Si hace unos días las Comunidades Cristianas Populares y el importante colectivo REDES CRISTIANAS ( que agrupa a cerca de 200 grupos de base en España) se manifestaban en sendas notas de prensa sobre este viaje, ahora otros importantes colectivos lo hacen. Se trata de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII y del Movimiento por el celibato opcional (MOCEOP).
Creo que merece la pena conocer estos comunicados que os pongo aquí.
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Fuente: Moceop
MOCEOP ante la visita del Papa a Santiago de Compostela y Barcelona
Ante la próxima visita del Papa a Santiago de Compostela y Barcelona queremos manifestar lo siguiente.
Creemos que estas visitas deberían recordar a quienes las contemplen desde cualquier óptica los grandes valores del Evangelio. No estamos en contra de que el Papa visite a las iglesias locales para confirmarlas en su fe ni en contra de que mediante ellas pueda compartir los problemas de la gente.
Estamos en contra de unas visitas que, ya de entrada, se preparan y organizan con medios muy poco evangélicos, que oscurecen los mensajes verbales.
Nos gustaría que la visita del Papa fuera más sencilla, sin tanto coste económico: el cual obliga a recurrir a aportaciones de administraciones públicas y de banqueros.
No se puede ignorar que esas aportaciones públicas utilizan el dinero de todos los contribuyentes (católicos o no), en unos tiempos de crisis como los actuales; en ocasiones, las iglesias que le invitan, tienen que recurrir a hombres de negocio que lo financien, enviando cartas a los empresarios para que ingresen en una cuenta sus aportaciones económicas.
No nos parece este sistema en nada ejemplar ni edificante. Tampoco resulta adecuado cobrar entradas, como pasó en Inglaterra, al público que asistía a las misas.
Desearíamos que el entorno de estos viajes no se pareciera tanto al utilizado por líderes políticos, ni al exhibido por estrellas del cine o de la canción, con tanta ostentación de poder y tanto derroche de medios. Viajes con este ambiente son muy superficiales y folklóricos; y fomentan mucho el culto a la persona del Papa que, para mayor confusión, es siempre recibido, no sólo como el máximo Pastor de la Iglesia, sino como Jefe de Estado: de hecho, en el caso que nos ocupa, será recibido por los Reyes y por el Presidente del Gobierno.
Nos parece que en este tipo de viajes resulta muy difícil transmitir los grandes valores del Evangelio. Estos viajes papales, seguidos por miles y miles de personas, no consiguen actualizar el mensaje evangélico ni atraen a más gente a la Iglesia. A ello podría ayudar más profundamente adoptar cambios en muchos aspectos del modo de actuar de la Iglesia: acceso de la mujer a todas las responsabilidades eclesiales, supresión de la ley del celibato obligatorio, otra forma más razonable de entender la sexualidad,...
Aunque otras muchas cuestiones serían también necesarias, como muy bien han apuntado muchos teólogos y pastores. Asimismo nos gustaría que estas visitas sirvieran para denunciar los abusos del sistema económico imperante, que produce tantas desigualdades e injusticias.
Qué lejos queda el estilo utilizado en los viajes papales de la sencillez con que lo hacía Jesús. Él siempre estaba rodeado de pobres, enfermos, gente sencilla, pescadores...
El Papa debiera aprovechar este viaje para compartir con los que sufren las terribles consecuencias de la crisis: el paro, la falta de viviendas, las rebajas en la asistencia social a los necesitados, los problemas de una juventud sin futuro…Y desde ahí, lanzar una palabra profética de denuncia sobre las raíces de este orden económico perverso, que provoca desigualdades e injusticias en todo el mundo.
Nos gustaría que la visita se hiciera en un marco que respete el principio de laicidad, y no en base a unos Acuerdos Iglesia-Estado, que -deseamos- deberían desaparecer. Creemos que estos acuerdos deben ser suprimidos y se debe crear un nuevo marco de relaciones en el que quede claro el principio de laicidad del Estado y de igualdad de todas las religiones, y de todas las creencias y no creencias.
Es hora ya de que se terminen los privilegios de la Iglesia católica, especialmente en el terreno económico, y también las interferencias religiosas en actos civiles, haciendo efectiva una real separación de Iglesia-Estado.
Nos gustaría, finalmente, que el Papa -en sus mensajes de contenido específicamente cristiano- se dirigiera sólo a los católicos y no a todos los españoles, pues son muchos los que o no son creyentes o profesan otra religión.
2 de Noviembre de 2010
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La Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII quiere hacer públicas las siguientes reflexiones en torno al viaje de Benedicto XVI a Santiago de Compostela y Barcelona los días 6 y 7 de noviembre del presente año.1. Aun cuando el viaje del Papa se presenta como una visita pastoral y con carácter religioso, no puede desconocerse su carácter eminentemente político al reunir en su persona la doble función de autoridad religiosa y Jefe del Estado de la Ciudad de Vaticano.
La función de autoridad religiosa la ejerce de manera antidemocrática, y la de Jefe de Estado nos parece un contrasentido, está en abierta oposición al Evangelio y es un contrasigno que, lejos de acercar, aleja de la fe en Jesús de Nazaret.
2. Creemos que este viaje tiene muy poco que ver con los viajes apostólicos de Pablo de Tarso, cuya finalidad era anunciar a Jesucristo liberador y la Buena Noticia de la liberación, crear nuevas comunidades cristianas y fortalecer en la fe a las ya existentes, con riesgo para su propia vida por las amenazas de las autoridades civiles.
El papa ahora no viaja como peregrino, un peregrino más junto con otros creyentes y no creyentes que hacen el camino de Santiago como experiencia religiosa. El viaje está programado como un fenómeno de masas y de aclamación a su figura en un acto de papolatría, sin contacto con las comunidades cristianas vivas y menos aún con los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Tiene mucho de folklórico y muy poco de expresión de fe genuina y auténtica.
3. Nos parecen escandalosos por insolidarios y antievangélicos los elevados costes del viaje a sufragar por el erario público –varios millones de euros- en plena crisis económica, con más de ocho millones de pobres, entre ellos cuatro millones de desempleados, recortes en los servicios sociales, reducción de las pensiones y de los salarios de los trabajadores.
Gastos tan desmesurados demuestran la insensibilidad del propio papa, de las instituciones públicas y de la propia Iglesia hacia los sectores populares que sufren en sus propias carnes las consecuencias de la crisis de manera más acusada, sobre todo los inmigrantes.
4. Consideramos discutible el motivo de la visita: ganar el Jubileo por el Año Santo Compostelano y dedicar la Iglesia de la Sagrada Familia y convertirla en basílica. Se trata en ambos casos de actos de sacralización, contrarios a la máxima evangélica de que a Dios se le adora “en espíritu y en verdad”.
5. El Papa se reunirá con las autoridades políticas y religiosas en “santa alianza” para ratificar los privilegios que recibe la Iglesia católica de los poderes públicos de todo tipo: fiscales, educativos, sociales, económicos, etc. Cuando lo que debiera hacer es renunciar a dichos privilegios y defender la igualdad de trato de los poderes públicos para con todas las religiones.
6. Es posible que la jerarquía eclesiástica ofrezca al papa una imagen idílica de la Iglesia católica española y de la vitalidad de la fe cristiana de nuestra sociedad.
Nosotros creemos que dicha imagen no responde a la realidad. La Iglesia española está sufriendo una crisis profunda de credibilidad en la mayoría de los sectores de la sociedad, especialmente entre los jóvenes y los sectores populares, y también entre los propios católicos, debido a sus posiciones neoconservadoras en cuestiones morales, al alejamiento de los pobres, a la falta de comunicación con la juventud y a la exclusión de las mujeres de las funciones directivas y ministeriales. Dos muestras de la falta de credibilidad son, entre otras, el enorme descenso de los que se declaran católicos y el incremento de las apostasías.
7. Queremos recordar que Juan Pablo II, el papa más viajero de la historia de la Iglesia, dejó sumida a la Iglesia en una de las crisis más graves del cristianismo. Nos parece, por ello, que los viajes papales no contribuyen a una presentación creíble de Evangelio en nuestro tiempo.
Sólo cuentan con el aplauso de las personas y de los colectivos cristianos que los utilizan como plataforma para apoyarse en el papa y difundir su visión neoconservadora del cristianismo. Teniendo en cuenta sus implicaciones políticas, sociales, económicas y aun folklóricas negativas, consideramos que hay que buscar otros métodos para anunciar el mensaje liberador del cristianismo.
Madrid, 29 de octubre de 2010