Mucho me temo que el nombramiento del nuevo papa no
vaya servir para un cambio real y
profundo para nuestra anquilosada y
desfasada Iglesia.
Los dos últimos
pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI han frenado los avances y aires
frescos que trajo el Concilio Vaticano II,
que convocó el papa bueno Juan XXIII.
Los 115 cardenales electores han sido nombrados por estos
últimos papas. Son por tanto, todos ellos, de tendencia conservadora y poco se puede
esperar del que salga elegido que pueda hacer los cambios profundos que la
Iglesia necesita hoy.
El nuevo papa debería dejar de vivir en el Vaticano y hacerlo en algún lugar más sencillo que le permita estar cerca de los
que más sufren. Un buen lugar para ello sería algún país africano o de
Latinoamérica. Como Jesús supo rodearse de los más pobres de su tiempo: cojos,
lisiados, enfermos, pescadores , prostitutas y gente sencilla .
El Vaticano debe dejar de ser un Estado y renunciar a los inmensos bienes patrimoniales.
Debe ceder ese imperio a las autoridades de los estados y vivir pobremente. Al
fin y al cabo fue el Maestro quien dijo: “ no llevéis ni oro, ni alforjas, ni
dos capas…”. También dijo: “no podéis servir al Dios y al dinero”. Se suprimirían
por tanto todas las nunciaturas, embajadores, guardia vaticana y moneda propia.
Debe desaparecer la curia romana, causante de tantas
intrigas palaciegas en lucha por el poder y dejar que el gobierno de la Iglesia
sea más compartido, más democrático a través de conferencias episcopales que a
su vez fomenten los cauces participativos de abajo arriba en sus iglesias
nacionales y diocesanas escuchando
realmente la opinión del pueblo de Dios, no sólo con carácter consultivo, sino
vinculante. Debe desaparecer el estilo
autoritario y jerárquico y fomentarse los cauces de diálogo con el mundo, la
ciencia y las otras religiones y culturas.
El Banco ambrosiano debe desaparecer, así como todo el
entramado de las finanzas vaticanas.
Es significativo que Juan Pablo I cuando fue encontrado
muerto, tuviera en sus manos documentos donde revisaba el problema de la curia
romana y las finanzas vaticanas para cambiarlas.
El código de Derecho canónico debe ser sustituido por el Evangelio, las conductas de Jesús y el de las
primeras comunidades cristianas que son las que mantuvieron vivo y fresco el
mensaje de Jesús.
Debe erradicarse los problemas de pederastia en los
sacerdotes de modo radical, sin concesiones ni tapaderas de los obispos. Se
debe actuar con igual dureza con los encubridores sean quienes sean.
Por eso:
La Iglesia debe optar por los más pobres. El pacto de las catacumbas que en el anterior concilio
firmaron y al que se comprometieron un
buen número de obispos de todo el mundo, liderados por Helder Cámara, será
la referencia como norma de conducta para los pastores y sacerdotes . La
Iglesia debe oponerse de lleno al capitalismo como un sistema nefasto y luchar
por “Otro Mundo posible” junto a tantos otros colectivos de todo el Mundo.
Debe cambiar el modelo de sacerdote actual. El celibato debe
ser opcional. La mujer tendrá los mismos derechos que el hombre a la hora de poder asumir las distintas
responsabilidades en la Iglesia. Los divorciados vueltos a casar podrán
participar plenamente de la Eucaristía y se reconocerá el amor entre las
personas como sacramento independientemente de que sean de distinto o de igual
sexo. Se aceptará el uso de los preservativos y las relaciones prematrimoniales
Se permitirá el trabajo de los teólogos y se cambiará el anatema y las sanciones por el
diálogo fraterno entre hermanos.
Las comunidades cristianas serán el núcleo fundamental de la
Iglesia . Los pastores crearán cauces democráticos en todas ellas para que su
voz sea muy tenida en cuenta a la hora de la toma de decisiones en la diócesis.
Los sínodos diocesanos serán más
frecuentes, vinculantes y no deliberativos.
Toda la moral sexual, la liturgia, la pastoral etc…debería
ser replanteada según estos principios.
Y es que la marcha y
la organización de la Iglesia, debe
estar inspirada sólo y exclusivamente en los valores del Evangelio de Jesús y
de las primeras comunidades cristianas.
Doy por supuesto que el nuevo papa no va a replantear
ninguna de las cosas que aquí he
expuesto.
Por eso, si lo van a elegir para que todo siga igual..apaga
y vámonos.
Los problemas de la Iglesia son enormes y se necesitan
cambios muy profundos inspirados en el Evangelio y no en criterios mundanos ni
de poder, ni de autoritarismo.
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