Acabo de recibir la Declaración que ha hecho la Asociación de teólogos/as Juan XXIII sobre la crisis económica y la reforma laboral.
Es un magnífico documento. Merece la pena señalar que, mientras los obispos ante estos problemas apenas hablan, los colectivos de cristianos de base vienen pronunciándose abiertamente sobre estos problemas de primer orden para millones de ciudadanos de nuestro país: HOAC, JOC, Comunidades Cristianas Populares de Andalucía, MOCEOP y otros colectivos cristianos lo hemos venido haciendo recientemente.
Ahora es este importante colectivo que agrupa a los más significados teólogos y teólogas de nuestro país los que se pronuncian con toda claridad. Merece la pena que lo leáis detenidamente. Ahí os lo dejo.
-------------------------------
Declaración de la Asociación de teólogos y teólogas Juan XXIII
La
Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII no quiere permanecer
impasible ante la crisis económica y la reforma laboral que está
golpeando a los sectores más vulnerables de la sociedad, sino que desea
ser sensible y solidaria con ellos. Por ello quiere tomar postura en
torno a la situación a través de la siguiente declaración.
1. Creemos que la actual crisis
económica ha servido para que los poderes financieros y empresariales se
hayan enriquecido con los bienes naturales, los bienes públicos y los
bienes de los ciudadanos, para explotar a los trabajadores,
especialmente a las mujeres, inventarse burbujas inmobiliarias y ganar
dinero especulando con el agua y los alimentos, hasta generar una grave
crisis alimentaria.
2. Compartimos los planteamientos del documento de la JOC y la HOAC,
donde se afirma que la reforma laboral constituye otra agresión más al
trabajo humano, rompe el frágil equilibro conquistado históricamente
entre capital y trabajo, se aleja del principio defendido por la Iglesia
de la prioridad del trabajo frente al capital, representa un nuevo
golpe al derecho laboral, quiebra el derecho constitucional a la
negociación colectiva y a la capacidad organizativa de los trabajadores y
las trabajadoras, facilita y abarata la expulsión del mercado de
trabajo y dificulta, cuando no impide o precariza, el empleo juvenil.
Compartimos igualmente su llamada a participar en cuantas movilizaciones
sociales y sindicales vayan orientadas a frenar dicha reforma y sus
funestas consecuencias.
3. Valoramos positivamente los pronunciamientos y los gestos
individuales de solidaridad por parte de algunos eclesiásticos, que
revelan sensibilidad humana y cristiana hacia los más desfavorecidos.
4. Consideramos, sin embargo, que la Iglesia católica como
institución y la jerarquía en su conjunto se han mostrado insensibles
hacia la crisis y la reforma laboral, no han levantado la voz profética
para denunciar a los verdaderos responsables, ni han mostrado la
necesaria solidaridad con quienes más las están sufriendo.
5. Observamos con tristeza y dolor que, mientras se reducen los
salarios, se cierran hospitales, centros de salud, centros de acogida de
mujeres, niños y niñas maltratadas y víctimas de violencia, se rebaja
la inversión pública, se recortan los presupuestos generales del Estado,
se reduce el personal docente de los centros públicos de enseñanza, la
institución eclesiástica no solo no ha renunciado a ninguno de sus
privilegios, sino que ha visto incrementados los ingresos provenientes
del Estado. Más aún, parece vivir en un paraíso fiscal con todo tipo de
exenciones y privilegios: fiscales, educativos, económicos, sociales,
culturales, simbólicos, incluso militares. Tal actitud es contraria al
principio evangélico: “No se puede servir a dos señores: a Dios y al
Dinero”.
6. Los responsables eclesiásticos se niegan a pagar el IBI por su
ingente patrimonio, situándose así al borde de la ilegalidad, si no
instalados en ella, sin que los poderes públicos les exijan dicho pago,
como lo hacen a otras organizaciones sin ánimo de lucro. Dicho pago
supondría el ingreso de varios millones de euros en las arcas públicas,
que podrían destinarse a poner remedio a las carencias sociales,
sociales, urbanísticas, sanitarias, culturales, etc. en las zonas
marginadas de la sociedad y a la mejora de la calidad de los servicios
públicos.
7. Muestra de la insensibilidad ante la crisis y la reforma laboral
es la desautorización de algunos obispos del documento antes citado de
la HOAC y la JOC, dos movimientos apostólicos de la Acción Católica
comprometidos desde hace más de medio siglo en la defensa de los
derechos de la clase trabajadora Con dicha descalificación no sólo se da
la espalda al Evangelio y a los principios de la Doctrina Social de la
Iglesia, sino que se impide que otras organizaciones católicas ejerzan
la denuncia profética.
8. Con este modo de proceder, creemos, un sector importante de la
jerarquía eclesiástica demuestra sus buenas relaciones con el mercado,
se pone del lado del Gobierno del Partido Popular y de la patronal. y en
contra de la clase trabajadora y de las movilizaciones de ésta. De esa
forma, la Iglesia se desacredita.
9. Para evitar ese descrédito y conseguir credibilidad entre la
ciudadanía creemos que la Iglesia católica debe: a) autofinanciarse
conforme al compromiso adquirido en el Acuerdo Económico de 1979; b)
renunciar a cuantos privilegios disfruta en beneficio de los sectores
marginados de la sociedad; c) pagar sus impuestos como cualquier otra
institución; d) hacer públicas sus cuentas, dando testimonio de
transparencia; e) poner su patrimonio y sus bienes al servicio de
quienes se ven privados de sus derechos más elementales: cinco millones y
medio de desempleados, hogares con todos sus activos en paro, familias
desahuciadas, trabajadores y trabajadoras pobres, inmigrantes, mujeres
maltratadas, jóvenes desempleados, personas sin hogar, etc.
10. Lejos de presentarnos como ejemplo, asumimos la responsabilidad
no pequeña que nos corresponde por la incoherencia en nuestro estilo de
vida y nos comprometemos a trabajar por un nuevo orden político,
económico y social basado en la fraternidad-sororidad, y no en el lucro.
A dicho compromiso nos impulsan la opción evangélica por los
empobrecidos y la ética de la solidaridad.
19 de marzo de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario