Los problemas sociales que estamos viviendo en España en estos últimos meses son dramáticos: aumento del número de parados con previsiones (según el Gobierno) de llegar a 6000000 a finales de año.
Recortes brutales en los derechos de los trabajadores con la Reforma Laboral, recortes brutales en educación y sanidad (unos 10000 millones de euros), cierres de los servicios de urgencias en no pocos municipios cuyos habitantes tienen que desplazarse a más de 10 km a otras localidades; centenares de miles de familias echadas a la calle por no poder pagar las hipotecas, desbordamiento de los servicios sociales de ayuntamientos y ONGS que se ven impotentes para poder atender a tanta gente necesitada. Cada vez, más gente sin techo, tirados en la calle y mendigando para comer.
Según el responsable de la plataforma de la sanidad pública, a partir de septiembre, pueden quedar sin asistencia sanitaria pública hasta 6000000 de personas en nuestro país. La ley de dependencia está paralizada y se dejan sin atender a centenares de miles de personas necesitadas de ayuda...
Estos problemas no han venido llovidos del cielo. Los han provocado unos responsables: las entidades financieras y la pésima gestión que han hecho los gobernantes y políticos de la crisis tan enorme que se ha provocado.
El colmo de esta irresponsabilidad es que el Gobierno dé "todo el dinero que haga falta" para sanear a una entidad privada (Bankia). De momento, parece que se habla de 23465 millones de euros, más del doble que todo el recorte hecho en educación y sanidad. Más que toda la deuda pública andaluza. Más que el presupuesto de toda la comunidad autónoma de Madrid.Y para colmo, tenemos que ver cómo los directivos de estas entidades rescatadas por su mala gestión, se marchan a sus casas con unas indemnizaciones escandalosas y ellos y los consejeros, tienen unos sueldazos impresionantes,fuertemente criticados por la opinión pública.
No hay dinero para paliar los problemas sociales que ocasiona la crisis y sí lo hay para sanear a los bancos, a los que se les ha dado ya en estos últimos tres años 113000 millones de euros. Tampoco hay dinero para el crédito a pequeñas y medianas empresas ni para las familias.
Toda la política del gobierno pasa por los recortes a los ciudadanos en los servicios básicos. Aquellos que hasta ahora eran intocables: sanidad, educación, servicios sociales...Sin embargo no se hace nada para atajar el fraude fiscal. Bueno, sí se hace: perdonar y amnistiar a los defraudadores. El fraude fiscal es de unos 80000 millones de euros al año. Se eliminan puestos de trabajo para los inspectores de hacienda. No se ponen impuestos a las transacciones financieras ni se lucha contra los paraísos fiscales....
Y ante este panorama.... ¿Nuestros obispos no tienen nada que decir? ¿Por qué permanecen callados?
¿No les duele el sufrimiento de tantísima gente? ¿No hay una doctrina social de la Iglesia que ayude a decir algo ante tanto sufrimiento? ¿No hay una palabra de denuncia profética desde los valores del evangelio? ¿Por qué este silencio?
Recientemente la Iglesia Evangélica Española ha sacado un documento valiente denunciando toda esta situación. Los obispos españoles en cambio, permanecen callados.
Extraña, porque ellos son muy locuaces cuando se trata de otros asuntos como el aborto, las relaciones prematrimoniales, el divorcio, los matrimonios de homosexuales, la eutanasia, la educación para la ciudadanía, las clases de religión...¿Por qué están ahora tan callados? ¿Es que no les duele el sufrimiento del pueblo?
Es un silencio sospechoso. Un silencio cómplice. Tampoco dicen nada ante la creciente demanda social hoy existente, para que la Iglesia en España arrime el hombro y, de modo voluntario, sin esperar a que una ley se lo imponga, como ha pasado en Italia, pague, por ejemplo el IBI de sus bienes inmuebles que son muy cuantiosos, al menos de aquellos que no están destinados al culto. O que aporte locales y bienes inmuebles al servicio de los que no tienen nada y están en la calle...O que decidan de una vez autofinanciarse, como está recogido en los actuales acuerdos Iglesia-Estado. Algo, algún gesto para visibilizar el compartir con los que sufren.
Y no se diga que ya se preocupan a través de Cáritas. Cáritas sólo recibe de los obispos la cesión de los locales y el 1,6% de su presupuesto. El 98,4% restante proviene de las aportaciones de la gente, del trabajo de los voluntarios y de las cantidades que el Estado detrae de la casilla destinada a fines sociales en la declaración del IRPF de todos los contribuyentes, sean creyentes o no creyentes.
Para colmo, el Sr. Rouco amenaza con retirar dinero a Cáritas si el Estado le obliga a pagar el IBI. Sus palabras suenan a chantaje, poniendo a Cáritas de parapeto, como si todo el dinero de Cáritas proviniera de los obispos.
Ya sé que las palabras de Jesús en el Evangelio les suenan a ellos a chino: "No lleven nada para el camino, ni
pan, ni morral, ni dinero, id con calzado corriente y con un sólo
manto". O cuando Jesús decía: " los pájaros tienen nido, pero el Hijo
del Hombre no tiene dónde reclinar la cabeza"....Jesús era pobre, sus seguidores eran pobres y compartian los bienes entre todos para que nadie pasara necesidad.
Pero al menos, podrían despojarse de algo. Tener algún gesto. Y sobre todo, decir algo. Denunciar la injusticia de lo que está pasando, de lo que se está haciendo contra el pueblo. Aunque no le guste al gobierno. Porque bien que se enfrentaron con el gobierno anterior por otro tipo de cuestiones. Deben tener libertad suficiente para actuar con criterios pastorales y evangélicos, no políticos.
Y ese silencio tan intenso, tan duradero, tan clamoroso, suena con una fuerza tremenda entre todos los ciudadanos que los miran entre perplejos, indiferentes e indignados.
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