemente, tercer obispo de Roma: “ Los apóstoles impusieron la norma de que varones aprobados les sucedieran en el ministerio con el consentimiento de toda la Comunidad”. San Cipriano, obispo de Cartago, Carta 57.3.2 : “No se imponga al pueblo un obispo no deseado” . San Hipólito, obispo de Roma : “Que se ordene como obispo a aquel que, siendo irreprochable, haya sido elegido por todo el pueblo” .
Es hora, por tanto, de que el nuncio, la conferencia episcopal y Roma rectifiquen y cambien a este obispo tan dictatorial que pretende gobernar sin contar con su consejo presbiteral a quien se enfrenta desde que llegó a la diócesis.
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