Acabo
de terminar de leer el libro de Juan José Tamayo “La compasión
en un mundo injusto”.
Un
libro escrito durante el pasado confinamiento en el que el autor, sin
moverse de su casa, realiza diversos viajes: viajes al interior de él
mismo, el viaje hacia el cuidado de la casa que “requiere interés,
dedicación, inteligencia y fuerza de voluntad”, un interesante
viaje por la biblioteca de su casa de varios miles de volúmenes y el
viaje por varias virtudes hasta llegar a la compasión donde se ha
detenido para escribir el libro.
Una
virtud ésta de la compasión “bajo sospecha”, porque suena a
sentimentalismo, a lástima, pero que Tamayo la define como una
pasión que se dirige al sufrimiento de los otros y considerando a
los que sufren como personas iguales a nosotros, para luchar contra
las causas que provocan ese sufrimiento.
El
capítulo II como él mismo dice es la espina dorsal del libro. En él
analiza el mundo estructuralmente desigual e injusto en que vivimos
que se manifiesta en desigualdades e injusticias como la ecológica,
la xenofobia hacia inmigrantes y refugiados, la injusticia de género,
el descarte de millones de personas, la injusticia cultural y
económica, el retorno al fascismo, el cristoneofascismo...La actual
pandemia ha provocado y sigue provocando enormes desigualdades, pues
se ha cebado con las personas más vulnerables. Mientras los países
desarrollados se han puesto dos y tres dosis de vacunas, en el
continente africano apenas ha llegado la vacunación.
Va
analizando y desmenuzando Tamayo estas brechas de desigualdad y de
injusticias:
- En
lo ecológico, como muy bien ha desarrollado el Papa Francisco en
su encíclica Laudato Si. También el ecoteólogo Leonardo Boff viene
desde hace años denunciando estas terribles amenazas gravísimas
contra la Madre Tierra. Ejemplo claro de esta crisis ecológica es la
situación en la Amazonía, especialmente durante el gobierno de
Bolsonaro en Brasil, donde se triplicaron los incendios y la
deforestación salvaje aumentó hasta en un 278%. Igualmente, en el
espacio marino se produce una gravísima pérdida de biodiversidad
debido a la acidificación de los océanos, la destrucción del
habitat marino y la sobreexplotación de los recursos pesqueros.
Leonardo
Boff dice: “O cuidamos la vida en todas sus formas, especialmente
la vida humana y cuidamos nuestra casa común la Tierra, o podemos
poner en peligro nuestra presencia en este planeta”.
-
Insolidaridad con inmigrantes y refugiados:
30.000
personas han perdido la vida en el Mediterráneo. Para Europa estas
personas carecen de valor. Los más vulnerables son niños y niñas,
mujeres, los homosexuales que sufren acoso y vejaciones continuas,
... ¿Se podrían haber evitado estas muertes, se pregunta Tamayo?
Sí responde. ¿Cómo?
Obligando a los gobiernos a cumplir los protocolos internacionales de
acogida a personas refugiadas, estableciendo rutas seguras de
migraciones, apoyando y no demonizando a las organizaciones
humanitarias que trabajan sobre el terreno, con políticas de apoyo a
los países de origen, eliminando fronteras, fomentando el diálogo
intercultural, no construyendo y mucho menos vendiendo armas
mortíferas, penalizando la xenofobia, negando legitimidad a
gobiernos corruptos etc.
-Injusticia
de género: odio contra la vida de las mujeres
El
neoliberalismo sexual encuentra en la desigualdad de género una
fuente importante para legitimar su discurso,
El
patriarcado mantiene la discriminación de la mujer por razón de
género, identidad sexual, etnia etc..
El
cóctel tóxico de sexismo y misoginia se dejó notar durante el
mandato de Donal Trump en EEUU y las mujeres figuran para el
patriarcado como las últimas colonias del capitalismo.
-
La necropolítica y teoría del descarte.
El
poder decide quienes pueden vivir y quienes deben morir en un momento
dado. Ha quedado claro durante los primeros meses de la pandemia en
que se cursaron órdenes de que los ancianos infectados no debían ir
a los hospitales, sino dejarlos morir.
Tamayo
pone varios ejemplos de práctica necropolítica: el apartheid
sudafricano, la colonización de Palestina, el terrorismo suicida,
los campos de refugiados/as, la tortura institucionalizada, los
ataques a las personas LGTBI…. El Papa Francisco denuncia
continuamente esta política del descarte: “la economía de la
exclusión y de la iniquidad mata”
-La
injusticia económica e injusticia cultural
-
La injusticia cognitiva
son
otras señales de estas desigualdades donde impera la monocultura del
saber, del progreso, de la naturalización de las jerarquías, de lo
universal como único válido, de la productividad…
-
La vuelta del fascismo
Fascismo
social que se da en las relaciones sociales por parte de los grupos
poderosos y fascismo político que impone un modelo dictatorial que
excluye cualquier forma de nacionalismo, el racismo, la xenofobia, la
aporofobia, el patriarcado y un modelo económico depredador de la
naturaleza.
-El
cristoneofascismo, nueva religión
El
fascismo avanza en países como Italia, Alemania, Austria, España…
En EEUU diferentes movimientos evangélicos fundamentalistas apoyaron
a Donal Trump. En Brasil Bolsonaro también obtuvo el apoyo de las
megaiglesias evangélicas.
En
España se da una alianza entre VOX y organizaciones ultracatólicas
como Hazte Oir, Infocatólica, Asociación de abogados cristianos, El
Yunque, Germinans Germinabit, etc... y un nutrido grupo de obispos
ultraconservadores. Estos grupos practican el odio contra el
feminismo, el matrimonio igualitario, los colectivos LGTBI, los
inmigrantes, el laicismo, el ecologismo…
-
La pandemia selectiva
Se
ceba en aquellos grupos que son más vulnerables: mujeres,
trabajadores precarios, parados, personas sin techo ancianos, los que
malviven en campos de refugiados, inmigrantes,discapacitados,
temporeros sin papeles…..
Todas
estas situaciones dramáticas nos llaman a cambiar nuestro estilo de
vida insolidario y fomentar la compasión.
El
capítulo III lo dedica a la Compasión en las religiones.
La
compasión es una actitud fundamental de Dios que es sensible al
sufrimiento y la opresión, aunque no siempre las personas creyentes
y no creyentes han demostrado tener compasión con los más
vulnerables.
La
compasión ha sido claramente puesta de manifiesta en los textos de
la Biblia: Éxodo, literatura sapiencial, Salmos, Profetas. La
legislación hebrea defiende los derechos de los huérfanos, las
viudas y los extranjeros.
La
compasión es la opción fundamental de Jesús de Nazaret. Él
siempre está atento a los sufrimientos de las mayorías, de los
empobrecidos, de las personas enfermas y discapacitadas, de las
gentes privadas de dignidad, de las mujeres culpabilizadas y
oprimidas. La parábola del Buen Samaritano lo deja claro y
curiosamente la persona compasiva no es ni el sacerdote ni el levita
que pasaron de largo.
La
compasión está en el programa de las bienaventuranzas. Pero el
Jesús compasivo será un peligro para el poder político y religioso
que lo matará. Porque es una compasión que le lleva a la
indignación. Indignación con la religión oficial y sus teólogos.
El los provoca porque infringe las leyes judías. Las leyes están al
servicio del hombre y no el hombre al servicio de las leyes.
Indignado
con los poderes religiosos, económicos, políticos… Por eso lo
tratarán como a un subversivo.
En
el islam Dios aparece también como un ser compasivo y
misericordioso. Todas las suras del Corán (menos la novena)
comienzan con “En el nombre de Dios, el compasivo, el
misericordioso…”
En
el islam la compasión es inseparable de la justicia. Dios llama la
liberación de los oprimidos y anima a luchar contra la tiranía, la
explotación y la opresión de los seres humanos.
En
el budismo igualmente la compasión es fundamental. Como bien lo
expresa el Dalai Lama: “Toda revolución espiritual entraña una
revolución ética. Hay que cultivar valores como la compasión, el
perdón, la eliminación del sufrimiento, la amistad, el amor, la
solidaridad…” Hay que denunciar la injusticia estructural y el
imperialismo. Hay que implicarse en los movimientos de resistencia
global, la lucha contra las estrategias de la globalización
neoliberal y la búsqueda de alternativas políticas, sociales y
económicas inclusivas
Igualmente
en el hinduismo y en las comunidades indígenas de Amerindia la
compasión es fundamental.
La
compasión es un principio teológico fundamental. Jon Sobrino pone a
las personas sufrientes en el centro de la teología. Igual que
Sobrino, en la teología del autor del libro, Tamayo, está siempre
muy presente el sufrimiento de los seres humanos. Una teología que
se hace cargo del dolor de las víctimas, que denuncia a los
victimarios y toma partido por las personas, los colectivos y la
naturaleza sufriente que gritan de dolor. Tamayo detalla una relación
muy amplia de personas con vida compasiva de todas las religiones e
ideologías y describe los distintos sistemas de dominación
contrarios a la compasión en el curso de la historia, proponiendo al
mismo tiempo las alternativas necesarias para hacer realidad esta
compasión en los sistemas políticos, sociales, culturales,
ecológicos y económicos…
No
hay compasión sin justicia, sin reconocimiento de la dignidad de los
seres humanos, sin la igualdad y justicia de género, sin reconocer
nuestra eco-dependencia con la naturaleza y nuestra interdependencia,
sin la defensa de los derechos humanos, sin hospitalidad, sin el
fomento de los valores comunitarios, sin una espiritualidad
liberadora, sin practicar la justicia y denunciar las injusticias…
Un
capítulo entero dedica Tamayo a analizar la teología política de
Johann Baptist Metz, que, impactado por el Holocausto de Auschwitz,
comprendió que no podía hacer teología al margen del sufrimiento
de los pobres y oprimidos del Mundo.
Muy
interesante el capítulo VII dedicado a la Compasión como memoria
subversiva de las mujeres olvidadas, las que han sufrido todo
tipo de discriminaciones, la igualdad de sus derechos y de su
libertad, a las que se les han destruido sus esperanzas...y narra las
alternativas necesarias para una ética emancipadora a propuesta por
el feminismo y que él detalla.
En
el capítulo IX habla del Diálogo entre ciencia y religión como
ejemplo de compasión. Una relación que, en opinión del autor,
debe ser de colaboración e interacción crítico-constructiva, en la
que cada una se ubica en su propia esfera, al tiempo que abandona
todo intento de absolutización.
En
el capítulo X, titulado Hacia una ética de la compasión,
Tamayo se refiere a distintos autores filosóficos como Schopenhauer,
Levinas, Judith Butler y Joan Carles Mèlich y va exponiendo de modo
sistemático las aportaciones de cada uno de estos autores a la ética
de la compasión.
El
último capítulo del libro, precioso: Hacia una mística de ojos
abiertos, corazón solidario y amor políticamente eficaz. Va
citando a distintos maestros místicos como Raimon Panikkar, Gustavo
Gutiérrez, Hans Küng, Johann-Baptist Metz, Pedro Casaldáliga,
Dorothee Sölle, Leonardo Boff, Jon Sobrino, Juan Martín Velasco,
Cristina Kauffmann, Karl Rahner...Y a otras como María Zambrano,
Cristina Kauffman, Maetro Eckart, Margarita Porete, Juan de la Cruz,
el sufí Ibn Arabi, el poeta persa Rumi o el sacerdote colombiano
Camilo Torres.
Jesús
de Nazaret, el Cristo Liberador, el indignado con las injusticias y
compasivo con quienes las padecen es un gran místico. El
cristianismo es una religión mística, no sólo como experiencia
espiritual, sino como experiencia política, solidaria, que busca los
rostros de las personas y colectivos humanos doloridos y sufrientes y
que tiene su fuerza en la compasión.
Se
pregunta Tamayo al final de su libro: ¿es posible vivir la mística
de la compasión y hablar de ella hoy? Y contesta: sí pero con dos
condiciones. Una, ponerse del lado de las víctimas que generan los
sistemas de dominación y los grupos religiosos fanáticos que matan
en nombre de Dios, dos, asumir el compromiso de solidaridad con las
personas y los colectivos que sufren como lo hizo la II Asamblea
General del Episcopado latinoamericano en Medellín en 1968.
MI
VALORACIÓN
Un
libro, sin duda, necesario para nuestra vida como seres humanos y
cristianos. Tamayo pone la compasión en su verdadero sitio, lejos
del sentido que con frecuencia se le da a esa palabra, como señal de
lástima o de pena ante quien sufre. La compasión lleva a un
compromiso serio y profundo con quienes sufren, sean personas,
colectivos o pueblos enteros.
Admiro
en este libro la cantidad de autores de diferentes ideologías y
religiones que Tamayo va citando en su libro, en relación con la
compasión y la extensa relación de personas que en la historia han
vivido intensamente de modo compasivo.
Un
libro que me ha enriquecido mucho y que animo a todos a leer y
profundizar para madurar en nuestro compromiso como seres humanos y
cristianos.
Y el
libro me deja un interrogante: ¿la Iglesia da ejemplo siempre de
vivir la compasión?