martes, 11 de junio de 2013

CERCA DE 200 PERSONAS SE CONCENTRAN FRENTE AL PALACIO ARZOBISPAL DE SEVILLA. Juan Cejudo


Un importante grupo de jóvenes de Mairena del Aljarafe (Sevilla), que venían actuando desde hace 17 años en la parroquia en la pastoral juvenil de la Parroquia del Espíritu Santo, se han concentrado frente al palacio arzobispal de Sevilla para mostrar  su indignación por el inmovilismo de la Iglesia. Sus pancartas no podían decirlo más claro.

Los han echado de la Parroquia a la llegada del nuevo párroco. Y es que estos jóvenes les son molestos al nuevo párroco y, posiblemente, también al Sr Asenjo arzobispo de Sevilla.

Defienden la democracia al interior de la Iglesia y la pluralidad. Piensan que la jerarquía está muy ausente y alejada de problemas sociales de gran envergadura como los que la mayoría de la población está sufriendo  desde hace ya varios años. El problema del paro, los recortes en sanidad, educación, dependencia...

Piensan que la moral de la Iglesia está muy cerrada a situaciones actuales como el matrimonio homosexual, el derecho al aborto...Que no está a favor del celibato opcional de los sacerdotes o el derecho de las mujeres a la igualdad en la Iglesia etc... Todo ésto lo expresan con claridad en el siguiente comunicado que han hecho público:




Por nuestro desacuerdo con:

1. El desfase y la incapacidad de dar respuestas sólidas y reales que la Iglesia Católica presenta frente a problemáticas sociales tales como, los desahucios, el desempleo y los recortes de los derechos de los ciudadanos en el ámbito de la educación y sanidad. En este contexto de conflictividad social, Cáritas representa el grupo pastoral encargado de la labor caritativa y social de la Iglesia, organización a su vez, utilizada por la jerarquía eclesiástica para justificar su falta de pronunciamientos directos ante estas necesidades sociales actuales.


2. La resistencia al diálogo interreligioso por parte de la institución eclesiástica.

3. La tendencia actual de la Iglesia de Sevilla y su actitud de condena y actuación premeditadamente disuasoria ante la pluralidad. Así como a no dejar trabajar y expresarse libremente a teólogos, sacerdotes y catequistas.


4. La estructura jerarquizada que rigidiza todas las funciones eclesiales que provocan la deshumanización de la misma, requiriendo la necesidad de renovación en lo que refiere a esta estructura que actualmente gira en torno al poder, la política y no al servicio hacia los más desfavorecidos.

5. La supresión del papel del laicado impulsado por el Concilio Vaticano II.

6. La diferenciación de género no solo en responsabilidades eclesiales sino en la aceptación como persona de igual valor y derechos.

7. El celibato obligatorio frente a la posibilidad de libre opción.

8. El no reconocimiento de “categoría familiar” a dos personas con un proyecto de vida en común.

9. La represión sexual como doctrina en contra de una labor educativa desde la responsabilidad, el respeto y amor al prójimo extendido en este ámbito.

10. El empobrecimiento de las eucaristías mediante el protagonismo implacable del sacerdote tomando como instrumento el rito litúrgico y sus notables privilegios de comunicación y mediación entre Dios y el pueblo.



11. La dedicación plena del Sacerdote a ser Gobernador y cuidador del templo así como el exceso continuado en la administración de sacramentos, que provoca su incapacidad evangelizadora y por ende perpetúa la inmadurez en la fe del pueblo de Dios. Siendo objeto de descuido, la formación de los agentes de pastoral y la expresión normalizada de su fe, junto con el desarrollo de una vida compartida con naturalidad dentro de la comunidad.

Estos jóvenes (unos 50 ) han sido arropados por muchísimas personas y colectivos, entre ellos las Comunidades Cristianas Populares que les han acompañado y participado en el acto.

Ya era hora que los indignados de la Iglesia también salieran en público a expresar su rechazo a muchas cosas que deben ser revisadas y cambiadas en la forma de proceder de la jerarquía.

Este valiente grupo de jóvenes católicos sevillanos se merecen un aplauso por su coraje evangélico para decir en público lo que tantísima gente en la Iglesia pensamos y quizá no somos capaces de hacerlo como ellos lo han hecho.


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