jueves, 26 de abril de 2012

EL discurso insulso y descafeinado de Rouco en la XCIX Asamblea Plenaria de la CEE. Juan Cejudo, miembro de MOCEOP y de Comunidades Cristianas Populares

 









Con la que está cayendo en España en estos últimos tiempos, especialmente después de las últimas elecciones generales, el discurso inaugural del presidente de la Conferencia Episcopal Monseñor Rouco Varela, me parece insulso y descafeinado, especialmente cuando hace alusión a la situación socio-económica que se vive en el país.

Decir que los problemas que tenemos se solucionan con caridad y apartándose de la codicia, es no decir nada.
Él habla de  "reformas necesarias, salvaguardando la justicia y la protección de los más débiles"

Justifica, al parecer, las medidas que se están adoptando ¿cómo no? Pero no señala que los inmigrantes sin papeles se quedarán sin la tarjeta sanitaria, desprotegidos por completo salvo casos de urgencias. Y que la desprotección económica es total para centenares de miles de familias que tienen a todos sus miembros en paro. Paro que se nos anuncia que llegará ser a finales de año de 6000000 de personas.

Dice que no quiere entrar en el análisis de la situación económica y política ni de las soluciones.

La impresión que da el Sr. Rouco es que no quiere indisponerse con los que gobiernan para denunciar, como debería hacer un pastor, las terribles consecuencias sociales que las medidas que se están aplicando están causando a la inmensa mayoría de la población española: jubilados, trabajadores, estudiantes, parados, mujeres, estudiantes, inmigrantes....con los brutales recortes en educación y sanidad (10000 millones) y sin decir una sola palabra, nuestro presidente de los obispos, de la necesidad  que tendría que hacer un gobierno de combatir el fraude fiscal, poner tasas a las entidades financieras, mejorar la ley fiscal para que paguen más los que más cobran y que no recaiga todo el peso de los recortes en los mismos de siempre.

Ni una palabra de la necesidad de que la Iglesia en estos momentos de crisis se autofinancie de una vez, como está recogido en los actuales Acuerdos Iglesia-Estado o que decida de modo voluntario pagar el IBI de la enorme cantidad de bienes inmuebles que posee en toda España, o afrontar el pago de los profesores de religión en los centros públicos, o aceptar ella también unos recortes económicos en sus partidas presupuestarias, como por otra parte van a sufrir todos los ministerios 

¿No sería mucho mejor que la educación religiosa se impartiera en las parroquias y centros religiosos? Así se ahorraría al Estado una gran cantidad de dinero que hoy es necesario para otras necesidades sociales de primer orden. Y la Iglesia mantendría mejor su autonomía e independencia.

Necesitamos pastores comprometidos con la situación social de su pueblo. Como recientemente han hecho los obispos brasileños,  que se han pronunciado públicamente a favor de los derechos legítimos y los territorios  de los pueblos indígenas, de los Quilombolas, de los pescadores y de otros pueblos tradicionales.Ellos hablan de un "verdadero genocidio".

Éstos son los pastores que necesitamos en España. Hablar de nueva evangelización, sin denunciar proféticamente todos los atropellos que se están cometiendo con tantísimos millones de españoles, la verdad, cae en saco roto y suena a hueco.

No necesitamos obispos diplomáticos, sino profetas.

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