La compañera Estefanía García, otra de las despedidas por el Obispado, de su trabajo en la Parroquia de S. José Artesano de S. Fernando, me envía este escrito para que, si me parece bien, lo difunda en mi blog.
Lo hago con mucho gusto. Son ya numerosas las muestras de apoyo y solidaridad que está recibiendo Rafael Vez a raíz de sus valientes declaraciones denunciando lo que pasa en la diócesis de Cádiz y Ceuta. Muchos saben que lo que denuncia Rafael es cierto, pero permanecen callados.
Saludos a todos: Juan
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Quiero
unirme a las felicitaciones al Padre Rafael Vez por su valentía, y
agradecer públicamente su voluntad de denunciar, alto y claro, las
situaciones tan sumamente tristes que se han dado y se siguen dando
dentro de la Diócesis de Cádiz y Ceuta. Es necesario seguir su
ejemplo, alzar la voz, no callar, ni mirar hacia otro lado fingiendo
que no pasa nada.
Fui
trabajadora en la parroquia San José Artesano durante tres años
como responsable del Columbario y encargada del Archivo parroquial
hasta que, sin previo aviso, con la más absoluta falta de humanidad
y de un modo apremiante y humillante, fui despedida a través del
servicio jurídico del Obispado, sin tan siquiera permitírseme
hablar con aquel que firmaba la orden de despido, alegando que nada
tenía que tratar con el que fuera mi director espiritual y mi
párroco.
Tristemente el miedo amordaza las bocas de
aquellos que, conociendo la verdad, han mantenido y siguen
manteniendo el silencio por temor a las represalias. Y
desgraciadamente he llorado por aquellos que, saliendo en defensa de
la justicia, se han visto perjudicados personalmente, siendo
enjuiciados y atacados en un intento vil de amedrentarles y
acallarles, tanto a ellos como a otras posibles voces.
No ha sido únicamente un
despido. Ha sido más de un año de desgate emocional, de presiones y
ataques tanto a mi persona como a aquellos que han defendido mi
profesionalidad y buen hacer en el desempeño de mi trabajo, para al
fin presentar “in extremis” por parte de la parroquia un acuerdo
donde admitían la improcedencia del despido. Todo un año de
sufrimiento que fácilmente se hubiera podido evitar si no se
entendiera una parroquia como una “empresa” fría e impersonal,
regida con mano férrea y sin sombra de humanidad. Tan sencillo como
comprender que una parroquia es una familia donde la Caridad, la Fe y
la Esperanza debieran ser siempre su seña de identidad.
Sé que no soy la
única a la que han despedido en la Diócesis de Cádiz y Ceuta de
modo similar y que aún siguen sufriendo las consecuencias de un
trato injusto e injustificable. Yo sólo puedo hablar por mí, de mi
experiencia y del daño del que he sido testigo, y puedo hacerlo
ahora que ya no tengo miedo, pues confío en Dios, sé que estoy en
sus manos y Él me sostiene.
Duele, y mucho,
comprobar que la Doctrina del Amor que Jesús nos enseñó, se olvida
tan fácilmente en pos de intereses que en nada se asemejan al
mensaje que predica la Santa Madre Iglesia y que cada vez más, se
desvía de las enseñanzas de aquel Jesús que se entregó y sirvió
al débil, al humilde, al desvalido, al pobre.
Estefanía García
Estefanía García
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