Sigo recibiendo escritos en señal de adhesión al párroco de Conil, Rafael Vez. Esta vez, me lo remite un antiguo amigo de hace muchísimos años y con el ruego de difundirlo lo más posible.
Me parece importante colaborar en que la gente pueda expresarse con libertad para decir lo que piensan, aunque sea en este modesto medio de mi blog. Pero que, a través de las redes sociales puede tener una mayor poyección y difusión.
No siempre los grandes medios están dispuestos a dar voz a opiniones que puedan ser críticas con el poder.
Dejo aquí la reflexión de Porquicho:
Hace algunos años me decía un sacerdote
que hay que saber delimitar religión y
evangelio, pueden estar relacionados, pero
no son precisamente lo mismo. La religión
es, como entendemos nosotros, la relación con lo trascendente, que en muchas ocasiones nos adormece,
nos da tranquilidad psicológica, no nos compromete a nada, nos pide cumplir unas normas,
en definitiva ser un cristiano de agenda.
Sin embargo, el evangelio, seguía el cura, al ser un estilo de vida relacionado con lo cotidiano, nos interpela, nos invita a pensar, a cuestionarnos, a complicarnos la vida teniendo como referente a Jesús
de Nazaret, que se insertó en la historia, precisamente para preocuparse de la vida de los que peor lo pasaban y de ahí acabó como acabó.
Las reflexiones que ha hecho el canónigo Rafael Vez Palomino van en sintonía con este último argumento. Ha razonado lo que ocurre a su alrededor, concretizándolo en las personas más vulnerables de la diócesis de Cádiz-Ceuta.
Esas interrogantes invitan a recapacitar, no a confontrar. Si nos detenemos en el texto, el párroco de Conil no habla de él, sino que lo hace de compañeros, de despedidos del obispado, personas sencillas, humildes, en definitiva, gente buena a los que se les ha causado mucho dolor, algunos incluso, no se han repuesto todavía.
Foto: Religión Digital |
Si a este triste panorama se añade que un sacerdote se haya tenido que adherir al escrito de Rafael Vez desde el anonimato por temor y miedo a que la reacción sea de represalia, parece evidente que existe un divorcio, un cisma, entre los clérigos y su máximo representante.
Una institución como la iglesia, que debería ser un referente de hermandad y confraternidad, da a entender lo contrario, donde la obediencia acrítica
es la norma, corriendo el peligro, el obispo y su equipo, de convertirse en meros burócratas de la Fe y funcionarios de lo absoluto, peligro que advierte con frecuencia el obispo de Roma.
Aprovecho la ocasión para enviarle a Rafael Vez Palomino mis respetos, mi afecto y mi admiración por su valentía evangélica, la cual nos invita a todos, fundamentalmente a los causantes de esta situación, a meditar sobre lo que está ocurriendo en la diócesis de Cádiz-Ceuta.
Marcelino PORQUICHO.
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